¿La inflación permitirá aumentar los salarios?

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Estamos viendo que vuelve la inflación a las economías desarrolladas después de los dos últimos años con precios a la baja. No hay discusión sobre quién ha sido el principal culpable de este aumento: el precio del petróleo se ha situado por encima de los 50 dólares el barril tras haber estado en 30 dólares hace ahora un año. Aunque pueda parecerlo, y siempre que esté dentro de unos límites razonables, el aumento de los precios es una noticia positiva.

Otra buen noticia es que la inflación subyacente está a un paso de repuntar, lo que se traduce en que no se espera que la inflación alcance un crecimiento elevado y sí que se ahuyenten los fantasmas de la deflación.

El motivo lo encontramos en el comportamiento de los principales catalizadores de la inflación, que no son otros que el precio de las importaciones, la capacidad de la economía doméstica y las expectativas futuras.

Los precios de los bienes globales descendieron el pasado año motivados por una caída en la demanda agregada, provocada por un exceso de productos básicos y fabricantes. La mala situación de China y de los países emergentes, con Brasil y Rusia en plena recesión, marcaron 2016. En estos dos primeros meses de 2017, en cambio, parece que la situación se ha tornado más positiva ya que se percibe que las economías de los grandes países emergentes están en proceso de estabilización. En China, tras 54 meses consecutivos de caídas, los precios de los bienes están volviendo a subir y ha aumentado la demanda, lo que se ha reflejado en los precios de las commodities.

La capacidad de crecimiento de la economía doméstica es otro de los grandes motores de la inflación, y la tasa de desempleo su máximo indicador. Vemos que en EEUU la tasa de desempleo está cerca del 4,7%, rozando la empleabilidad técnica total, y que el salario medio subió un 2,9% en 2016.  Los otros indicadores confirman que están alineados con el objetivo de inflación de la FED.

En Europa, sin embargo, la rigidez del mercado laboral hace que el pronóstico no sea tan favorable, con una media en la tasa de desempleo de los países del sur del continente cercana al 10% (En España es del 18,5% tras haber alcanzado el 25,77% en 2012).  Por tanto, países con economías más saneadas como Alemania tendrán que generar una inflación muy superior al 2% si el BCE quiere cumplir su objetivo del 2% de media para este año.

Las expectativas futuras de inflación provocarán que las empresas puedan subir precios y los trabajadores negociar aumentos salariales.

En 2017 es probable que asistamos a un repunte en la inflación, gracias a la subida del precio del petróleo, y a un entorno global más firme. Sin embargo, la inflación subyacente o core no subirá tanto como para llegar a los objetivos que indican un crecimiento generalizado de las economías.

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