Crisis del coronavirus

El plan anti-brotes del Gobierno convierte ahora en «alto riesgo» un evento como el 8-M

Madrid
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

Tras autorizar y jalear el 8-M, incluso negar su impacto en la propagación del coronavirus, el último plan del Gobierno frente a la pandemia -dirigido a contener los rebrotes- pone el foco en los eventos de masas, en tanto situación propicia para la expansión de la enfermedad. El Ejecutivo insta a cancelar o aplazar dichos acontecimientos para proteger a la población ante un repunte del virus. En la clasificación que el Gobierno maneja para valorar esa circunstancia, un evento como la multitudinaria manifestación del Día de la Mujer, que reunió sólo en Madrid a 120.000 personas, sería considerada de riesgo evidente.

El llamado ‘Plan de respuesta temprana en un escenario de control de la pandemia por Covid-19’ dedica una especial atención a los llamados «eventos súper diseminadores». El Gobierno admite que si la situación epidemiológica se agrava «o las capacidades de respuesta se ven superadas» se podría «declarar la necesidad de adoptar actuaciones coordinadas en salud pública» con las comunidades autónomas. Entre ellas, la cancelación de eventos de masas.

El plan contempla tres escenarios: brotes controlados o casos esporádicos limitados, brotes complejos o transmisión comunitaria esporádica o, el más grave, una transmisión comunitario no controlada. Ya en el escenario intermedio, se plantea el «aplazamiento, reorganización o restricción de eventos con una elevada concentración de personas». Si el escenario se descontrola, se pasa directamente a la cancelación.

La anticipación ante una más que probable segunda oleada pone así en cuestión la actuación del propio Gobierno en marzo, cuando no sólo negó los riesgos del 8-M sino que instó a participar, pese a que, como luego admitió, el virus se encontraba ya disparado. Apenas cuatro días después de las marchas, las ministras Irene Montero (Igualdad) y Carolina Darias (Política Territorial) confirmaron que estaban contagiadas. Dos días después, lo hizo la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez.

Riesgo de cantar

El documento dedica un apartado específico al «riesgo en entornos con alta concentración de personas».

En este contexto, el Gobierno admite que «se ha observado un aumento del riesgo de transmisión del SARS-CoV-2 en aquellos establecimientos o eventos con una elevada concentración de personas» y destaca el especial riesgo «si las personas hablan en voz alta o cantan, dado que un mayor volumen de la voz parece estar asociado con una mayor propagación de gotas respiratorias».

«Estos entornos incluyen actividades y eventos religiosos, culturales o deportivos. También otros establecimientos donde puedan darse aglomeraciones como por ejemplo la hostelería, establecimientos turísticos, velatorios o lugares de culto», señala el plan del Gobierno.

Así, incide en que «la decisión de cancelar un evento o cerrar un establecimiento debe seguir a una evaluación del riesgo teniendo en cuenta la situación epidemiológica local y gravedad de la epidemia, y el momento, la duración, el tipo del lugar de reunión (interior/exterior), el tamaño del evento y la zona de procedencia de los asistentes (afectados o no afectados), entre otros».

«En caso de eventos o actividades que puedan suponer una afluencia masiva de personas, las medidas pueden incluir la cancelación, el aplazamiento o la reorganización de un evento y otras medidas organizativas de mitigación de riesgos, así como mecanismos de reembolso que faciliten que las personas con síntomas no acudan a los eventos en los que se prevé una concentración de personas».

Pra evaluar el riesgo, el Gobierno se remite al protocolo ‘Recomendaciones para eventos y actividades multitudinarias en el contexto de nueva normalidad por COVID-19 en España’, que califica los eventos en varias categorías.

Se considera por ejemplo de «alto riesgo» un evento que implique un «alto porcentaje de participantes de  otras áreas con mayor incidencia» -la Comunidad de Madrid era la más afectada de España en marzo- un elevado porcentaje de participantes que realicen «actividades de alto riesgo durante el evento», como «cantar, contacto físico o compartir materiales», donde «no es posible mantener la distancia física en ningún momento», «los participantes están de pie y en movimiento» y existe «un número elevado de lugares donde se puede producir un contacto estrecho». También que el evento en cuestión sea de «larga duración» (más de dos horas). Circunstancias todas ellas que se produjeron el 8 de marzo.

«Un elemento de partida en la evaluación del riesgo es la situación epidemiológica, que debe constatar un nivel bajo de transmisión en la comunidad autónoma, provincia, municipio o unidad territorial en el que se desarrolle el evento», avisa el Ejecutivo. Aquel día, el virus se encontraba ya disparado en la Comunidad de Madrid, como luego demostró la explosión de contagios en los días posteriores. De hecho, Sanidad acabó admitiendo que las infecciones se venían produciendo ya desde finales de febrero y que, horas antes de las manifestaciones, se sabía del incremento de casos en la región.

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