GOBIERNO

Sánchez aparta a su equipo de escritores y redacta sus discursos para imprimir épica y atacar a Feijóo

Mientras Moncloa trata de presentar a un Sánchez más cercano y humano, él, apuesta por bajar al barro y "confrontar" directamente con Feijóo

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Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. Foto: EFE
Joan Guirado

Pedro Sánchez quiere tenerlo todo bien atado. Tan es así que ya no se fía ni de sus propios colaboradores. En este caso de los escritores que se encargan, o encargaban, de redactar la totalidad de los discursos del presidente. El último, que leyó este lunes ante los grupos parlamentarios en el Congreso, en el Senado y en el Parlamento Europeo, lo escribió él mismo con el objetivo de imprimir épica e incluir tantos ataques como desee a Alberto Núñez Feijóo. Y es que tras el pleno de la semana pasada en la Cámara Alta, donde usó sus turnos de réplica no redactados desde La Moncloa para atacar al jefe de la oposición, el presidente se ha inclinado por seguir esta estrategia. Aunque desespere a algunos en el complejo presidencial y genere cierta controversia en el PSOE.

Porque mientras su equipo trabaja en una suerte de campaña cuya voluntad no es otra que la de presentar a un Pedro Sánchez más cercano y humano, él, apuesta por bajar al barro y «confrontar» directamente con Feijóo. Tal como hizo en su momento con Pablo Casado, con un resultado que entonces le benefició bastante, el jefe del Ejecutivo trata de desesperar al líder de los populares para que entre en el cuerpo a cuerpo con él y así se desgaste en los sondeos. Fía su remontada a eso. Pero Feijóo no es Casado. Y el pasado martes, en el Senado, pese a los intentos de Pedro Sánchez no cayó en el insulto que sí usó un presidente que sigue empeñado en el intento de «desmontar su moderación». Un objetivo compartido con su equipo que, sin embargo, discrepa de las formas de conseguirlo.

Los discursos han sido siempre uno de los temas que más tensión han generado en el gabinete presidencial con la llegada de Sánchez. No perdona errores en sus intervenciones. Prueba de ello fue la decisión, en julio, de echar por tierra el documento que había supervisado su jefe de gabinete Óscar López para el Debate del Estado de la Nación. Días antes el novelista Luisgé Martín, su escritor de cabecera hasta entonces, dejó el Gobierno para viajar hasta Los Ángeles como director del Instituto Cervantes, un regalo de Sánchez en agradecimiento por los servicios prestados. En su puesto fichó al ex secretario de Estado de Migraciones Jesús Perea, que había dimitido días antes como número dos de José Luis Escrivá.

Debates

Se gustó tanto en ese careo con el jefe de la oposición, que este lunes Sánchez ya advirtió a Feijóo y a sus parlamentarios que habría más sesiones como la de la semana pasada. «Habrá más debates dados los resultados», afirmaba en su intervención en la Cámara Baja. Se vio ganador. El presidente, señalan en su equipo, quiere «más tú a tú, que contrapongan un proyecto de país contra el que no tiene proyecto alguno».

El hecho de que Alberto Núñez Feijóo sea senador y no diputado, obliga al líder socialista a dar una importancia que nunca se le había dado hasta ahora a la Cámara Alta situando allí debates que por lo general se celebraban en la Carrera de San Jerónimo. De paso, así también deja fuera del foco mediático a los principales partidos nacionales del arco parlamentario en su apuesta por la confrontación directa con el PP. Pues ni Vox, ni Ciudadanos ni Podemos tienen grupo propio en la Cámara territorial.

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