La falta de medidas pone en peligro la salud del sector turístico en la economía española
Francisco Coll Morales es economista y coordinador del servicio de estudios de Fundación Civismo.
En una situación como la actual, donde no contamos con ningún precedente que pueda darnos pistas sobre cómo combatir la crisis que se avecina, muchos economistas tratan de estimar cuan elevado será el deterioro de una economía que, como la española, se enfrenta a uno de los mayores retos de su historia. Las estimaciones únicamente podían basar su ejemplo en crisis pasadas que, en relación a su contexto histórico, no son válidas para el contraste con la crisis actual. Además, tal y como reflejan los distintos análisis, estamos hablando de una situación en la que debemos computar ese mayor deterioro que experimenta la economía española en comparación con otras homólogas en el mundo.
Es preocupante especialmente el golpe que ha sufrido el sector turístico, que dada la naturaleza de la crisis está resultando el más afectado del elenco de sectores que conforma nuestra economía. No podemos dejarnos llevar por la autocomplacencia. El Gobierno tiene que hacer una apuesta económica clara para sacar al país del atolladero al que se enfrenta. No hablamos de un sector cualquiera sino de uno estratégico.
Teniendo en cuenta su contribución directa e indirecta la economía española supedita cerca del 25% de su PIB al sector turístico. Por tanto, hablamos de que una cuarta parte de la economía española, teniendo en cuenta esa contribución indirecta que suponen los servicios auxiliares.
El turismo soporta, sobre el total de empleo en el país, el 14,7% de la población empleada en España. Que la tasa de desempleo pueda llegar al 22%, según el diagnóstico del Banco de España, debería mantener como poco en alerta a los mandatarios en el país.
El sector turístico, a la luz de los datos, ha generado desde el año 2013 cerca del 20% de todo el empleo generado en el planeta. Con una contribución diaria de 5.000 millones de dólares, el sector turístico se ha posicionado como uno de los principales motores de crecimiento para el empleo, creando dos de cada 10 puestos de trabajo en todo el mundo. Si a esto le computamos la fácil adaptabilidad del sector a situaciones de crisis, así como la temporalidad que muestra el sector en nuestro país, hablamos de un contribuyente del que España no puede desprenderse.
Ante esta situación, la pérdidas cifradas por la patronal Hosteltur ascienden ya a los 92.000 millones de euros, en el peor de los casos. Unas pérdidas que, de acuerdo a las previsiones de la Fundación Civismo, no podrán ser suplidas con los planes que hasta ahora ha aplicado o anunciado el Gobierno.
Las medidas anunciadas no son más que un brindis al sol para callar las súplicas de un sector que conoce la situación que se le avecina. Por lo tanto, el Gobierno de España debería ser más condescendiente con su tejido productivo, pues su economía depende de él.
La deteriorada situación que se prevé para nuestra economía obliga al Gobierno a tomar decisiones al respecto. Si no adopta medidas viables que ayuden al sector a sortear parte de los efectos derivados de la crisis, la caótica situación podría llevar a la quiebra a gran parte de esos pequeños empresarios que dedican su vida a negocios ligados al sector, ensanchando unos desequilibrios que, como mencionábamos al inicio, sitúan al país en un escenario muy complicado.
Francisco Coll Morales es economista y coordinador del servicio de estudios de Fundación Civismo.