España
EL EX PRESIDENTE DE LA GENERALITAT DECLARA DURANTE 45 MINUTOS ANTE EL TSJC

Mas presume de idear el 9N pero culpa de su celebración ¡al Tribunal Constitucional!

Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau -presidente, vicepresidenta y consejera de Enseñanza de la Generalitat el 9 de noviembre de 2014, respectivamente- se jugaban con su declaración este lunes ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) largos años de inhabilitación -diez, nueve y nueve- por desobediencia grave y prevaricación por la celebración de un referéndum suspendido por el Tribunal Constitucional (TC).

La mañana ha transcurrido sin demasiadas sorpresas. Tampoco en la calle, donde estaba prevista una exhibición de fuerza que ha concluido con los acusados llegando al banquillo con media hora de retraso. A las ocho en punto, Carles Puigdemont y su Govern al completo han recibido a Mas, Ortega y Rigau en la plaza de Sant Jaume para recorrer con ellos el poco más de un kilómetro que separa el Palau de la Genetalitat del TSJC.

Pero los ‘protagonistas’ se han recreado y con paso lento, paradas para fotografiarse en lugares que consideran simbólicos de su causa y saludos en apariencia emocionados incluso cuando el reloj ya había superado sobradamente la hora de citación, se han dado un baño de masas dirigido a los responsables de determinar las consecuencias penales y a Madrid, donde las principales fuerzas salvo Podemos han visto poco más que una teatralización.

Carles Puigdemont y su Govern arropan a Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau. (Foto: EFE)

El principal de ellos, Mas, se ha responsabilizado de la «iniciativa política» del «proceso participativo», añadiendo que su equipo se limitaba a seguir las «directrices», pero ha desviado la atención hacia el Parlament, que le autorizó de forma mayoritaria a seguir adelante, y hacia los voluntarios, que, como han corroborado en adelante Ortega y Rigau en sus turnos de palabra, se ocuparon de la «organización».

«¿Cómo puede ser que el TC no hiciera cumplir su resolución?»

«No había ánimo de cometer ningún delito ni de desobedecer a nadie», ha asegurado Mas a preguntas de su abogado, Xavier Melero -ninguno de los tres ha respondido a la Fiscalía-, que se han prolongado 45 minutos y que han ido dirigidas a que el ex mandatario autonómico pusiera asimismo -y sobre todo- en cuestión el hacer del TC: «Si tan evidente era que era un delito, ¿cómo puede ser que no hiciera nada para hacer cumplir su resolución?»

Mas, que alega ahora que desconocía las consecuencias que este camino le podía deparar por la «imprecisión» de la sentencia que lo prohibía, ha incluido entre sus justificaciones, que ha desarrollado sereno, que era sabido que el resultado no era vinculante, por lo que la votación no puede leerse de otra forma que como una consulta a los ciudadanos incluida en las competencias atribuidas a la Generalitat.

Irene Rigau, Artur Mas y Joana Ortega ante el tribunal que les juzga por el 9N. (Foto: EFE)

Llegado al tribunal como si del Mesías se tratara, ha bajado a la tierra para exponer que tan sólo se limitó a elegir entre «el deber de atender» lo que él entiende como «clamor de la calle» y «mandato parlamentario» -fruto de unas «elecciones democráticas que nadie impugnó ni cuestionó», ha subrayado- y un texto del TC que ha calificado como «genérico». Su decisión, ha zanjado, «no fue un capricho individual ni una ocurrencia».

«La Fiscalía no actuó para parar el proceso participativo»

De esto se extrae que Mas quiere figurar como padre pero no como ejecutor, dado principalmente que de ser considerado como tal por los magistrados a los que ha tenido enfrente, no podría ser candidato a las próximas elecciones, una vez Puigdemont descartó su continuidad en el poder. Lo llamativo es que haya deslizado que con otro lenguaje, se entiende que más contundente, el TC podría haber derribado el referéndum.

Mas también cree -o así lo dicta su estrategia de defensa- que la Fiscalía «no actuó para pararlo» el mismo día que se sacaron las urnas, lo que para él es signo evidente de que la jornada carecía de trascendencia más allá de conocer el sentir de los catalanes.

En estos términos ha transcurrido una sesión con tanto preámbulo y ruido como contenido y la presión queda sobre los jueces, que tienen la tarea de hilar fino tras un debate técnico sobre si los hechos -de los que Mas ha enfocado su apariencia- encajan en los delitos en liza.