EEUU opera desde Morón los B-52 con capacidad nuclear que están desquiciando a los cazas de Putin
Llega a Rota «el avión del juicio final»: el mando volante de EEUU en caso de ataque nuclear masivo
EEUU exhibe sus bombarderos nucleares B-52 en unas maniobras con España junto a la frontera rusa
España está jugando un papel importante en la estrategia de disuasión que la OTAN, y especialmente Estados Unidos, aplican sobre la Rusia de Putin en el contexto de la invasión de Ucrania. La base militar aérea de Morón de la Frontera (Sevilla) está sirviendo de plataforma para los vuelos que en las dos últimas semanas están realizando los grandes bombarderos B-52H de la Fuerza Aérea estadounidense, la punta de lanza de su capacidad nuclear. Partiendo de Sevilla, los B-52 vuelan, habitualmente en parejas, hasta pocos kilómetros de la frontera rusa, donde son interceptados por cazas de combate a las órdenes del Kremlin. Estos sucesos, cada vez más habituales, no son casuales: los cuatro B-52 sevillanos conforman una unidad llamada BTF-23, que tiene hasta su propio emblema españolizado: la muerte toreando.
Los cuatro B-52 aterrizaron en la pista sevillana de Morón a finales del pasado mes de septiembre, procedentes de una base aérea en Arizona. Estados Unidos dio pocas explicaciones sobre su presencia en España, más allá de que es algo rutinario y que los bombarderos realizaran diversas maniobras por Europa en los próximos meses. Sin embargo, el papel que estas cuatro grandes aeronaves, específicamente diseñadas para ataques de tipo nuclear, está siendo bastante más relevante que el que se esperaba.
Se trata de las aeronaves 60-0034, 60-0056, 60-0026 y 60-0060. Cuatro numerales que en las últimas semanas se han dejado ver en múltiples ocasiones en la frontera de los países bálticos con Rusia. Una zona especialmente caliente en estos momentos por motivos evidentes.
El modus operandi, en esencia, es simple: los B-52, normalmente por parejas, parten de Morón rumbo al norte. Tras sobrevolar algunos países nórdicos y la zona del Mar del Norte -donde en ocasiones realizan maniobras de repostaje en vuelo-, se dirigen hacia el Báltico. Desde allí, enfilan a toda velocidad la frontera rusa, girando en el último momento y tomando la ruta hacia el sur bordeando la frontera de Estonia, Lituania y Letonia. En otras ocasiones han llegado a rodear el enclave militar ruso de Kaliningrado, donde está una de las más bases navales más estratégicas de Putin. En los últimos 20 días lo han hecho, al menos, cuatro veces: los días 3, 11, 16 y 20 de marzo. Se desconoce si portaban armamento nuclear a bordo.
Uno de estos ejercicios de disuasión llevó a una aeronave con capacidad nuclear a estar lo más cerca de la frontera rusa que los analistas recuerden, a apenas 20 kilómetros del límite geográfico ruso.
Todos estos vuelos han tenido respuesta por parte de Rusia: cazas de combate Sukhoi han salido a su encuentro en misión de interceptación, llegando incluso a grabarse y distribuirse imágenes del momento. De hecho, estas misiones recientes se han realizado en todo momento con el transpondedor encendido, el emisor que indica a los radares la identificación de la aeronave. Algo que no suelen hacer estas unidades cuando están en algún tipo de misión… a no ser que la misión sea ser vistas.
Estas icónicas fortalezas aéreas, de 56 metros de envergadura y 48 metros de largo, llevan más de medio siglo siendo claves en la capacidad de disuasión de Estados Unidos. Su armamento nuclear y su enorme radio de alcance los convirtió en elementos esenciales de la estrategia militar durante la Guerra Fría. Estados Unidos los mantenía armados y en vuelo las 24 horas del día en puntos próximos a la Unión Soviética por si, llegado el caso, fuese necesario activar una represalia nuclear contra Moscú. En las últimas décadas, estos B-52H han sido determinantes en las guerras de Irak y Afganistán, pero con la nueva realidad geopolítica internacional vuelven a recuperar en cierta medida el objetivo disuasorio para el que fueron diseñados.
Morón, clave
Estados Unidos lleva ya más de una década apostando de forma decidida por convertir España en un enclave estratégico para sus operaciones militares. Especialmente a través de la naval de Rota y la base aérea de Morón. En el caso de las instalaciones gaditanas, el componente naval del escudo antimisiles tiene allí su base los seis destructores norteamericanos destinados a esa misión.
Desde este mes, la base sevillana acoge también a esa unidad temporal llamada Bomber Task Force 23 (BTF-23) de los B-52H, cuyos pilotos y mecánicos ya han diseñado hasta sus propios emblemas conmemorativos de su misión española: dos parches, uno con referencias a la inquisición española y otro con la muerte, vestida de torero, dando un capote a un toro.
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