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CHAMPIONS / JORNADA 2

El Atlético sobrevive al delirio

Gana en Champions 13 meses después y encauza la clasificación

El Feyenoord se adelantó dos veces en la primera parte

Morata marcó dos goles y Oblak sostuvo el resultado con paradas decisivas

El Atlético sobrevive al delirio de un partido desquiciado en el que remontó dos veces al Feyenoord y en el que rompió por fin su maldición en la Champions, donde hacía 13 meses que no sumaba de a tres. El Metropolitano vivió una tarde surrealista en la que el marcador fue dando tumbos y en la que Morata tomó el relevo de Correa con dos goles decisivos. Con cuatro puntos en dos jornadas los de Simeone tienen motivos para sentirse optimistas, pero tuvieron que soportar un sufrimiento extremo ante un rival que sorprendió por su valentía y calidad, a pesar de llegar con las bajas de sus tres mejores jugadores.

La primera jornada Champions en el Metropolitano fue un master sobre cómo no hay que defender en un partido profesional. Atlético y Feyenoord  cometieron un error tras otro atrás y desprendieron una sensación de vulnerabilidad de tal calibre que cada llegada al área adversaria dio la sensación de poder acabar en gol. Por suerte el equipo respondió al mensaje que dejó Simeone en la rueda de prensa previa y mostró la contundencia necesaria para salir mejor parado de una tarde en la que el mejor jugador doméstico fue Oblak, que en su partido 401 resultó decisivo para mantener el resultado.

La salida del Feyenoord fue tan inesperada como demoledora. El Atlético se encontró encima un vendaval del que no pudo deshacerse y que poco a poco le fue metiendo dentro de su propia área hasta que acabó sacando fruto de su dominio. A los seis minutos un pase interior de Timber localizó en el área al japonés Ueda, sustituto del sancionado Santi Giménez, y cuyo disparo, tras rechazar en primera instancia Oblak, acabó tropezando en el cuerpo de Mario Hermoso y colándose en la meta rojiblanca.

El equipo quedó groggy sobre el campo mientras su rival exhibía un desparpajo absoluto. Lejos de conformarse con el 0-1 el Feyenoord siguió tirando arriba la presión y puso el corazón del estadio en un puño cuando el argelino Zerrouki estuvo a punto de lograr el segundo gol con un disparo desde la zona central que era una mezcla de despeje y remate. Oblak sólo pudo seguir la trayectoria con la mirada, pero por suerte el balón salió fuera.

Todo pintaba mal, pero de repente, en su primera llegada, el Atlético se llevó una buena noticia. De Paul buscó un cambio hacia Saúl que Geertruide despejó hacia el centro del área sin percatarse de que por allí transitaba Morata, que resolvió con un disparo raso ante el alemán Timon Wellenreuther, ex-portero del Mallorca. El árbitro anuló el gol por fuera de juego, pero el VAR jugó a favor de los rojiblancos haciéndole ver que Álvaro había recibido el balón de un contrario y el 1-1 subió al marcador.

El empate cambió por completo el partido. Ahora el desorientado fue el Feyenoord, que empezó a achicar agua como podía. Trauner evitó el 2-1 de manera milagrosa tras un pase de Nahuel y poco después Saúl remató al poste, aunque la jugada estaba anulada por fuera de juego. El Metropolitano empezó a arder mientras el Atlético olfateaba el segundo gol. Koke estuvo cerca a los 25 minutos, pero su disparo desde fuera del área atravesó un mar de piernas para acabar saliendo fuera.

En una tarde absolutamente surrealista, sin embargo, quien marcó de nuevo fue el equipo holandés. A los 33 minutos el eslovaco Hancko apareció en el segundo palo para rematar una falta botada por Stengs. Oblak sacó de la chistera una parada milagrosa, pero no pudo retener el balón y el propio Hancko recogió el rechace para marcar a puerta vacía el 1-2 y obligar de nuevo al Atlético a remar contra corriente, precisamente cuando mejor parecía estar el equipo sobre el campo. En plena zozobra rojiblanca Trauner tuvo el tercero mientras Simeone, desesperado, miraba a Nelson Vivas en busca de explicaciones.

El tufillo a desastre era evidente, con el equipo a merced de un rival que dominaba todas las facetas del juego, pero al igual que sucedió tras el 0-1 el partido viró hacia el lado más inesperado. En el momento en el que todo el estadio rezaba para que llegara el descanso y el castigo se quedara ahí el Atlético forzó un córner que acabó con el balón perdido en el área, donde Griezmann, de tijera, marcó el gol del empate ante la locura colectiva. Increíble pero cierto.

Al Feyenoord el gol le hizo tanto daño que cuando regresó del vestuario seguía sobre la lona. Llorente sustituyó a De Paul, de nuevo con molestias, pero en el primer minuto Nahuel cabalgó por la derecha y su centro al punto de penalti lo remató Morata a la red adelantándose a una defensa hecha un verdadero flan. En la última jugada de la primera parte y en la primera de la segunda el Atlético tocó el cielo y culminó su segunda remontada en los tres últimos días. Ahora quedaba mantenerla o aumentarla con todo el segundo acto por delante.

Los 44 minutos más el descuento que quedaban por jugarse fueron un calvario. El Atlético no volvió a llegar mientras que el Feyenoord tuvo hasta cuatro ocasiones claras, dos de ellas resueltas mano a mano por Oblak, que amplió su catálogo de milagros con tres paradas marca de la casa, la última en el minuto 95, que enloquecieron a los holandeses y que sirvieron para abrochar una victoria necesaria y decisiva. Ahora toca hacerla buena ante el Celtic.