Vicente Gil: «Feijóo tiene el deber democrático de bloquear el CGPJ para que Sánchez no lo asalte»

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Habrán escuchado ustedes en las tertulias eso de que el PP «bloquea» la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Qué importante es el lenguaje y qué bien lo coloca Moncloa en los argumentarios matutinos que envía al «equipo habitual» del NO-DO sanchista que ustedes ven en las teles a diario.

De esto sabe mucho el nuevo presidente de la Agencia Efe, Miguel Ángel Oliver, cuyo trato personal conmigo en Moncloa fue impecable y profesional. Pero lo cortés no quita lo valiente. En otro alarde de democracia avanzada, Sánchez ha colocado a su antiguo secretario de Estado de Comunicación al frente de la Agencia Efe. Fue la persona encargada de diseñar el mayor ataque al derecho a la información ocurrido en democracia. El sistema, durante la pandemia, por el cual los periodistas y todos los medios aceptaron (esto fue lo grave) enviarle por adelantado las preguntas para que Sánchez se las preparara en aquellas soporíferas comparecencias de los sábados. Una aberración que no ocurrió en ningún otro país democrático durante el covid.

Las cosas que tiene la vida. Oliver fue el encargado de comunicarle (en una cafetería y a bocajarro) al periodista Fernando Garea su cese al frente de la Agencia Efe porque al jefe le parecía poco progubernamental. Garea les salió medio rana. Si Oliver cesó a Garea por esta razón, no hace falta ser un lince para imaginar a qué va Miguel Ángel Oliver a la Agencia Efe.

Sumen a esto, lo de Armengol en el Congreso, lo de Pumpido en el TC, lo del Fiscal General del Estado, el enchufe múltiple y permanente de Dolores Delgado, lo de Magdalena Valerio en el Consejo de Estado, lo de Elena Sánchez en Rtve, lo de Tezanos en el CIS, lo del bailongo de Iceta en la Unesco y ya, lo último, lo de Héctor Gómez, al que Sánchez ha nombrado, nada menos, embajador de España ante la ONU.

Es una vergüenza y una tomadura de pelo que ha puesto en pie de guerra a los diplomáticos, los únicos funcionarios del Estado -casi- que aún no se habían levantado contra el Gobierno y la amnistía. El cabreo del cuerpo diplomático es morrocotudo porque llueve sobre mojado y ahora andan por el mundo explicando lo guay que son Puigdemont y la amnistía cuando llevaban seis años defendiendo lo contrario.

Imaginen la enorme responsabilidad de un embajador de España ante la ONU. Lo que hay en juego para nuestros intereses. Analicemos al personaje.

El tal Gómez es licenciado en Ciencias del Trabajo, graduado en Derecho y diplomado en Turismo, pero quédense con la idea básica de que la mayoría de su vida sólo ha trabajado a sueldo del PSOE. Dice en su CV: «Su carrera en el ámbito profesional está vinculada al sector turístico, del que tiene un gran conocimiento, y, en el ámbito público, como técnico en la administración local». O sea: nada. Eso sí, la lista de cargos públicos y carguitos del PSOE que tiene no cabrían en un rollo de papel higiénico extendido, que sería el soporte adecuado al detritus político que su nombramiento supone.

A este señor lo envían de embajador ante la ONU con un pastón para colocarlo, pagarle favores o silencios y que sea un mandado. Otro pelota, otro estómago agradecido o, más bien, estómago dependiente, que Sánchez coloca para deterioro de la administración y las instituciones. Este es el nivel de la gente que toma decisiones vitales para nuestra vida dentro y fuera de España. El nivel de cooptación venezolana de las instituciones por parte de Sánchez es alarmante.

Por eso, el PP debe seguir resistiendo la presión que va a empezar a recibir del PSOE, sus socios ultras y la prensa cortesana para eso de «renovar» el Consejo del Poder Judicial. Es mentira. No quiere renovarlo. Quiere okuparlo con magistrados afines que faciliten su plan político: amnistía, referéndum y cambio de régimen.

Fui testigo accidental en directo -hace un año- del golazo por la escuadra que el Gobierno le metió al PP en el Tribunal Constitucional colándole a Pumpido, Inmaculada Montalbán, Balaguer y Segoviano para asegurarse que, llegado al punto actual, el Tribunal Constitucional dé por buena la amnistía y hasta el referéndum. Tan despistado estaba el PP en este asunto, que creían que María Luisa Balaguer (que según sus ilustres y togados compañeros «es podemita total y no tiene ni idea de derecho, como Segoviano») era la mejor candidata de Génova.

El PP es reincidente en bisoñez ante el PSOE, aunque es cierto que, de aquello, seguro que aprendieron en el equipo de Feijóo. Un halo de esperanza es escuchar a Bolaños decir que echa de menos a Teodoro García Egea. Bolaños estaba más cómodo con Teo porque Teo trabajaba para sí mismo y era más susceptible al acuerdo. Con un amigo (o amiga) que Bolaños le enchufara se conformaba.

Por eso, señor Feijóo: ¡No se deje liar! Que no le vuelvan a meter un gol como aquel. ¡Resista! Resistir y bloquear el CGPJ hasta que no haya garantías absolutas y clarísimas de que Sánchez no mete sus sucias manos en él es una obligación democrática. La responsabilidad es enorme. Si cae el Poder Judicial, sólo quedará -aislada en El Pardo- la Corona.

Resista y que se atreva Sánchez, si quiere, a cambiar la mayoría de elección de los miembros del CGPJ como hizo Hugo Chávez en Venezuela. Lo intentará tras las elecciones de junio. La excusa será, ante Europa, que el PP «bloquea» la renovación. Lo intentará aunque no sea fácil. Porque Bruselas ya le advirtió que si lo hacía se quedaría sin fondos y la pasta es lo único que le preocupa para seguir cebando el globo de una economía ficticia con la que comprar votos.

Sánchez necesita la pasta de Europa. Los fondos -como temíamos- están sirviendo sólo para colocar amiguetes en sitios públicos. Estómagos agradecidos como el tal Gómez. El escándalo de la gestión de los fondos haría dimitir a cualquier gobierno. A tres semanas de acabar el año, Calviño y Sánchez siguen sin repartir el 80% de los destinados a 2023. De ese 20% que ya ha repartido, el 80% ha ido a empresas públicas. 2.500 millones de euros le han soltado solamente a ADIF para que los trenes de Óscar Puente descarrilen en Atocha cada dos por tres.

¡Resista, señor Feijóo! Tiene el deber democrático de seguir bloqueando sin complejos para contentar a la Ser o La Sexta el CGPJ y que Sánchez no lo asalte. Su responsabilidad es enorme. En el CGPJ nos jugamos nuestra democracia.

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