España rechaza el comunismo y los radicalismos

Unidos Podemos ha perdido 1,2 millones de votos en seis meses. Eso es lo que han dejado claro los españoles de lo que han aprendido desde el pasado 20 de diciembre. Si el 20D sólo Podemos logró 5,2 millones de votos e Izquierda Unida rozaba el millón, su suma era de 6.139.494 votos. Pero en la noche del 26J esa suma no ha sido real: Unidos Podemos se ha quedado en poco más de cinco millones. Los españoles han preferido la moderación, sumando 600.000 votos al PP y manteniendo al PSOE al frente de la izquierda.
Tras las elecciones del pasado 20 de diciembre nadie quiso llegar a un pacto con el Partido Popular. España salía de la crisis, creaba empleo y se bajaban los impuestos, pero todos prefirieron apostar por su interés y no el de los españoles. Sobre todo, los radicales de Podemos.
La estrategia contra el partido ganador de las elecciones, el PP, consistió en un cordón sanitario de Ciudadanos, PSOE y Podemos cada uno con sus propias tácticas concretas. Los del partido naranja tratando de lograr que el líder popular, Mariano Rajoy, se retirara de la ecuación para ofrecer su apoyo. Los de Pedro Sánchez, buscando un pacto a derecha e izquierda imposible por el rechazo mutuo de Podemos y Ciudadanos. Y los radicales de Pablo Iglesias, fiándolo todo a unas segundas elecciones para forzar el hundimiento de los socialistas a través de una alianza con los comunistas de Izquierda Unida. Pero los españoles han visto las jugadas y han ganado por la mano. Han dicho no.
¿Se equivocó Podemos forzando a sus bases a votar contra el Gobierno reformista y de progreso que habían pactado Pedro Sánchez y Albert Rivera? Pablo Iglesias ha dicho en su rueda de prensa que no. Pero los resultados de la noche del 26J arrojan una lectura distinta por parte de los españoles.
Aquélla era su verdadera oportunidad de entrar en un Ejecutivo, pero optaron por forzar la máquina, repartirse los ministerios delante del Rey de España y demostrar su radical forma de entender la política –»hacer política es acumular poder», es su máxima desde que era sólo profesor y tertuliano– exigiendo que sus maximalistas posiciones de partida fueran asumidas de pleno por quien quisiera pactar con ellos.
La unión no hizo la fuerza
Y eso sí lo logró con Alberto Garzón, a cuyo partido antes había llamado «cenizo» y «rémora» para afrontar el «proceso irreversible de cambio» que los de Podemos insisten en proclamar para España. Íñigo Errejón lo volvió a decir en mitad del escrutinio.
Izquierda Unida llegó con su comunismo programático a la coalición con Podemos. Entregó todo su supuesto caudal de votos para barrer los restos que deja la Ley D’Hont en algunas circunscripciones y renunció a todo liderazgo… la asunción de la deuda infinita acumulada de la formación heredera del PCE era el pago a esos supuestos servicios.
Porque de nada sirvió. Los españoles han acudido en masa a las urnas este 26 de junio para rechazar los modelos de la Venezuela de Hugo Chávez y Nicolás Maduro y el del Telón de Acero que sojuzgó a media Europa durante más de 40 años.
La participación ha sido mayor que el pasado mes de diciembre, 69,83% frente al 69,67% y no han comprado esa suma: en política casi nunca es verdad que dos más dos suman cuatro. Porque de 69+2 escaños a 71 no hay ninguna ganancia, y el ‘sorpasso’ que antes sí que existía en votos se ha quedado en nada: ni en escaños ni en votos han superado los radicales y los comunistas a la izquierda moderada del PSOE.
Y eso a pesar de que los socialistas se han pegado una gran bofetada perdiendo más de 150.000 votos y cinco escaños (de 90 a 85). Los españoles «han derrotado al cansancio ejerciendo su condición de dueños de su destino», ha dicho Pedro Sánchez esta noche. «Hemos renovado nuestra condición de fuerza hegemónica de la izquierda», ha proclamado el líder socialista: «Eran más de 20 partidos coaligados sólo para pasar al PSOE, espero que Iglesias reflexione, porque fue su intransigencia y su interés personal lo que hizo que no hubiera un Gobierno progresista que sacar a Rajoy de Moncloa».
El secretario general socialista no estaba satisfecho, porque el PSOE «no ha ganado las elecciones, que es lo que queríamos», pero ha quedado 14 escaños por encima de aquéllos que «venían sólo a por el ‘sorpasso’ sin proyecto de país».
El discurso de Pedro Sánchez tendrá que comprárselo su partido, para mantenerlo o no al frente de la formación. Pero sí que vale para el conjunto de los españoles, que han sabido ver que los radicales criados en la dictadura chavista de Venezuela y los comunistas herederos de los regímenes totalitarios caídos con el Muro de Berlín hace más de 25 años no podían ser los que gobernaran un país que está saliendo de la crisis, generando empleo y recomponiendo su tejido social.