Los chalecos amarillos que pueden tumbar a Sánchez: España se queda sin leche y él no hace nada
La industria láctea avisa: los supermercados estarán desabastecidos «en 2 ó 3 días» si persiste el paro
Desabastecimiento en el sector ganadero y cese de actividad en piscifactorías por el paro del transporte
El Gobierno acusa a los camioneros de ser de «ultraderecha» para criminalizar las protestas
Un Gobierno tiene muchos deberes, pero si hay uno por encima de todos, es asegurar el suministro de alimentos a la población. Pues en esta España postpandémica, postvolcánica y que mira con miedo a Rusia, no hay leche ni bastantes productos perecederos en muchos supermercados (algunos incluso han tenido que cerrar); y aquellos que sigan llegando, van a disparar su precio. Y Pedro Sánchez no hace nada por evitarlo.
Bueno, sí hace, pero justo lo contrario de lo que debería hacer. Criminalizar a los camioneros, decir que es un problema de orden público y sacar a la Guardia Civil en masa a las carreteras, negarse a reunirse con ellos porque no son la patronal institucionalizada e insultarlos llamándolos violentos y… ultraderechistas. Cómo no. Sacan a pasear a Franco en tres, dos, uno… Es decir, echar gasolina (o gasóleo en este caso) al fuego, en vez de apagarlo.
Pero Sánchez puede estar cometiendo el mayor error de su mandato. A su Gobierno no se lo va a llevar por delante ninguna de las catástrofes que ha provocado, incluyendo su nefasta gestión del covid (las tragaderas de sus votantes son tamaño Eurotúnel, pero ésa es otra), pero sí se lo puede llevar un levantamiento popular generalizado. Por eso le hacen daño a Putin las sanciones a Rusia, porque teme una revuelta social.
El descontento ya es masivo
Y el paro del transporte no es sino la chispa que va a arrastrar a otros muchos sectores y colectivos; véase la manifestación del campo este domingo. Los chalecos amarillos ya están aquí y han venido para quedarse. Porque llueve sobre mojado: los problemas de abastecimiento se suman al altísimo coste de la energía y a la subida y escasez de materias primas por la invasión de Ucrania. No hablamos sólo de metales, gas y petróleo, sino también de cereales y del aceite de girasol objeto de tantos memes.
La industria, la construcción, la pesca, la hostelería, el automóvil, los servicios… todos los sectores están desesperados por el desabastecimiento y la subida de los costes. De momento, se han quedado sin márgenes y han empezado a trasladar las subidas a los precios, de ahí ese IPC del 7,6% que tenemos, y subiendo. La CEOE ya asume que superará el 10% y el propio Escrivá también. Encima, la única solución que ofrece el Gobierno a los transportistas es, precisamente, trasladar la subida del gasóleo a los precios y que eso acabe en el consumidor (con el eufemismo de aplicar la Ley de la Cadena Alimentaria). Tócate las narices.
¿Por qué nuestro presidente no quiere tomar medidas ya para frenar este cataclismo y las aplaza hasta el día 29, con el país ardiendo? Pues aquí entramos en el terreno especulativo, pero parece bastante clara la amenaza de ruptura de la coalición con Podemos (ruptura que se producirá tarde o temprano cuando lleguen los inevitables ajustes de gasto tras el fin de las compras de deuda del BCE). Yolanda Díaz (¿sigue en Podemos?) ya se ha opuesto furibundamente a las bajadas de impuestos a la energía, e incluso ha pedido gravar aún más a las eléctricas. María Jesús Montero ha tenido que salir al paso.
Evitar que Podemos rompa… o provocar su implosión
Si Sánchez quiere evitar la ruptura y convocar elecciones -otros sostienen que quiere forzarla ahora que tiene tierno al PP-, la salida perfecta es escudarse en Bruselas: tomará las medidas que le permita la UE en el consejo del 24 y 25 de marzo. Lo cual es mentira, porque otros países como Portugal, Italia o Francia han bajado ya impuestos o adoptado medidas alternativas como ayudas o subvenciones sin pedir permiso a Europa. ¿Pedro Sánchez diciendo mentiras? Me pinchas y no sangro.
En todo caso, sería una jugada redonda de Sánchez, otra más, porque él diría que tiene que tomar medidas porque le obliga Europa y dejaría la pelota en el tejado de Podemos, que tendría que elegir entre tragarse el sapo o romper con el PSOE (o romperse ellos de una vez, que éste podría ser el empujoncito que les falta). Que se maten entre ellos mientras el presidente se sienta en la puerta de Moncloa viendo pasar su cadáver.
Pero esta vez, este tacticismo que tantos éxitos le ha dado le puede salir mal. La mecha de la revuelta social ha prendido y, si algo nos enseña la Historia, es que es muy difícil apagarla antes de que pase algo gordo. Por eso, es lo que más miedo les da a todos los líderes. Y por eso, menospreciar esta bomba de relojería puede llevarse por delante a Pedro Sánchez. Caben pocas dudas de que sería lo mejor para España.
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