Estupefacción por el hallazgo de un campo de fútbol escocés del siglo XVII que reescribe la historia del deporte

Un campo de fútbol y un balón: no se necesita más para ser feliz. Durante décadas, la historiografía oficial situó el nacimiento del fútbol reglado en Inglaterra, específicamente con la fundación de la Football Association en 1863. Ese momento marcó el inicio de una institucionalización que posteriormente se expandiría a nivel global.
Esta cronología, ampliamente aceptada por federaciones, cimentó la percepción de una invención netamente inglesa. Pero alto ahí, porque nuevas evidencias en Escocia abrieron un camino alternativo. Un campo de fútbol datado en el siglo XVII, acompañado de referencias documentales de la época, obligó a revisar lo que hasta ahora se consideraba un consenso mundial.
¿Por qué un campo de fútbol escocés de hace 400 años podría modificar la historia del deporte?
El lugar del hallazgo se ubica en Anwoth, una localidad del suroeste escocés. Allí, un grupo de arqueólogos coordinado por el historiador Ged O’Brien encontró una disposición de catorce piedras de gran tamaño, alineadas de forma paralela sobre una explanada natural.
El terreno tiene dimensiones aproximadas de 85 por 45 metros, proporciones similares a las de un campo de fútbol moderno.
La pista que condujo al equipo hasta esa ubicación fue una carta escrita en el siglo XVII por el reverendo Samuel Rutherford.
En el texto, el religioso expresa su preocupación por la costumbre de los habitantes de jugar al foot-ball los domingos, e indica que ordenó la colocación de piedras para impedir dicha actividad. Este testimonio, de naturaleza pastoral, resultó clave para guiar las excavaciones y contextualizar el uso del espacio.
Los análisis arqueológicos realizados en el terreno confirman que las piedras fueron colocadas hace unos 400 años. No corresponden a delimitaciones agrícolas ni a usos ganaderos, sino a una barrera artificial vinculada a la interrupción de una práctica específica: jugar al fútbol.
La existencia de un campo delimitado y utilizado de forma habitual sugiere que no se trataba de un juego esporádico ni caótico, sino de una actividad estructurada.
¿Qué otras pistas encontraron en Anwoth que podrían modificar la historia del fútbol?
Las evidencias encontradas en Anwoth combinan documentación histórica y elementos arqueológicos. Esta conjunción permite reconstruir una práctica que hasta ahora carecía de registro físico.
La carta de Rutherford no solo menciona el juego, sino que describe el problema que suponía para la moral religiosa de la comunidad. Aquel rechazo del clero se convierte, paradójicamente, en una prueba invaluable.
El hallazgo plantea la posibilidad de que en Escocia existieran formas organizadas de fútbol mucho antes de la codificación oficial en Inglaterra. La regularidad con la que se jugaba, según indican los arqueólogos, apunta a un nivel de estructuración mínimo: normas consensuadas, límites definidos y repetición semanal.
Este modelo contrasta con la imagen del fútbol medieval inglés, frecuentemente asociado a tumultos, enfrentamientos entre aldeas y reglas inciertas. En cambio, lo que se deduce del campo de Anwoth es una práctica local, posiblemente más ordenada, adaptada a la realidad social de una comunidad agrícola y presbiteriana.
Este hallazgo generó desde luego reacciones divididas. Mientras algunos expertos piden cautela antes de reescribir la historia, otros señalan la validez de la prueba arqueológica. The Telegraph y The New York Times se han hecho eco del descubrimiento, dando visibilidad internacional a un debate que va más allá del deporte.
¿Cuál es la versión que quieren imponer los ingleses sobre el fútbol y por qué este hallazgo genera polémica?
La narrativa tradicional ha privilegiado el papel de los colegios ingleses de élite en la gestación del fútbol moderno.
Las reuniones de antiguos alumnos de Eton, Harrow o Rugby sirvieron como plataforma para formalizar un reglamento que, en 1863, consolidó la Football Association. Esta versión se expandió durante el siglo XIX bajo el paraguas del Imperio británico.
Sin embargo, el campo de fútbol escocés hallado en Anwoth obliga a revisar esa cronología. La existencia de un espacio específico para jugar, anterior en más de dos siglos al reglamento inglés, pone en cuestión la unicidad del proceso histórico. Podría tratarse de un desarrollo paralelo, surgido en una zona rural y sin vinculación con las élites académicas.
Además, la ubicación del campo (donde convergían cinco caminos rurales) sugiere una función social más amplia. El lugar servía como punto de encuentro para comunidades vecinas, lo que refuerza la idea de una práctica colectiva sostenida. No se trataba de un fenómeno marginal, sino de una costumbre asentada en el tiempo.
Steve Wood, del Sheffield Home of Football, expresó escepticismo respecto a considerar el campo escocés como un precursor del fútbol moderno.
En cambio, Phil Richardson, de Archaeology Scotland, valora la coherencia entre la tradición oral local y los elementos hallados. Para él, se trata de un ejemplo claro de cómo la historia popular puede ofrecer claves ignoradas por la historiografía dominante.