Borrell: «El separatismo catalán daña la imagen de España pero el Estado no va a perder este combate»
Josep Borrell ha presentado este martes las líneas maestras de su Ministerio de Asuntos Exteriores, “y también de Unión Europea y Cooperación” en el Nueva Economía Fórum, en una conferencia que ha reunido a ministros, diputados de todo signo político —de ayer y hoy—, y periodistas. Se ha empeñado en sentar las bases de lo que es su labor en el departamento y en aclarar, “una vez más” que él no es “le ministro para asuntos catalanes… aunque un poco sí”. Y es que, por encargo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y por convicción propia, Borrell ha llamado la atención insistentemente en una cosa: “La imagen de España está dañada en el exterior por la campaña de los independentistas, pero escúchenme una cosa, el Estado no va a perder este combate”.
Borrell llegaba este martes, día posterior al anuncio Sánchez de que se avecina al menos un intento de reforma constitucional, a tratar de parar, templar y mandar en lo que son las responsabilidades de su Ministerio. Ha hablado de “las oportunidades que estamos perdiendo en África”, del “desafío populista, que no se circunscribe sólo a un problema europeo o de los EEUU de Trump” y de la “dimensión latinoamericana de nuestra política exterior, en la que destaca “Venezuela, un problema que”, ha dicho, en un arrebato coloquial, “no sabemos cómo abordar”.
Pero por su condición de histórico líder socialista —ex ministro de muchas cosas, ex presidente del Parlamento Europeo, candidato no nato a la Presidencia del Gobierno en las primeras primarias del PSOE— y, sobre todo, catalán comprometido en lo personal con el sistema constitucional democrático español, una parte sustancial del peso de su intervención en el salón principal del hotel Westin Palace de Madrid ha girado alrededor del desafío separatista en Cataluña.
Así, Borrell ha salido al paso de las recientes palabras desde prisión de Oriol Junqueras, ex vicepresidente de la Generalitat, en las que aseguraba que “la solución es votar en referéndum, como se hace en todo el mundo civilizado”.
El ministro, como si otra vez tuviera enfrente a Junqueras —a quien desenmascaró en más de un debate televisado que se ha hecho viral—, ha reaccionado soliviantado a su propia cita de las declaraciones por carta del político en cancelado: “¿Pero de dónde se ha sacado que estas cosas se votan en todo el mundo civilizado? El Veneto en Italia pidió referéndum, el Gobierno le dijo ‘no, la Constitución lo impide’; Baviera en Alemania, lo mismo; dos estados de EEUU, lo mismo…”
Y, tras apuntar que ni la situación del Québec en Canadá se puede equiparar, ha apostillado: “Sólo se ha votado una cosa así con Escocia. Y porque lo decidió por sí mismo David Cameron, que no pasará a la historia como el mejor primer ministro del Reino Unido… porque se jugó el país al póquer dos veces”.
Al Gobierno de Mariano Rajoy se le acusó de no haber contrarrestado el relato separatista, de haber contribuido a la retirada del Estado en Cataluña con una actitud abúlica, y de no haberse trabajado a la opinión pública internacional, limitándose a recabar apoyos gubernamentales cuando la cosa se puso fea. Borrell, quien como expolítico retirado y catalán de pro se puso al frente de las manifestaciones constitucionalistas contra el golpe separatista de hace un año en Cataluña, se ha puesto manos a la obra en lo que le toca al recoger la cartera ministerial.
La semana pasada, el ministro estuvo en Estrasburgo y, además de atender el Pleno del Parlamento Europeo que albergó el Debate sobre el estado de la Unión —“el presidente Sánchez se empeñó en que el nombre de la UE constara en el título del Ministerio porque le proyecto de este Gobierno tiene en el corazón el proyecto europeo”— se reunión con el secretario general del Consejo de Europa, garante de los derechos y la democracia en el continente. Thorbjorn Jagland salió del encuentro dando un espaldarazo monumental al Estado de Derecho en España: “No tengo ninguna duda de que España es una democracia consolidada, y que la separación de poderes funciona perfectamente”, respondió a la cuestión de si en España hay “presos políticos”, mantra del separatismo de lazo amarillo.
“Que lo diga yo no tiene ningún mérito”, ha recordado Borrell, “pero mi labor es conseguir esos posicionamientos de las instituciones internacionales, y cuando los logro, hacerlos públicos”, ha remarcado, “y es de suma importancia que esto cale”. Y es que Borrell, aunque escuchándolo estuviera otra ministra catalana y, precisamente encargada del asunto de las Administraciones Territoriales, Meritxell Batet, ejerce como apagafuegos autorizado del Consejo de Ministros. Se ha encargado de fijar el discurso en el tema catalán tanto como de explicar la polémica de las bombas de precisión vendidas a Arabia Saudí, quemándose por el camino.
“Bueno, a que me llamen ‘traidor’ ya estoy acostumbrado”, ha contestado a una pregunta de este medio sobre la opinión que suscitó su reunión con Jorge Arreaza, ministro venezolano de Exteriores. “Me llaman ‘traidor’ en muchos idiomas, en catalán también”, ha dicho sonriendo y arrancando las risas entre los asistentes. “Antes desde uno de los lados, ¡y ahora también desde el otro!”. Ésa ha sido su manera de quitarle hierro a otras declaraciones que hizo en su periplo europeo hace una semana, en una entrevista a la BBC, en la que dijo que siente “Cataluña como una nación, no como una región” y que él “preferiría que los separatistas presos no estuvieran en la cárcel”.
Cuando ha llegado el turno de preguntas, éstas han versado sobre los más diversos temas: si hay un Ministerio transversal es el suyo, que través de la diplomacia toca todos los palos de la política: la comercial, la geoestratégica, los derechos humanos, la cooperación… Y ha habido unas palabras a propósito de la UE que bien se podrían trasladar a la política española del momento: “Se acabó el consenso pasivo en Europa”, ha dicho en referencia a la importancia de las próximas elecciones europeas de mayo. “Durante mucho tiempo hemos dejado a los líderes, casi unos iluminados, que nos levaran por el proyecto europeo incluso sospechando que ni ellos mismos sabían adónde iban”. Pero Borrell cree que ha llegado el momento de explicarse bien a la ciudadanía y hacerle ver la trascendencia de sus decisiones.
Ha trazado un paralelismo implícito entre los populismos nacionalistas y los regionalismos excluyentes como el catalán. “El desafío populista, euroescéptico, que invita a los ciudadanos que se sienten desamparados a plegarse a lo conocido, a su Estado-nación” puede desestabilizar el proyecto común europeo. Como el secesionismo catalán rompería “con graves consecuencias” la institucionalidad en España. “No soy el ministro para asuntos catalanes”, ha insistido, “ pero un poco sí, porque vivimos una amenaza muy grave en nuestra integridad territorial, nos quieren amputar un 20% de nuestro PIB… no es una broma”.
Y finalmente, ha extendido su receta: “Primero, rebajar esta insoportable tensión, aunque sólo podemos hacer nuestra parte, hace falta que el Govern haga la suya. Y después, diálogo. Eso sí, siempre dentro del marco constitucional”.
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