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Manuel Vidal lo analiza

Soy podólogo y éstas son las zapatillas que tienes que usar para ir al gimnasio: nadie se lo cree

La mayoría de las personas que van al gimnasio están equivocadas con respecto a las zapatillas

Un podólogo español desmonta mitos y sorprende a muchos con su recomendación

Explica que las zapatillas perfectas para entrenar fuerza son aquellas que más se parecen a ir descalzo

La mayoría de las personas que van al gimnasio creen que cuanto más acolchadas sean sus zapatillas, mejor. Sin embargo, un podólogo español ha desmontado ese mito y ha sorprendido a muchos con su recomendación. Se trata del especialista Manuel Vidal, que explica que las zapatillas perfectas para entrenar fuerza son aquellas que más se parecen a ir descalzo, con una puntera ancha, una suela fina y flexible, y muy poca amortiguación.

Según él, cuando se realizan ejercicios de fuerza como sentadillas, peso muerto o zancadas, el pie necesita estabilidad y contacto directo con el suelo. Cuanto más «acolchada» es la suela, más difícil resulta mantener el equilibrio y transmitir la fuerza correctamente. «Hacer una sentadilla con unas zapatillas de correr es como hacerla sobre un colchón», apunta Manuel Vidal. En otras palabras, la amortiguación que resulta tan útil para correr puede ser un obstáculo cuando se busca potencia y control en el gimnasio.

El podólogo destaca tres características clave en el calzado ideal para este tipo de entrenamiento: puntera amplia, flexibilidad y ausencia de amortiguación excesiva. La puntera ancha permite que los dedos se expandan y participen en el movimiento, lo que mejora la estabilidad y la activación muscular del pie. La suela fina y flexible, por su parte, facilita que el deportista sienta el suelo y mantenga una postura más natural durante los ejercicios. Todo ello se traduce en un mejor rendimiento y una menor probabilidad de lesiones derivadas de una pisada inestable.

Los consejos del podólogo Manuel Vidal

Eso sí, también advierte que no todas las actividades requieren el mismo tipo de zapatilla. Los que combinan ejercicios de fuerza con carrera en cinta o saltos intensos pueden necesitar modelos más versátiles, con un equilibrio entre firmeza y amortiguación. Las zapatillas de crossfit, por ejemplo, ofrecen una opción intermedia, aunque no son las mejores para levantar grandes cargas ni para correr largas distancias. En definitiva, el tipo de calzado debe elegirse en función del tipo de entrenamiento y de la técnica de cada persona.

El podólogo también recuerda que no conviene pasar de golpe de unas zapatillas muy acolchadas a otras minimalistas. El pie necesita un proceso de adaptación progresivo para fortalecer músculos y tendones. Cambiar bruscamente puede provocar molestias o sobrecargas. Lo recomendable es empezar con sesiones cortas y poco peso, e ir aumentando el tiempo de uso poco a poco. De esa forma, el cuerpo se acostumbra a trabajar con mayor implicación del pie y sin depender de la amortiguación.

Esta tendencia hacia el calzado minimalista no es nueva, pero en los últimos años ha ganado fuerza entre profesionales de la salud y del deporte. La idea es recuperar el movimiento natural del pie, que ha evolucionado para flexionarse, estabilizar y absorber impactos sin necesidad de grandes estructuras externas. Cuando se limita su función con zapatillas demasiado rígidas o con excesiva amortiguación, se pierden capacidades fundamentales y aumentan los riesgos de desalineaciones o lesiones. De hecho, muchos problemas comunes en consulta tienen relación con un uso inadecuado del calzado. En el gimnasio ocurre lo mismo, pues entrenar con las zapatillas equivocadas puede afectar no solo a los pies, sino también a la postura, las rodillas o la espalda. Por eso, Manuel Vidal insiste en que la clave está en la sencillez y cuanto más natural sea el movimiento, mejor responderá el cuerpo.