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Ni chorizo ni jamón: el fantástico embutido de Castilla y León que no se conoce en el resto de España

  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

En la gastronomía española hay productos que han cruzado fronteras y se han convertido en auténticos referentes. Todo el mundo conoce el jamón serrano, el lomo, la morcilla de Burgos, el chorizo o incluso la chistorra. Pero hay un embutido que, a pesar de tener una calidad y un sabor a la altura de los más famosos, sigue sin hacerse un nombre fuera de su tierra.

En Castilla y León existe un embutido con siglos de historia, una auténtica joya que sorprende por su versatilidad y su sabor inconfundible. Sin embargo, inexplicablemente, sigue sin recibir el reconocimiento que merece, ni dentro ni fuera de España. Si aún no lo conoces, en este artículo descubrirás qué embutido debes probar cuanto antes.

¿Cuál es el embutido de Castilla y León que apenas se conoce en España?

Si bien en Castilla y León es un imprescindible, en otras regiones casi nadie ha oído hablar de él. Se trata del farinato, un embutido único que es todo un símbolo de la tradición charra. Su receta ha pasado de generación en generación y, aunque con el tiempo ha evolucionado, sigue manteniendo su esencia.

Originario de la provincia de Salamanca, el farinato ha sido parte de su cultura culinaria durante siglos. En sus inicios, era un alimento humilde, elaborado con ingredientes sencillos y pensado para aprovechar al máximo los recursos disponibles tras la matanza. Su nombre proviene del latín farina, en referencia a la harina, un ingrediente clave en su preparación.

A diferencia de otros embutidos, aquí la carne no es la protagonista. Su base está compuesta por pan, manteca de cerdo, ajo, cebolla, anís y pimentón, lo que le da ese color anaranjado tan característico y un aroma inconfundible.

¿A qué sabe el farinato?

Si nunca lo has probado, es normal que te preguntes a qué sabe. El farinato tiene un sabor intenso, con un equilibrio perfecto entre el dulzor del anís y el toque ahumado del pimentón. Su textura es suave y untuosa, lo que lo convierte en un ingrediente ideal para muchas preparaciones.

¿Cómo se elabora este embutido?

Su preparación sigue un proceso artesanal que ha cambiado poco con el tiempo. Primero, se sofríen la cebolla y el ajo para potenciar su sabor, luego se añaden los anises y, después, el pimentón con la manteca derretida.

Una vez todo bien integrado, se incorpora el pan humedecido y un toque de aguardiente, que le da ese punto especial. Cuando la mezcla alcanza la consistencia adecuada, se embute en tripa y se deja curar durante un breve periodo.

El resultado es un embutido con una personalidad única, que en Salamanca es un básico y que, fuera de allí, merece ser descubierto.

Recetas con el embutido más famoso de Castilla y León

La forma más popular de consumirlo es acompañado de huevos fritos. En este plato, se corta en rodajas y se fríe en su propia grasa hasta que adquiere una textura crujiente en el exterior. La combinación con la yema del huevo lo convierte en un auténtico manjar.

Otra manera de disfrutarlo es a la plancha, donde se realza su sabor sin necesidad de añadir más grasa. También se puede untar sobre una rebanada de pan tostado, aprovechando su textura cremosa cuando se calienta.

En los últimos años, su uso ha trascendido la cocina tradicional y ha comenzado a aparecer en recetas innovadoras, como relleno de croquetas, en empanadas o incluso incorporado en salsas para platos de pasta.

En Ciudad Rodrigo, donde el farinato es un emblema, este embutido cuenta con una Marca de Garantía que certifica su calidad. Allí, es tan popular que los habitantes del lugar han adoptado el apodo de «farinatos».

Su legado sigue vivo, no sólo en las recetas tradicionales, sino también en la creatividad de los cocineros que han encontrado nuevas formas de integrarlo en la cocina contemporánea.