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Y después me preguntan, ¿por qué soy libertaria?

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Sede de la Bolsa de Madrid

«La gran virtud de un sistema de libre mercado es que al mercado no le importa el color de la gente; no le importa cuál sea su religión; sólo le importa si puede producir algo que usted desea. Es el sistema más efectivo que hemos descubierto para permitir que las personas que se odian cooperen y se ayuden entre sí», Milton Friedman.

¡Soy Libertaria! De las que férreamente siente que si mañana fuera a morir habría sido muy afortunada de escoger aferrarme a las ideas de la libertad, a ser auténtica, a serme fiel, a vivir mi propia vida, lo cual hoy en día es un logro. ¡Soy Libertaria! Qué bien suena hoy en día, ¿verdad? Hoy que está tan de moda hablar de libertad y anarcocapitalismo. Pero queridos míos, no siempre fue así, somos los grandes desconocidos, los grandes repudiados por el statu quo, por el sistema, por papá Estado.

Cuando fundamos Blackbird Bank, Marc Ribes y yo nos sentamos a conversar sobre nuestros principios fundacionales y cómo plasmar las ideas de von Mises como el epicentro indiscutible de nuestra cultura corporativa, dejando transparente desde nuestra constitución, hace ya más de 13 años, que la acción humana y la meritocracia imperan por encima de cualquier hecho. Incorruptibles por naturaleza, sentamos dichas bases para con un sector como el nuestro, el del dinero, donde SIEMPRE mantendré que es mejor morir de pie que vivir arrodillada a los conflictos de interés que desafortunadamente inundan los despachos del 99,9% de los profesionales de mi sector, con la falta de moral y ética que de ello se deriva.

Y así lo hicimos, izando nuestra bandera en lo más alto, donde aún permanece siendo ello lo más meritorio. Y hoy, lo que antes parecía cosa de «frikis y chalados» se ha convertido en un mantra al calor de un loquito con motosierra que está demostrando con creces que detrás del mensaje populista básico para convencer a la masas de que un salto al vacío era necesario, existe la cordura de un líder fuerte, culto, con valores y decidido.

El significado de la motosierra no es reducir prestaciones a la vulnerabilidad, eso jamás lo defenderé. La motosierra es cortarle todos los privilegios a esa casta política corrupta y degenerada que arruinó mi país. Y qué mejor manera de predicar con el ejemplo. ¿Os imagináis a Pedro Sánchez y a Yolanda Díaz viajando en AVLO para cuidar con responsabilidad nuestro dinero como contribuyentes? Pues oigan, que ¡viva la motosierra!

Pero lejos del mantra libertario, existe la propaganda insulsa de aquellos que dirigidos a ignorantes buscan en la narrativa absurda el convencimiento de aquellas mayorías que no contrastan, ni siquiera leen, pudiendo hacerlo. Critican como hooligans aquello que se les dice, dejándose aplastar por el comportamiento trival del borreguismo agrupado. ¡Así funcionan las multitudes!

Miren, yo soy libertaria y no por insolidaria. Al contrario, tengo una especial empatía con la vulnerabilidad bien entendida, aquella que hay que proteger y estoy comprometida con tal fin. Soy argentina y he tenido que emigrar de mi país por las malas decisiones de unos pocos corruptos desgraciados que me han impedido, en cierto modo, dirigir mi vida y la de los míos como hubiera querido. ¿Con qué derecho le dirigen la vida a uno? Casualmente, aquellos que tanto critican el patriarcado familiar, son los que promulgan un estatismo patriarcal. ¡Hipocresía al cubo! Pero la ignorancia no parte de aquel que recita lo que oye, más bien de aquél que escucha al opinador equivocado y sin espíritu crítico se aferra a una verdad inexistente.

A veces, promulgadas y promovidas por malas personas. Y claro, ahora parece que el demonio de la extrema derecha es todo aquello que se aleja del comunismo, justicia social y derechos le llaman. Y la mayoría sabéis que yo no soy estatista, por ende puedo moverme más en la izquierda social y en el centro-derecha económico. Pero esto ya roza niveles bolivarianos.

