Iglesias se acerca aún más a los ‘anticapitalistas’ y firma un divorcio definitivo con Errejón
Guerras de familias… por un trono. La política interna de Podemos se vive como en la popular serie de ficción, la preferida de Pablo Iglesias.
El reciente movimiento de Tania Sánchez y Rita Maestre para presentar una candidatura a las primarias en la Comunidad de Madrid tiene una lectura determinante para la hoja de ruta que el partido deberá abordar en los próximos meses.
Iglesias respondió este jueves a este movimiento con un «habrá proyectos mejores», con el que no ocultó la indignación provocada en la cúpula pablista.
El líder morado entraba así de lleno en la crisis de Podemos en la Comunidad de Madrid, con una apuesta clara: la de Ramón Espinar, diputado en la Asamblea madrileña.
“En cualquier caso, insisto en que tengo que mantener una distancia prudencial, pero creo que he sido más que explícito con ustedes”, admitió ante los periodistas.
Se da por hecho que esa candidatura, que aún no se ha presentado de forma oficial, estará avalada por el sector Anticapitalista de Miguel Urbán, el más crítico y radical del partido y en su momento, y paradójicamente, el más combativo también contra Pablo Iglesias.
Aliados contra los ‘errejonistas’
La relación entre Iglesias y esta corriente –en el germen del nacimiento de Podemos– ha atravesado toda suerte de altibajos, aunque desde hace meses se encuentra encauzada, precisamente por el interés del líder emergente de blindarse ante los ‘errejonistas’.
La reconciliación definitiva empezó en marzo cuando, tras la fulminante destitución del secretario de Organización Sergio Pascual, afín a Errejón, Iglesias eligió como recambio a Pablo Echenique, uno de los dirigentes más respetados por esta corriente.
Con esa elección, un claro desplante de Iglesias a Errejón y una victoria para los Anticapitalistas, Iglesias tomaba una postura definitiva en los debates sobre la organización de Podemos, en contra de su secretario de Política: una vuelta a la esencia del partido, al movimiento popular y a la ‘lucha’ en las calles en lugar de la estrategia de moderación que hasta entonces había logrado imponer Errejón. Un golpe vital en pleno debate sobre la reconstrucción del partido y un logro para quienes, como los Anticapitalistas, reprochaban que Podemos se hubiera despegado de los territorios y los círculos.
En aquel movimiento hubo una estrategia clara del secretario general de blindarse ante las múltiples fisuras que había provocado la ‘crisis’ madrileña, con la dimisión, primero del secretario de Organización de Podemos en Madrid, Emilio Delgado, y, después, de otros nueve miembros del Consejo Ciudadano de la Comunidad en protesta por la gestión del líder en Madrid, Luis Alegre, un destacado ‘pablista’.
La llegada de Echenique fue determinante en el proceso de negociaciones con el PSOE, en las que finalmente se impuso la visión de los Anticapitalistas: ‘no’ a cualquier acuerdo que no fuese el de un “gobierno a la valenciana”, sin presencia de Ciudadanos.
Un Podemos más radical
Los Anticapitalistas han recuperado en Podemos un protagonismo del que se vieron desposeídos cuando el movimiento se convirtió en partido.
Esta corriente, que lidera el eurodiputado Miguel Urbán y en la que se identifican otros destacados dirigentes como Raúl Camargo, diputado en la Asamblea de Madrid, defiende una vuelta a los orígenes de Podemos y al controvertido programa de las europeas.
“El ciclo político es muy cambiante y si no sabes entender los cambios muy fácilmente te pueden llevar por delante. Hay que adoptar posiciones políticas ofensivas”, afirman desde esta corriente, partidaria de descentralizar las estructuras y de retomar la movilización en las calles, así como de dotar a Podemos de un liderazgo más «femenino».
Sobre el actual bloqueo del escenario político son rotundos: el adversario es el PP, pero también el PSOE. Desde este sector consideran que, de apoyar a un gobierno socialista, sería en todo caso con un pacto de investidura. Jamás entrando en el Ejecutivo, como en su día sí reclamó Iglesias exigiendo la vicepresidencia y el control sobre algunos ministerios clave y el CNI, entre otros.