El G20 advierte de que el «aislacionismo» es uno de los mayores riesgos que encara la economía global

G20
Cumbre del G20 en 2017 en Alemania.

El Grupo de los Veinte ha admitido este viernes que el «aislacionismo» es uno de los mayores riesgos que encara la economía global. En este sentido, el denominado popularmente como G20 ha reconocido «diferencias» en medio de las disputas comerciales, reflejadas en las tensiones entre EEUU y China.

«Los principales riesgos son las políticas aislacionistas y el proceso de normalización monetaria», indicó, en rueda de prensa, Nicolás Dujovne, ministro de Hacienda de Argentina, que ocupa la Presidencia rotatoria del grupo, y que subrayó que esto implica un «retroceso».

Al término de la cumbre ministerial del G20, que agrupa a los Veinte países con economías más avanzadas y en desarrollo, Dujovne apuntó que las actuales disputas comerciales son una «fuente de preocupación» en el seno del grupo.

Además, lamentó que se produzcan en un momento de «robusto» crecimiento global y en un momento que debería «aprovecharse» para centrarse en recuperar espacio fiscal, dado los altos niveles de deuda globales.

El ministro argentino reconoció que estas disputas comerciales «ocuparon gran parte de las discusiones anoche». No obstante, remarcó que, «aunque existen diferencias, todavía hay un fuerte consenso sobre la importancia del comercio para elevar el crecimiento y la prosperidad».

Junto a Dujovne estuvo el presidente del Banco Central de Argentina, Federico Sturzenegger, quien advirtió de que el cambio de ciclo monetario ya está en marcha, encabezado por la progresiva subida de tipos de interés en EEUU por parte de la Reserva Federal (Fed).

«Nadie pone en duda que el proceso de normalización se va a producir en todo el mundo (…) Dados los altos niveles de deuda esto va a suponer un desafío desde el punto de vista fiscal», afirmó Sturzenegger.

Por ello, el gobernador del Banco Central argentino agregó que, «ahora, es el momento adecuado para fortalecer las políticas fiscales», y subrayó que cuando hay subidas de tipos en las economías avanzadas «siempre hay efectos de contagio sobre las emergentes».

El encuentro del G20 se produjo en el marco de la Asamblea de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), que tiene lugar esta semana en Washington.

Las fricciones entre EEUU y China han marcado gran parte de las discusiones en el foro que reúne a los principales líderes de la economía mundial, ante el temor de que pueda desatarse una guerra comercial entre los dos mayores gigantes económicos.

La propia directora del FMI, Christine Lagarde, indicó que, por ahora, no se han notado efectos significativos sobre el crecimiento económico global, que el organismo ubicó en un 3,9 % anual para este año y el próximo.

Sin embargo, precisó que, «cuando los inversores no saben bajo qué condiciones van a invertir, son reacios a hacerlo», por lo que «una guerra comercial erosionaría esta confianza». De igual modo se expresó Pierre Moscovici, comisario europeo de Asuntos Económicos, al considerar el proteccionismo como algo «realmente doloroso».

«Por sí mismo, por el clima que genera y por el mensaje que envía a los mercados», sostuvo el comisario, en una entrevista en los márgenes de la reunión del Fondo.

Moscovici dijo, no obstante, que a pesar de no coincidir con las ideas comerciales del presidente de EEUU, Donald Trump, él y la Comisión Europea (CE) están tratando de mantener un diálogo abierto con varios representantes de su Gobierno.

La llegada a la Casa Blanca de Trump ha trastocado la base del orden económico global, del que el FMI es uno de sus principales bastiones, al plantear dudas sobre el libre comercio y resaltar sus nocivos efectos sobre los trabajadores estadounidenses.

El pasado marzo, Trump pasó de su agresiva retórica proteccionista a la acción, y anunció la imposición de aranceles del 25 % a las importaciones de acero y del 10 % a las de aluminio.

Aunque posteriormente matizó estas medidas, al eximir temporalmente a la Unión Europea (UE), Canadá, Australia, México y Argentina, entre otros, sentó las bases de una temida espiral de represalias comerciales internacionales.

Poco después, Trump instó a su Gobierno a estudiar la imposición de aranceles a centenares de productos chinos, y Pekín replicó con nuevos gravámenes a importaciones estadounidenses.

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