La subida del SMI a 1.200 euros ahogaría a las empresas: despidos y aumento del coste laboral

El secretario general de UGT, Pepe Álvarez.
El secretario general de UGT, Pepe Álvarez.

De acuerdo con las exigencias del sindicato obrero UGT, el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) sigue siendo un tema muy olvidado por nuestros políticos. Pese a las subidas producidas por la aprobación de la mismas en el Congreso, el sindicato exige un mayor compromiso, exigiendo que este se incremente de forma interanual en los próximos años, llegando hasta los 1.200 euros en los próximos dos años. Una medida polémica pero que desde el propio sindicato califican como muy necesaria para la clase trabajadora en el país.

Subir el SMI en España es algo necesario, estamos de acuerdo con ello. Sin embargo, este tipo de políticas son muy complejas a la hora de aplicarlas; más aún en un escenario donde la empresa no atraviesa por un momento de bonanza económica. Por ello, debemos tener en cuenta que una subida del SMI, en un escenario como el actual, mal ejecutada y donde no se alineen los intereses de los trabajadores con los propios de la empresa, podría tener un efecto opuesto al deseado, destruyendo empleo y generando una situación menos favorable que la de partida.

Como digo, estamos hablando de incrementar los costes para una empresa con el fin de que estos repercutan en unas mejores condiciones salariales para los empleados. Está claro que, bajo la teoría económica, si los empleados poseen una mejor renta disponible, así como mayor, estos van a incrementar su consumo, produciendo así un mayor ingreso para las empresas. Sin embargo, no siempre debe ser así; es un escenario, como digo, más que complejo y que, pese a tener un objetivo próspero para la economía, podría dañar la sostenibilidad de las empresas.

España es un país que, por desgracia, se compone de un tejido empresarial en el que un gran porcentaje de sus empresas son de tamaño muy reducido. De acuerdo con los propios datos, el tejido empresarial español se compone, entre otras, por un 99,88% de pequeñas y medianas empresas. Es decir, prácticamente la totalidad de compañías que desarrollan su actividad en España poseen un tamaño muy reducido, así como unos consecuentes recursos limitados. Recursos que impiden a la compañía llevar a cabo determinadas medidas si no están correspondidas con un escenario favorable.

Tener empresas pequeñas, como ya nos ha enseñado la historia, no solo nos hace menos competitivos en un mercado globalizado, como el que vivimos actualmente, sino que también nos obliga a ser más prudentes, así como actuar con más cautela, en momentos donde la economía no atraviesa un buen momento. De acuerdo con los principales organismos económicos, las empresas con menor tamaño, también son más vulnerables a la hora de atravesar una recesión económica, así como mantener a sus plantillas intactas cuando la economía se encuentra en un momento de recesión.

Ya, entre las fechas comprendidas entre 2009 y 2015, las PyMEs acabaron con el 25% del empleo destruido entre las fechas señaladas en España. La crisis económica que atravesaba el país llevó a las pequeñas y medianas empresas a tener que reducir plantilla, mientras que en el caso de las grandes empresas, estas solo produjeron el 6% de la destrucción del empleo suprimido entre el mismo rango de fechas. Es decir, ante las crisis económicas, los datos nos muestran que estas PyMEs, en un escenario recesivo, son más propensas a destruir empleo por su bajo tamaño, así como la capacidad de mantener en plantilla a unos empleados ante la gran falta de recursos.

Estos bajos recursos, aunque parezca la misma excusa de siempre, viene a ser la principal razón por la que las empresas españolas, en estos momentos y sin políticas alternativas y acomodaticias que traten de complementar las políticas de subida del SMI, no pueden incrementar el SMI a los niveles exigidos por el sindicato. El otro día veíamos como el beneficio de las empresas está cayendo con los efectos devengados de la desaceleración sincronizada de la economía mundial, como calificaba el Fondo Monetario Internacional (FMI) a la situación.

Por otro lado, y atendiendo a los datos que los sindicatos deberían atender, España sigue sufriendo uno de los mayores lastres para la creación, el desarrollo y la mejora del empleo en un país. Los niveles de productividad en el país llevan mucho tiempo estancados, las empresas no producen de la misma forma que sí lo hacen nuestros homólogos en Europa, y, con las políticas adoptadas, aún no se ha encontrado la forma de revertir los niveles de productividad, al menos, hasta el nivel promedio de los países comunitarios de la zona euro.

De acuerdo con los últimos datos que recoge el Instituto Nacional de Estadística (INE), España está llegando a una situación donde el empleo está llegando a superar a nuestro PIB, producto de una productividad en declive. Es decir, en España se está ocupando a más trabajadores por la sencilla razón de que nuestra productividad, medida en productividad por trabajador ocupado en el país, no supera la media europea. De acuerdo con los datos de Eurostat, el PIB en relación con un trabajador, está en niveles muy distantes de los países miembros de la Unión Europea, arrojando unos niveles que distan casi un 6% de nuestros homólogos.

Estamos ante un escenario donde para aumentar las unidades de producción, debemos aumentar la contratación para que ello sea posible. El estancamiento de la productividad nos está llevando a ser menos competitivos que el resto de países en el mercado global, provocando un claro efecto negativo para el país. Ahora bien, en un país donde los trabajadores no producen más, sino menos; incrementar los salarios para los mismos, teniendo que aumentar la contratación para producir más constantemente, es un auténtico suicidio para nuestro tejido empresarial; así lo reflejan los datos mostrados.

Estamos, como decimos, en un escenario donde, con la última subida del SMI, lo único generado para las empresas fue un claro aumento de costes laborales, aproximadamente del 2,5%. Es decir, incrementar el SMI en estos momentos solo incrementa los costes para el empleador, provocando una situación que, de no mejorar en ingresos y productividad, acabará con el triste desenlace del desempleo. Debemos crear empleo sostenible, por lo que subir el SMI sin atender a un diagnóstico real podría ser el peor escenario para un país que lidera, a nivel comunitario, el desempleo, tanto general como juvenil.

España no está preparada para afrontar reformas de tal envergadura; al menos si no lo hace de forma que las políticas ofrecidas vayan complementadas con otras enfocadas a mejorar la productividad. Asfixiar a nuestras empresas, en un momento como el actual, es una opción más que descartada. Por ello, si queremos reducir la temporalidad de nuestro empleo, así como reducir los niveles de desempleo en el país, debemos adoptar medidas enfocadas en la productividad y no en salarios; pues de forma inversa, como lo está haciendo UGT, es un completo fracaso metodológico.

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