Gastronomía
Bares

Un mítico bar de Almería lleva 50 años sirviendo la misma comida y sólo abre dos horas al día

  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

En un rincón de Almería, hay un bar de Andalucía que, durante medio siglo, ha mantenido intacta su esencia culinaria. Mientras todo a su alrededor ha cambiado, este establecimiento se ha ganado la lealtad de sus clientes ofreciendo una experiencia que combina sabores tradicionales con la sencillez de la buena comida, convirtiéndose en un destino imprescindible para quienes buscan autenticidad en cada bocado.

El bar de la N-340: tradición y sabor que perduran

Ubicado en la N-340, en Huércal de Almería, el bar Santa María ha atraído a una fiel clientela gracias a su oferta gastronómica inalterada y su horario peculiar, que únicamente abarca dos horas al día, al igual que hace 50 años. Este peculiar establecimiento abre sus puertas de lunes a sábado, exclusivamente de dos a cuatro de la tarde. Durante esas dos horas, los comensales pueden disfrutar de una oferta que ha permanecido inmutable desde sus inicios, manteniendo vivas las tradiciones culinarias de la región.

Los visitantes que se acercan a este rincón de Almería encuentran en su mesa un festín sencillo pero delicioso: patatas fritas con pimientos verdes, huevos fritos y una ensalada de tomate con cebolla, atún y aceitunas machacadas, ingredientes típicos de la zona. Además, el menú incluye una selección de embutidos que no puede faltar: longaniza, morcilla de cebolla, butifarra negra y jamón serrano cortado a mano en generosas tajadas. En temporada, las habas frescas, un manjar típico de la región, se suman al menú, servidas crudas y acompañadas de jamón, una combinación que resalta los sabores auténticos de Almería.

Un bar con servicio de otra época

El encanto de este lugar no se limita a su comida; la rapidez y amabilidad del servicio son parte fundamental de la experiencia. A pesar de la brevedad del horario, el equipo se esmera en ofrecer un trato cercano y eficiente, lo que contribuye a que la visita sea aún más agradable.

El único dilema para los comensales es decidir qué bebida acompañará su comida: agua, gaseosa, refrescos, cerveza o vino de la Alpujarra. La cantidad de huevos fritos también es una opción que el cliente puede elegir, pero el resto del menú es una sorpresa constante, siempre fiel a la receta original que ha conquistado paladares durante décadas.

La experiencia gastronómica se complementa con tapas de embutido, acompañadas de una refrescante cerveza, lo que convierte cada visita en un auténtico placer.

Visitar este bar es como hacer un viaje en el tiempo. Cada plato no solo satisface el hambre, sino que también ofrece un respiro en el ajetreo de la vida moderna, recordando que a veces, las cosas simples y bien hechas son las que más perduran.