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Soy experto en plantas y el truco para que la flor de Pascua no se te muera es meterla en una bolsa de basura

La flor de Pascua pasó a ser un producto típico en los comercios españoles durante los meses fríos. Su presencia en hogares, oficinas y espacios públicos responde a su ciclo natural, que coincide con las fechas navideñas. Este patrón no es casual: al tratarse de una especie fotoperiódica, su respuesta a la luz determina el desarrollo y la coloración de sus brácteas.

En un reciente vídeo publicado por el vivero Verdeser Plantas, dedicado al paisajismo y a la venta de especies ornamentales, un experto describe los factores que explican por qué la flor de Pascua tiende a deteriorarse pasada la campaña.

¿Por qué hay que meter la flor de Pascua en una bolsa de basura para que no muera?

Uno de los aspectos centrales expuestos por Verdeser Plantas gira en torno al fotoperiodo. La flor de Pascua necesita aproximadamente 12 horas continuas de oscuridad y 12 horas de luz para conservar el color intenso de sus brácteas.

El vivero propone introducir la maceta en una bolsa de basura opaca durante el tramo nocturno. Tras esas 12 horas, la planta vuelve a colocarse en un entorno luminoso, preferiblemente cerca de una ventana con claridad abundante pero sin exposición solar directa.

Este control permite que las brácteas mantengan su pigmentación. El método resulta útil, especialmente entre octubre y diciembre, cuando la planta ajusta su fase reproductiva. Su uso no sustituye otras labores, pero proporciona una forma sencilla de regular la entrada de luz en hogares donde no siempre existe un espacio totalmente oscuro.

Los requisitos ambientales esenciales para mantener esta planta

La estabilidad térmica resulta determinante en la evolución de la flor de Pascua. Las recomendaciones habituales sitúan los rangos óptimos entre 18 y 21 grados durante el día y entre 12 y 18 grados por la noche. Las corrientes de aire, los radiadores y los aparatos de climatización deben evitarse, ya que pueden provocar caída de hojas o pérdida de color.

Respecto a la humedad ambiental, en viviendas con calefacción puede recurrirse a la pulverización de agua alrededor de la planta, sin mojar las brácteas. Esta práctica ayuda a compensar el ambiente seco típico de los interiores invernales.

El exceso de humedad en el sustrato, sin embargo, constituye uno de los principales riesgos, pues puede originar pudrición de raíces.

Riego, nutrientes y manejo adecuado del sustrato de la flor de Pascua

El vivero sugiere emplear riego por inmersión, siempre después de comprobar que la capa superior del sustrato está seca. La maceta se introduce en un recipiente con agua tibia durante unos 15 minutos y se deja escurrir por completo antes de colocarla de nuevo en su emplazamiento. Esta práctica reduce la posibilidad de encharcamiento.

La frecuencia, en condiciones normales, varía entre cada tres y cuatro días, aunque puede ajustarse según la temperatura del entorno. La falta de agua suele manifestarse con hojas arrugadas.

Para complementar el crecimiento, puede utilizarse fertilización quincenal con abonos específicos para plantas con flor. Estos productos ayudan a sostener la actividad vegetativa y a mantener una coloración estable durante el periodo de floración.

Otros cuidados que contribuyen al mantenimiento incluyen:

Origen, características botánicas y comportamiento de la flor de Pascua

La flor de Pascua (Euphorbia pulcherrima), originaria de México y Centroamérica, pertenece a la familia Euphorbiaceae.

En España, su proliferación ha sido notable, con Almería como una de las zonas productoras más relevantes. Existen más de 100 variedades cultivadas con distintos colores de brácteas, aunque el rojo sigue siendo predominante en la demanda estacional.

Se trata de un arbusto caducifolio que, en condiciones naturales, puede alcanzar hasta cuatro metros. Las brácteas que parecen pétalos no son flores, sino hojas modificadas que rodean las inflorescencias.

La necesidad de controlar la duración del día influye en su manejo doméstico. Las noches largas, combinadas con un entorno estable y humedad moderada, permiten que mantenga su forma y color durante semanas.

Tras la floración, puede realizarse una poda ligera, dejando tallos de entre cinco y diez centímetros, práctica habitual entre cultivadores que desean conservar la planta para el ciclo siguiente.