La calma no llega a Libia después de Berlín
El control del petróleo sigue siendo una prioridad para los bandos enfrentados en el conflicto de Libia. La situación sobre el terreno libio no ha variado desde la celebración de la conferencia internacional de Berlín y las contiendas se seguían produciendo en distintos puntos del país entre las dos partes, el GNA de Fayez Sarraj y el LNA del mariscal Jalifa Haftar al frente de dos gobiernos rivales en el este y el oeste del país, respectivamente. Las dos facciones rivales siguen reclamando el derecho a gobernar el país como vienen haciendo durante los más de cinco años que llevan de guerra civil.
El nuevo foco está sobre los campos de petróleo donde las fuerzas leales a Haftar han logrado cerrar la producción en muchos de ellos. El campo petrolero de Al Sharara, el mayor de Libia, lleva inoperativo desde el domingo, después de que las fuerzas del mariscal Haftar tomara el oleoducto que enlazaba dicho campos con el de Al Feel, en el oeste de Libia, llevando al cierre de operaciones en ambos yacimientos. Según parece, el movimiento Harak al Zintan, leal al Parlamento de Tobruk, el gobierno paralelo del este de Libia del que Haftar es su hombre fuerte, es quién perpetró la acción.
La Corporación Nacional de Petróleo de Libia (NOC, por sus siglas en inglés) confirmó la suspensión de las operaciones en ambos yacimientos y que el cierre fue ordenado directamente por las fuerzas de Haftar. También aseguró que reduciría la producción de petróleo en 800.000 barriles al día y su el cierre es duradero golpearía a Trípoli, ya que el gobierno depende de los ingresos del petróleo para financiarse. Libia ha estado produciendo recientemente cerca de 1,2 millones de bpd y se espera que los flujos de crudo del importante exportador de energía se reduzcan paulatinamente. El precio del petróleo subió el lunes después del cierre de las grandes bases de producción de crudo en Libia.
El deseo de Haftar de controlar los campos petroleros es de sobra conocido junto con el objetivo de tomar la capital Trípoli, sede del GNA. Para su misión cuenta con el apoyo de Egipto, Emiratos Árabes Unidos, mercenarios rusos y tropas africanas. La guerra civil en Libia estalló en 2015 y se recrudeció en abril del pasado año, fecha en la que Haftar, hombre fuerte del país, puso cerco a la capital para arrebatársela al GNA y a su aliado la ciudad estado de Misrata. El GNA, respaldado por Naciones Unidas o Turquía y el mariscal Haftar, apoyado por Rusia, acordaron trabajar para que la actual tregua sobre el terreno se convierta en un verdadero alto el fuego y garantizar el respeto al embargo de armas ya decretado por la ONU.
La conferencia sobre Libia acordó el alto el fuego, que horas después ambos bandos se acusan de violar, y el respeto al embargo de armas, algo por lo que la comunidad internacional involucrada en el conflicto debe velar. En ese sentido, muchos analistas opinan que las informaciones que existen sobre la entrada de armas, tropas y dinero en efectivo en Libia por parte de aliados extranjeros hacen que la preocupación de un mayor derramamiento de sangre sea latente.
Por su parte, el enviado de la ONU a Libia, Ghassan Salame, dijo que hay tres vías en las que su misión ha comenzado a trabajar en el país después de la conferencia de Berlín: la política, la económica y la militar. Salame dijo que la vertiente militar es una comisión de 5+5 que incluye oficiales de ambos bandos, los dos ya han dado los nombres de sus representantes, añadiendo que la comisión se reunirá en los próximos días y se centrará en trabajar en sacar del país los combatientes extranjeros de Libia lo antes posible. Antiguos combatientes de Siria, con el GNA, y de Sudán, el LNA, participan en bandos opuestos en el conflicto libio.
Salame dijo que la vía política comienza a finales de enero con un diálogo de 13 representantes de la Cámara de Representantes y otros 13 del Alto Consejo de Estado, controlado por Haftar y Sarraj, respectivamente, además de una serie de personas independientes, mujeres y representantes de minorías.
Los ministros de Exteriores de la Unión Europea (UE) llegaron este lunes a un acuerdo político para «revivir» su operación «Sofía» en el Mediterráneo central, todavía en vigor, pero sin efectivos navales, y «reorientarla» para contribuir más al embargo de armas a Libia, según recoge Efe. «Hay acuerdo en el Consejo para revivir y reorientar ‘Sofía’ (…) Se ha manifestado la voluntad política y nadie ha estado en contra», informó el alto representante de la UE para la Política Exterior, Josep Borrell, en una rueda de prensa al término de un Consejo de ministros en el que se evaluó cómo puede contribuir la UE al resultado de la conferencia del domingo en Berlín sobre Libia. El político español recordó en cualquier caso que, desde su inicio, el mandato de «Sofía» era «dual»: combatir a las mafias que trafican con migrantes y respaldar el embargo de armas ya en vigor.
En cambio, sus capacidades se vieron muy mermadas desde que, en marzo de 2019, pese a ser prolongada, la UE decidiese «suspender temporalmente» la participación de barcos por desacuerdos sobre el desembarco de personas rescatadas. Según Borrell, la voluntad de poner a la operación Sofía a disposición del embargo de armas fue clara, pero para materializarla aún será necesario que el asunto pase por diferentes grupos de trabajo del Consejo, que harán propuestas y evaluarán los detalles técnicos.
Los grandes desafíos de Libia más allá de Berlín, el petróleo y la crisis migratoria, como adelantaba Atalayar, deberían ser prioridad para todos los actores involucrados en el conflicto. La injerencia extranjera sigue siendo uno de los asuntos que más está complicando la situación en Libia. El bloqueo de los campos petroleros que casi ha detenido la producción de crudo será una de las cuestiones que cojan más importancia en los próximos días.
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