La historia detrás del mito de la Revolución Mexicana
La Revolución Mexicana es un evento fundamental que, a pesar de su significancia, ha sido objeto de mitificación. Te contamos más.
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La Revolución Mexicana fue un conflicto armado que duró casi diez años y marcó el destino político del país. Las rebeliones tenían como propósito cambiar el régimen económico y social, impuesto por el dictador Porfirio Díaz, por un gobierno más justo y democrático. Tras la renuncia de Díaz, las luchas armadas se prologaron por varios años debido a la guerra civil que se desató entre los líderes, Venustiano Carranza, Emiliano Zapata y Pancho Villa, quienes se convirtieron en leyendas de México.
Un dictador perpetuado en el poder
El general Porfirio Díaz había demostrado una gran valentía en la lucha contra franceses durante la segunda Intervención Francesa en México. Esta victoria lo llevó a perpetuar un golpe de Estado en 1876 para asumir el poder del país. Durante el régimen de Díaz, México alcanzó un gran desarrollo económico con la construcción de ferrocarriles, escuelas y varias obras de infraestructuras importantes para el país, como la industria petrolera.
Los frutos de este crecimiento económico, sin embargo, quedó concentrado en unos pocos, lo que incrementó la desigual social. De los más de 15 millones de habitantes de México en 1910, la mayoría vivía en condiciones difíciles o directamente penosas. Unido a ello, muchas de sus decisiones se ejecutaron violando los derechos políticos de sus detractores y la normativa de los comicios electorales, al cometer fraude electoral.
El aumento de la represión, el auge del nacionalismo y el descontento generalizado, hizo que dos famosos líderes revolucionarios, Pancho Villa y Emiliano Zapata, se unieran en una lucha armada que duró casi una década.
El inicio de la Revolución Mexicana
La Revolución Mexicana comienza el 5 de octubre de 1910, cuando Francisco Ignacio Madero promulgó el conocido Plan de San Luis para llamar a las armas a todos los campesinos contra las políticas del dictador. La rebelión que inició el 20 de noviembre de 1910, se caracterizó por la unión de diferentes líderes revolucionarios bajo la bandera mexicana, como Emiliano Zapata, representante de los campesinos del sur de México. Citar también a Pascual Orozco, jefe de las tropas irregulares del estado de Chihuahua, y Pancho Villa, líder de los campesinos en el norte de México.
La presión revolucionaria por parte de todos los grupos sociales y líderes del movimiento tuvo gran éxito, al conseguir la renuncia del entonces presidente y dictador, el general Porfirio Díaz, el 25 de mayo de 1911. En las nuevas elecciones, Madero resultó electo como presidente y entre sus acciones destacaron la restauración de la constitución y el sufragio popular, así como la prohibición de la reelección electoral.
El Plan Ayala y el Plan de Guadalupe
El presidente se encontraba sometido a una gran presión por parte del ejército y miembros importantes de la sociedad mexicana, por lo que exigió la entrega de las armas. Esto hizo que Zapata implantara el Plan Ayala, con el cual buscaba liberar a miles de campesinos de la presión que los terratenientes ejercían sobre ellos. En el norte del país, Pascual Orozco y su ejército también emprendieron rebeliones armadas contra el presidente, quien se valdría de los servicios de general Victoriano Huerta, para enfrentarse a las tropas.
Tiempo después, el general Ayala traicionó a Madero derrocando su gobierno con un golpe militar ejecutado entre el 9 y 19 de febrero de 1913. Una vez que asumió la presidencia, Ayala recibió el apoyo de gobernadores, hacendados, del ejército y de la iglesia, pero ni el presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, ni los líderes Pancho Villa y Venustiano Carranza (entonces gobernador de Coahuila), reconocieron su gobierno.
En 1913, ambos líderes firmarían el Plan de Guadalupe, un documento que impulsaba la creación de un ejército Constitucionalista y denunciaba la ilegitimidad del gobierno de Victoriano Huerta. Un año después, en 1914, Estados Unidos invadió el puerto de Veracruz para impedir la llegada de un cargamento de armas en apoyo de Huerta. Esto fue un duro golpe para su gobierno, que terminó derrocado tras la victoria de las tropas de Villa en Zacatecas el 23 de junio de 1914.
La convención de Aguascalientes y la Constitución de 1917
Tras el gran triunfo, surgieron diferencias políticas y sociales entre las facciones, pues no tenían claro cuál sería la nueva forma de gobierno y hasta qué punto estarían conformes son sus logros. Estas diferencias propiciaron la creación de la convención de Aguascalientes en noviembre de 1914, con el fin de llegar a un acuerdo. En ella se nombró a Eulalio Gutiérrez como presidente interino de México. Era época de grandes conflictos.
Sin embargo, las luchas armadas continuaron entre los líderes revolucionarios, así como una serie de protestas por la complicada situación que vivía el país. Valiéndose del apoyo que recibió de Estados Unidos, Carranza, quien seguía considerándose el presidente de México, decidió vigilar los movimientos de Villa y Zapata y promulgar una nueva Constitución, tras un congreso constituyente que tuvo lugar el 5 de febrero de 1917.
La Constitución de 1917 consignó como normas fundamentales todos los principios políticos, sociales y económicos que fueron la bandera de la Revolución. Entre ellos destacan, el establecimiento de una jornada laboral de ocho horas y un salario mínimo. Además, se le reconocía al Estado el privilegio de expropiar las tierras y de separar a la Iglesia del poder político.
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