Nuevo choque entre el Rey y su padre

Juan Carlos I exige llevarse los archivos de Don Juan del Palacio Real y Felipe se niega

Juan Carlos I y Don Juan
Don Juan Carlos en Roma junto a Don Juan y la hermana de éste, la infanta Beatriz de Torlonia (Foto: EFE)
Carlos Cuesta

Mientras se vuelve a debatir sobre el deseo del Rey emérito de volver a España, otro asunto ha elevado el muro entre padre e hijo, que vuelven a chocar. Esta vez porque Don Juan Carlos tiene una petición: que los archivos de su padre, Don Juan, sean trasladados del Palacio Real a Zarzuela. Pero Don Felipe se niega a ese traslado.

El Archivo General del Palacio Real cuenta con un fondo documental de la Casa de Su Majestad el Rey que abarca desde 1955 hasta 2007. Esos archivos contienen datos de la vida y de los preparativos del funeral del padre del Rey emérito, el Conde de Barcelona. Y el propio Don Juan Carlos ha deslizado ya comentarios en el libro Mi Rey depuesto, de Laurence Debray, aludiendo a ese último aspecto: “El entierro de mi padre fue muy bonito. Ahora debo pensar en el mío”, señala en el mencionado libro.

Acaba de salir a la venta en las librerías francesas el libro Mi Rey depuesto (cuyo título original en francés es Mon roi déchu). Se trata de una obra escrita por Laurence Debray durante una visita al emérito en Emiratos Árabes Unidos. El libro ahonda en la faceta más humana de Juan Carlos I y uno de los apartados que más eco ha tenido se centra precisamente en la muerte de su padre, Don Juan.

Tal y como se relata en Mi Rey depuesto, tras una conversación sobre el entierro del príncipe Felipe de Edimburgo, primo lejano del Rey emérito, Don Juan Carlos le trasladó a Debray sus inquietudes sobre su muerte y lo que pasaría después: “El entierro de mi padre fue muy bonito. Ahora debo pensar en el mío”.

Justo en el momento en el que se conocen estas confesiones del emérito es cuando se descubre igualmente el interés de Don Juan Carlos por los archivos de su padre. Y su interés por que se encuentren en Zarzuela.

El emérito pide. Pero el Rey no está por la labor, ni mucho menos. Y el Rey y jefe de Estado es Felipe VI. La petición puede ser vista como una injerencia. Es más, puede, evidentemente, ser vista como una planificación de la llegada de Don Juan Carlos a España. Y ninguna de esas interpretaciones beneficia al actual Monarca. La negativa de Felipe VI ha sido tajante.

No quiere que se acaten las peticiones del emérito. Y defiende que los mencionados archivos de Don Juan se tienen que quedar donde se encuentran. No por ninguna preferencia con respecto a los archivos, sino porque esos documentos corresponden, a efectos de Patrimonios Nacional, al Estado, y, a efectos familiares, a la familia que Felipe VI representa en estos momentos como principal figura. El choque entre el Rey y su padre está servido.

Su deseo de volver a España también es motivo de choque con Don Felipe. Preguntado en el libro de Debray sobre una posible vuelta, Juan Carlos I señala lo siguiente: “No lo sé. Algunos están muy contentos de que me fuera”. Juan Carlos de Borbón, de 83 años, se fue de España el 3 de agosto de 2020 y se instaló en Emiratos Árabes Unidos después de que la sombra de escándalos económicos y tributarios se cerniera sobre él.

No se trata de la primera vez que el emérito muestra su interés por volver a España. Pero es que, ahora, además, la Fiscalía del Tribunal Supremo sopesa archivar la investigación sobre Juan Carlos I. El Ministerio Público baraja esta posibilidad al valorar que algunos de los presuntos delitos habrían ocurrido cuando el emérito era inviolable, otros estarían prescritos y “hay una falta de peso probatorio en otros”, según fuentes de la Fiscalía.

Además, el Rey emérito ha realizado ya dos regularizaciones fiscales por alrededor de cinco millones de euros. El Monarca ya presentó una declaración ante la Agencia Tributaria para regularizar su situación fiscal el pasado mes de diciembre, cuatro meses después de su salida de España, en relación al uso de tarjetas bancarias por parte de Juan Carlos I y sus familiares con fondos opacos del empresario mexicano Allen Sanginés-Krause, y en febrero presentó la segunda declaración.

El equipo de fiscales, al frente del cual está el teniente fiscal del Supremo, Juan Ignacio Campos, tomará la decisión sobre Juan Carlos I en pocas semanas. Y ello puede suponer una paralización de las investigaciones judiciales sobre este caso y un freno en la polémica que rodea al emérito, algo que, en pura lógica, podría hacer aumentar las ganas de Don Juan Carlos de regresar. Por ejemplo, como comenta en el libro mencionado, para organizar su propio funeral.

La Fiscalía del Supremo tiene abiertas, en estos momentos, tres investigaciones al emérito: la del supuesto cobro de comisiones por la concesión del AVE a La Meca a empresas españolas; la que hace referencia al presunto uso por parte de Juan Carlos I y otros familiares de tarjetas de crédito opacas con cargo a cuentas en las que no figuran como titulares; y la que analiza la existencia de una cuenta con 10 millones de euros a nombre del ex jefe de Estado en la isla de Jersey, un paraíso fiscal. El archivo de esas actuaciones supondría toda una tregua en favor de Juan Carlos I.

Regreso a España

Lo cierto es que, hasta ahora, ni Moncloa ni Zarzuela han considerado que sea el momento para que Juan Carlos I vuelva a España. Ni siquiera en visita relámpago. Pero, también es verdad que Don Juan Carlos, pese a ello, lo ha pedido en reiteradas ocasiones: quiere volver a España. Una de las últimas peticiones sucedió hace menos de un año -en febrero- con el objetivo de volver “tres o cuatro días” para poder recoger sus enseres. Y la respuesta de Moncloa y Zarzuela fue en aquel momento rotunda: “No”.

Juan Carlos I quería regresar en un viaje de muy corta duración a España. Una visita de “tres o cuatro días” con el propósito de organizarse para su larga estancia en el extranjero. Para recoger enseres y poco más. Los planes del emérito no descartaban ya entonces que Emiratos Árabes siguiera siendo su lugar de referencia durante un periodo de tiempo considerable. Pero el rechazo de Moncloa y Zarzuela a que el Rey emérito pudiera ser detectado en España en plena polémica fue tan absoluto que ni siquiera ese tipo de estancia de urgencia fue autorizada.

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