Ay, ¡cuánta ignorancia! Y como decía mi amada mamá, qué atrevida es. Mr. Hayek dejó muy claro que él no era conservador, referido a la perversa asociación de hechos. Un libertario, ¡NO ES ESTATISTA! por lo tanto ni es de derechas, ni es de partidos de centro, ni es de izquierdas. La estrechez de miras de los partidos conservadores y autoritarios, bajo ese estatismo propio de las derechas más rígidas son tan agresivas para el avance de la sociedad, ¡tan dañinas! como las socialistas o más bien comunistas, principalmente a la hora de desconfiar en las posibilidades del ser humano para que cooperando en libertad avancemos hacia cotas inimaginables de progreso, dándonos libertades para crear sin que papá Estado redentor nos condicione coercitivamente la vida de forma constante. Eso sí es progresismo amigos, el progresismo hacia una sociedad libre, cultivada y abierta.

Voy a intentar ser concisa y clara. Los fundamentos jurídicos y morales de una economía de mercado sometida al imperio de la Ley, frente a la estrecha moral corrupta e intervencionista del estatismo, no tiene parangón. Los libertarios creemos en la cooperación del libre mercado como eje central de las relaciones humanas. Por eso no es de extrañar que el capitalismo no solamente se haya proclamado como el mejor sistema económico de la civilización, sino además, ¡el más pacífico! con todos sus defectos, por supuesto.

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Y es que la Ley consuetudinaria, la que es más afecta de facto que de iure, es el epicentro clave de los sistemas sociales. Los sistemas democráticos actuales, basados en un sistema de poder son corruptos por naturaleza. Los ejercen a través de un sistema dictatorial y odioso en el que las mayorías de cada momento se dedican a explotar y coaccionar sistemáticamente a las minorías a través del mecanismo jurídico de la regulación. Y es que lo consuetudo (la costumbre) siempre está por encima de la regulación.

La corrupción de la Ley corrompe a las sociedades a través de un entramado de leyes y regulaciones de difícil comprensión, que ante la imposibilidad de incorporar todo el conocimiento práctico y empresarial necesario, en vez de solucionar los problemas, tiende a agravarlos. ¿Ejemplos? La ley del sí es sí, la ley de la vivienda, la ley de amnistía,… ¿sigo?

La regulación por lo tanto, prostituye y destruye la verdadera justicia social, sustituyéndola por un concepto bastardo de “igualdad” bajo el mantra de los “derechos” que en mi opinión es incompatible con la cooperación pacífica y armoniosa de la sociedad, destruyendo de esta manera la paz social, fomentando la violencia y paralizando el avance social debido a la injusticia provocada por imponer a la mitad de la población, las ideas de manera coactiva de la otra mitad. La otra mitad con suerte…

Por este motivo, como defendía el gran Milton Fridman, la gran victoria del libre mercado es que al mercado no le importa el color de la gente, su religión, ni siquiera sus ideas políticas. A Mr. Market lo único que le importa es si puede producir algo que usted desea. Es el sistema más efectivo que hemos descubierto para permitir que las personas que se odian cooperen y se ayuden entre sí, debido a que no existe otra imposición que los acuerdos voluntarios privados, amparados por el imperio de la Ley.

Por este motivo ¡soy libertaria! pues creo en mí, creo en usted mi querido lector y creo en el conjunto de la sociedad, en su voluntad de avanzar y de ser feliz, bajo el único requisito de encontrar las libertades suficientes como para estar incentivados en un entorno idílico en el que el progreso se abrace a las ideas de la libertad, del libre mercado y de la cooperación social sin la imposición de un estatismo cada vez más corrupto y dictatorial. Al fin y al cabo, la mentalidad determina tu realidad.

Gisela Turazzini, Blackbird Bank Founder CEO

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