Diego Barceló Larran, director de Barceló & asociados (@diebarcelo)

La falsa recuperación del empleo: el «efecto comparación» maquilla las cifras

Datos del paro en julio
Oficina de Empleo.

El mercado laboral español sigue desangrándose. La pérdida interanual de empleo de febrero fue de 400.100 puestos de trabajo (-2,1%). En marzo, se moderó hasta 85.900 (-0,5%), lo que supuso el mejor dato en un año. En cuanto al número de parados, en febrero se contabilizaron 762.700 más que un año antes (+23,5%); y un mes después el aumento se atenuó hasta 401.300 (+11,3%). Frente a estos datos, la pregunta es obvia: ¿estamos frente a una súbita recuperación de la economía y el empleo? La respuesta, lamentablemente, es que no. Más allá del inicio de la época del año favorable al empleo, la mejoría de las variaciones interanuales se explica por el llamado efecto “base de comparación”.

En marzo de 2020, la economía comenzó su parálisis por el confinamiento domiciliario, provocando una fuerte caída del empleo y subida del paro. Ahora, al comparar los datos de marzo último con los de un año antes, los malos datos de entonces favorecen un mejor aspecto de las variaciones. Así como es difícil mejorar un dato muy bueno, es fácil hacerlo mejor cuando la comparación se hace con un dato muy malo.

En cuanto a la serie de contratos firmados, vemos que en febrero se han producido descensos en todas las modalidades (indefinidos, temporales, tiempo completo y parcial), pero en marzo ocurre lo contrario: crecen todas ellas. Más aún: los 207.200 contratos indefinidos firmados (+42,5%), son el mayor dato para un mes de marzo de toda la serie histórica.

Los datos de abril de 2020 fueron aún peores que los de marzo, por lo que, de aquí a un mes vamos a ver un aumento del empleo cercano al 3% y una cantidad de parados similar a la de un año antes. Otros datos de producción y ventas también parecerán mejorar de forma brusca. Pero, por si solos, esos datos tampoco bastarán para confiar en que la recuperación de la economía vaya a estar encarrilada.

Para pensar que la economía empieza a recuperarse en serio tendríamos que ver un descenso marcado del número de personas en ERTE (aún son 743.600) y, fundamentalmente, que el número de empresas empieza a crecer. La realidad es que, hasta febrero, ya van 15 meses seguidos en que el número de empresas disminuye. En dicho mes, la reducción interanual fue de 7,5%, lo que equivale a decir que más de 1 de cada 13 empresas ha desaparecido.

En el caso de los contratos indefinidos, también habría que ver un cambio de tendencia, que un solo dato bueno no alcanza para establecer. Lo cierto es que, de los últimos 26 meses, la firma de contratos indefinidos cayó en 23.
Pese, entonces, a las apariencias de mejoría, los datos siguen mostrando debilidad: el paro juvenil sube 24,4%, el de inmigrantes crece 31,7% y el de aquellos que buscan su primer empleo aumenta 33,5%.

Esa debilidad se produce en un entorno de multiplicación de los riesgos macroeconómicos. Riesgos que se derivan de un déficit fiscal gigantesco (113.200 millones de euros en 2020), que sería muy difícil de financiar sin las compras masivas de bonos que viene realizando el Banco Central Europeo. Déficit fiscal que ha llevado la deuda pública al 120% del PIB (el doble del “tope” permitido por los tratados europeos).

La situación económica sigue siendo delicadísima, pero el gobierno carece de plan, más allá de la vacunación y la llegada de fondos europeos. Un gobierno, además, que erosiona la confianza, por ejemplo, con rescates discrecionales de empresas supuestamente “estratégicas”, la continua amenaza de derogar la reforma laboral y la desestabilización del panorama político (moción de censura en Murcia y todas sus consecuencias).
Como si no tuviésemos bastante, ahora empieza la confusión de los datos económicos. Sería un error evidente confundir una cuestión aritmética con un fortalecimiento súbito de la economía. Más de uno caerá en él.

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