La NBA se pone en serio contra el dopaje

El dopaje ha sacudido los cimientos de la NBA. Dos jóvenes superestrellas han sido protagonistas de la actualidad reciente en la liga. El número uno del Draft de 2018, DeAndre Ayton, y el ala-pívot John Collins –jugador destacado en los Atlanta Hawks– han dado positivo controles internos realizados por la competición.

Ambos han sido sancionados con 25 partidos sin jugar por tomar sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento. En el caso de Ayton se le detectó un diurético prohibido, mientras que a Collins se le ha hallado en su muestra grandes dosis de hormona de crecimiento. Además de la sanción, cada uno pagará una suma que asciende a casi dos millones de euros.

La NBA, sin embargo, tuvo que vivir durante mucho tiempo con el mantra de la barra libre del dopaje. La competición, alejada de la USADA y la AMA, se ha puesto muy seria en este aspecto en los últimos tiempos con casos menos mediáticos que los dos últimos mencionados, pero que han puesto en jaque la carrera de algunos jugadores que no respetaron las normas.

El 1 de julio de 2016, la liga vetó a OJ Mayo hasta la temporada 2018-19 por saltarse las normas antidopaje. Esa sanción dejó a la estrella de los Memphis Grizzlies sin volver a pisar una cancha de baloncesto durante una larga temporada y una de NBA sin verle nunca más hasta la fecha.

Tres años después, Tyreke Evans –el mejor novato del año en 2010– recibió el mismo castigo por saltarse las normas antidopaje de la NBA. Hasta 2021, ya cuando tenga 32 años, no podrá volver a disputar un partido de la mejor liga del mundo y eso si tiene suerte en ser readmitido por alguien.

La NBA está empeñada en terminar con la sombra de la sospecha sobre sus mejores atletas sin importar quién sea el nombre que caiga. El comisionado Adam Silver tiene claro que la imagen de su liga está por encima de cualquier tipo de insinuación. Los actuales seis controles por temporada podrían verse incrementados.