Torra pasa en tres días de apoyar a los terroristas CDR a rezar en Montserrat

Lo más granado del separatismo se dio cita en la Basílica de Montserrat para rezar a la Virgen convertida en nuevo icono del independentismo catalán por los golpistas presos a pocos días de conocerse la sentencia del 1-O. Un acto en el que hubo dos protagonistas indiscutibles, además de ‘la Moreneta: Quim Torra y el patricarca de los Pujol.

Torra, que en tres días ha pasado de apoyar a los terroristas CDR a rezar en Montserrat, fue el encargado de una de las ‘piadosas’ lecturas que se pudieron escuchar durante la vigilia. El presidente de la Generalitat escogió un texto del sacerdote alemán encarcelado -y ejecutado- por los nazis Dietrich Bonhoeffer, una oración escrita desde la cárcel en 1943: «Señor, yo escucho tu llamada y la sigo. Ayúdame. Sano espíritu, dame la fe que me preserve de la desesperación, de las pasiones y del vicio. Dame el amor hacia los otros y hacia ti, que destruye todo odio. Dame la esperanza que me libere del miedo».

Las apelaciones a la Virgen como ‘protectora’ de los golpistas fueron una constante durante toda la ceremonia, con los familiares de los presos asegurando una y otra vez que han colocado imágenes de ‘la Moreneta’ en sus celdas para que les infunda ánimos durante su «cautiverio cruel», según lo definieron los encarcelados.

Los golpistas en prisión mandaron un mensaje a los asistentes en el que apelan a la Virgen para que les dé «fuerza, determinación y firmeza para defender la causa de la libertad, que es la causa de Cataluña».

En su carta, con un claro trasfondo electoral, ruegan a la ‘la Moreneta’ para que «al otro lado de la mesa haya alguien que defienda su causa con suficiente firmeza como para no temer el escrutinio de las urnas, de la democracia».

Durante el acto también se leyó otra carta enviada por los separatistas que huyeron al extranjero en la que apelan a «asumir los sacrificios necesarios», a no dejarse llevar por «resentimiento o rencor» y advierten que la la ira o rabia legitimas e inevitables no se pueden convertir en la puerta de ningún tipo de voluntad de venganza».