Sánchez teme un superdomingo autonómico en 2022 asediado por las crisis con Podemos y sin fondos UE

En Moncloa son conscientes del desgaste que podría sufrir Pedro Sánchez en caso de una derrota en y la debilidad en la que quedaría

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Juan Espadas
Juan Espadas y Pedro Sánchez saludan a su llegada al XIV congreso Regional del PSOE-A (ÁLEX ZEA / EUROPA PRESS).
Joan Guirado

El calendario electoral parece que se va despejando. Bajo esa premisa trabajan en el Palacio de la Moncloa. La fecha marcada en rojo es el 6 de marzo: un superdomingo autonómico. En el gabinete presidencial creen que ese día Juanma Moreno convocará a los andaluces a las urnas. Consideran además que al anuncio del presidente de la Junta de Andalucía se sumarán otros mandatarios como el castellanoleonés Alfonso Fernández Mañueco (PP), el valenciano Ximo Puig y el aragonés Javier Lambán, estos últimos del PSOE. Una idea que no gusta nada en el núcleo duro de Presidencia, desgastado por las tensiones internas con sus socios y con el grueso de los Fondos Europeos de Recuperación aún por llegar.

Pedro Sánchez, que este pasado fin de semana arropó en dos actos distintos a sus candidatos en Aragón y Andalucía, y el que viene hará lo mismo con el de la Comunidad Valenciana, ya está en modo campaña. De hecho, este mismo miércoles comparece en el Congreso a petición propia para vender su gestión y marcar perfil político frente a sus socios de Podemos. El presidente del Gobierno sabe que se juega mucho en ese eventual superdomingo, a un año vista de las elecciones generales. Un mal resultado de Juan Espadas, Luis Tudanca, Ximo Puig o Javier Lambán se le achacará directamente a él. Y está dispuesto a todo para que nada ni nadie ponga en peligro su reelección.

El temor en Moncloa al adelanto electoral en hasta cuatro comunidades -tras el varapalo que sufrió el PSOE en las últimas elecciones regionales de Madrid- es evidente. A Espadas, en Andalucía, no le conoce nadie más allá de Sevilla. Y es su candidato, lo puso él. Como también en su día colocó como presidenciable en Castilla y León a un Luis Tudanca que ganó las elecciones en 2019, pero que no logró gobernar. Mañueco, que se quedó a seis escaños, podría dar el sorpasso y convertir a los socialistas en segunda fuerza política. En Comunidad Valenciana y Aragón, aunque todos los sondeos dan a Puig y Lambán la victoria, sus triunfos no son imputables internamente a Pedro Sánchez. Y es consciente de ello.

Pero, lo que más preocupa al presidente y a su equipo, es lo débil que puede quedar él la misma noche electoral. Aunque si logra aprobar los Presupuestos antes de acabar el año estos le darán la garantía de poder agotar la legislatura -como viene repitiendo en las últimas semanas- lo cierto es que un mal resultado de los socialistas tendría consecuencias en el seno de la coalición. Podemos, como la oposición, aprovecharía la debilidad del partido de Sánchez para añadir más presión a su gestión diaria. Y aunque Sánchez pueda llegar a finales de 2023 prorrogando las cuentas que sus socios le aprueben este ejercicio, se quedaría sin la posibilidad de legislar y dar respuesta a algunas de sus promesas electorales. Y, de momento, para eso Moncloa no tiene plan B.

El porqué del adelanto

Las causas por las que unos y otros se ven obligados a pulsar el botón electoral son bien distintas. Mientras Moreno y Lambán tienen serios problemas para aprobar los Presupuestos por la falta de mayoría, y ven en un adelanto electoral un refuerzo a sus proyectos políticos, Puig y Mañueco quieren aprovechar la fecha para distanciarse de sus socios de coalición y buscar una fórmulaque les permita gobernar sin tantas ataduras. La delicada situación de Compromís y Podemos en la Comunidad Valenciana y las diferencias con Ciudadanos en Castilla y León son claves en su decisión. En Andalucía y Aragón, la descomposición de Ciudadanos y las discrepancias entre el PAR y la Chunta también empujan a Moreno y Lambán.

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