Begoña no es una excepción: las polémicas sobre las parejas de presidentes y ministros desde Suárez
Los medios de comunicación desde el arranque de la democracia han fiscalizado a las esposas de los presidentes
Es una constante que se desvelen controversias sobre esa figura que no están regulada en España
Pedro Sánchez ha lanzado una campaña para erigirse como la víctima de los medios de comunicación que fiscalizan las actividades de su mujer, Begoña Gómez. Sin embargo, la totalidad de los presidentes del Gobierno han recibido reproches públicos por sus parejas y familiares. A pesar de que no se abrieron investigaciones judiciales por negocios privados impulsados desde La Moncloa –como es el caso de Begoña Gómez–, el resto de jefes del Ejecutivo español tuvieron que leer en prensa informaciones muy críticas con sus cónyuges.
El primer presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, fue objetivo de la prensa por, supuestamente, no ser fiel a su mujer. Varios medios de comunicación acusaron sin pruebas al jefe del Ejecutivo de mantener una relación extramatrimonial con su jefa de Gabinete: Carmen Díez de Rivera, una amiga personal de Juan Carlos I. En la recién estrenada democracia, algunos periodistas insinuaban que a Amparo Illana su marido le engañaba con una alto cargo en Moncloa, que posteriormente fue designada para ser eurodiputada.
A continuación, Leopoldo Calvo-Sotelo asumió la Presidencia del Gobierno tras la dimisión de Suárez. Al inquilino interino de La Moncloa se le reprochó nombrar ministro a Luis Ortiz, ministro de Obras Públicas y Urbanismo de España. Ese inspector del Estado de profesión era hijo del ex secretario del padre de su mujer, Pilar Ibáñez. Las crónicas de la época recogieron críticas por ese vínculo a través de su esposa.
A Felipe González se le afeó meter en las listas electorales a su entonces mujer, Carmen Romero, para que a buen seguro saliera diputada primero y eurodiputada después. También la familia de su esposa fue objeto de controversia. La hermana de su mujer y el marido de esta incrementaron sobremanera su patrimonio. Diputadas de IU y ERC fueron especialmente duras con González en el Congreso de los Diputados con ese extremo. El presidente socialista se defendía con los mismos argumentos que ahora usa Sánchez.
Tras el PSOE se hizo con el poder el PP de José María Aznar. Desde el primer momento su esposa, Ana Botella, fue la diana de las críticas más duras. La mujer del político le trataron de ridiculizar en los incipientes programas rosa de televisión. La Justicia condenó a 240.000 euros a uno de esos canales por poner en cuestión la fidelidad de ese matrimonio. También la izquierda, incluyendo Pablo Iglesias, afearon el nombramiento de Botella como alcaldesa de la capital. Se esgrimía que Aznar y su familia querían impulsar pelotazos urbanísticos en connivencia con la Alcaldía, una acusación que a la postre se demostró falsa. También se criticó la boda de uno de los hijos de la pareja y los regalos que recibieron.
A continuación, regresó el PSOE con José Luis Rodríguez Zapatero. Su mujer, Sonsoles Espinosa, era soprano y no pasó precisamente desapercibido que cobró del Teatro Real, una fundación estatal, y del coro de la radiotelevisión pública. También la forma de educar a sus dos hijas fue objeto de críticas, ya que acudieron vestidas de góticas a una recepción oficial con Barack Obama.
Mariano Rajoy también fue escudriñado hasta el último detalle. Aunque su mujer, Elvira Fernández, se colocó en un estricto segundo plano, otro familiar recibió los dardos de la izquierda y sus medios afines: su padre. Varios periódicos reprocharon que el dirigente del PP cargaba al presupuesto de La Moncloa el cuidado de su padre, un anciano enfermo de 95 años. Se admitió que otros progenitores de jefes del Ejecutivo vivieron temporalmente en el palacio presidencial, pero se recriminaba que Mariano Rajoy Sobredo recibía asistencia sanitaria y acompañamiento día y noche a cargo de dos personas contratadas por Presidencia. «Un equipo médico se ocupa del presidente y su familia, pero nada regula que dicha atención incluya labores de compañía o cuidado de dependientes», se afeaba.
Ministros
Ahora llega Pedro Sánchez y lamenta «una operación de acoso y derribo» contra él. Sin embargo, hasta familiares de ministros han saltado a los titulares de prensa, como recoge el youtuber La Hemeroteca del Buitre.
- A Miguel Boyer, ex ministro de Economía, se le reprochó su noviazgo con la célebre Isabel Preysler y la compra de su mansión con 13 baños.
- A Alfonso Guerra, ex vicepresidente, se le reprobó por poner un escolta público a proteger a su amante. También se afearon los negocios privados de su hermano, que se promocionaba como asesor ministerial.
- Francisco Álvarez Cascos, ex vicepresidente, fue objeto de mofas por su novia a la que la prensa del corazón le perseguía en ferias de arte.
- A Rafael Arias-Salgado, ex ministro de Fomento, se le acusó de impulsar un «pelotazo» en beneficio de su familia. Una cadena de radio fue condenada por esa atribución.
- Esperanza Aguirre, ex ministra de Educación, entre otros cargos, se lleva la palma. Su familia sigue siendo hoy por hoy noticia por asuntos sin ligazón directa con la ex presidenta madrileña. La prensa aseguró que tenía negocios urbanísticos en Castilla-La Mancha sin que fuera así.
- La vida personal de Alberto Ruiz-Gallardón, ex ministro de Justicia, también fue arma arrojadiza. Miguel Sebastián, rival socialista en unas elecciones locales, le sacó una foto de su supuesta amante en un debate electoral.
- Ana Mato, ex ministra de Sanidad, vio su carrera política acabada por precisamente los regalos que recibió su ex marido.
- José Manuel Soria tuvo que dejar el Ministerio de Industria por negocios familiares en Panamá.
- También a Miguel Arias Cañete, ex ministro de Sanidad, le reprocharon los negocios de su mujer.
Ya en la actualidad, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, y Alberto Núñez Feijóo, líder de la oposición, han sido fiscalizados al milímetro por sus relaciones familiares. El PSOE y Pedro Sánchez encabezaron la petición a los populares de que diesen explicaciones. Sin embargo, ahora es el marido de Begoña Gómez el que se siente injustamente machacado por «la máquina del fango de la galaxia digital ultraderechista».