5 años del 1-O

Las imágenes que desmontan la mentira independentista de que el 1-O fue pacífico y sin violencia

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Diana Arias

La cara más violenta y salvaje del independentismo catalán la descubrimos el 1 de octubre de 2017. El Gobierno separatista de Carles Puigdemont organizó un referéndum ‘fake’ sin ningún tipo de garantía que hizo que sus seguidores, engañados, salieran en masa a votar. Los radicales desataron su ira contra la Policía y la Guardia Civil que intentaba evitar la votación ilegal. El Ejecutivo de Mariano Rajoy no logró encontrar las urnas para evitar la consulta y llegaron a ser utilizadas como armas contra los propios agentes.

El mandato policial era claro: impedir a toda costa el referéndum ilegal. Los agentes acudieron a los centros de votación para confiscar las urnas y precintarlos, y lo que se encontraron fue una violencia extrema que acabó en cargas policiales. Pero esas agresiones no las sufrió la Policía autonómica, los Mossos d’Esquadra, que permanecieron impasibles ante el desafío soberanista y decidieron no actuar.

Precisamente esa violencia por parte de los seguidores de Puigdemont fue la que hizo que la Fiscalía solicitara que los responsables políticos del 1-O fueran condenados por rebelión, pero, finalmente, se quedó en sedición y más tarde en el indulto por parte de Pedro Sánchez.

La violencia desatada durante el 1-O fue brutal, pero ya empezó días antes. Los radicales separatistas se organizaban para atacar comisarías, señalar a los agentes e impedir el despliegue policial que el Gobierno central estaba organizando para controlar el referéndum. Los cachorros de la CUP y la extrema izquierda no dudaron en enfrentarse a las «represoras» Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, como ellos decían, para imponer su Estado independiente catalán.

El 1-0 será recordado como un día trágico para la historia de España. Un día en que se violó la legalidad y que días más tarde, concretamente el 10 de octubre, se tradujo en una declaración unilateral de independencia por parte del por aquel entonces president Carles Puigdemont. Una independencia que duró exactamente ocho segundos, pero que provocó todo un terremoto social y político que acabó con las calles de Cataluña ardiendo y con los golpistas condenados por sedición.

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