Animales peligrosos

Parece un inocente avestruz, pero es el ave más peligrosa del mundo: mataría a un adulto solo con sus patas

Ave más peligrosa, Casuario
Casuario en el medio de la selva. Foto: ilustración propia.

Nos trasladamos hasta la fauna tropical de Oceanía, que alberga a algunas de las criaturas más singulares del mundo. Una de ellas se mueve entre la espesura con sigilo, evitando la presencia humana y aprovechando la densa vegetación para mantenerse oculta. La ciencia la señala como el ave más peligrosa del planeta, y no es para menos.

Pese a su naturaleza esquiva, esta ave es capaz de infligir graves lesiones a quien la amenace. Su tamaño, su fuerza y su comportamiento territorial la sitúan en el centro de numerosos estudios que advierten sobre su potencial agresividad. 

No es un avestruz: así es el ave más peligrosa del mundo

El casuario es el animal salvaje que toca abordar en esta ocasión. Este puede llegar a medir hasta dos metros y pesar cerca de 80 kilos, lo que lo convierte en el ave más pesada después del avestruz.

A pesar de esa envergadura, puede alcanzar velocidades de hasta 50 km/h y realizar saltos de un metro y medio de altura. Además, se le reconoce una notable habilidad para nadar.

Aunque a simple vista el casuario puede parecer un ave torpe por su incapacidad de volar, lo cierto es que sus patas esconden un arma natural difícil de igualar: dos garras interiores de 10 centímetros, largas, afiladas y diseñadas para desgarrar.

Estas garras, cuando se sienten amenazados, son empleadas en ataques que se producen con ambas patas al mismo tiempo, como una patada voladora que puede terminar con la vida de un adulto.

¿Dónde vive el casuario y cómo es su comportamiento?

Originario de las selvas tropicales de Australia y Nueva Guinea, el casuario (Casuarius casuarius) es una especie solitaria y muy territorial. Prefiere mantenerse alejado de la actividad humana y suele vivir en zonas boscosas densas, donde encuentra su alimento y refugio.

Entre sus hábitos destaca su comportamiento nocturno y crepuscular, con picos de actividad al amanecer y al atardecer. Durante el día, suele descansar. A la hora de buscar comida, traza caminos entre la maleza que reutiliza en sus desplazamientos.

Estos animales también poseen una estructura ósea en la cabeza llamada casquete, formado por cartílago calcificado. Su función aún no está clara, pero se cree que podría estar relacionada con la recepción de sonidos de baja frecuencia (hasta 23 Hz) o con la defensa en confrontaciones.

Aunque el 90% de su alimentación es frugívora, el casuario es omnívoro. Consume también pequeños vertebrados, huevos, hongos, carroña e incluso serpientes. Esta diversidad dietética le permite adaptarse a las condiciones cambiantes de su hábitat.

Gracias a su alimentación basada en frutas, cumple un rol clave como dispersor de semillas. Algunas especies vegetales dependen exclusivamente del casuario para la propagación. Por ello, se le considera una especie clave para el mantenimiento del ecosistema tropical.

¿Por qué el casuario es considerado como un ave peligrosa?

La mayoría del tiempo el casuario evita los enfrentamientos. Sin embargo, puede llegar a comportarse con violencia extrema, especialmente si está protegiendo su territorio o a sus crías. En esos casos, muestra señales de advertencia:

  • Eriza las plumas de la cabeza.
  • Inclina la cabeza hacia abajo.
  • Hincha el cuello.
  • Tiembla de forma visible.

Si estas señales no disuaden al intruso, el animal atacará con sus patas. Las lesiones que puede causar van desde cortes profundos hasta traumatismos severos. Se han documentado muertes humanas por ataques de casuarios, aunque son poco frecuentes.

Una especie en peligro de extinción

El casuario está clasificado como especie en peligro. Según estimaciones oficiales, quedan unos 4.500 ejemplares en Australia, aunque en Indonesia y Papúa Nueva Guinea se estima una población de entre 20.000 y 49.999 individuos.

Las principales amenazas que enfrenta son las siguientes:

  • Destrucción de hábitat por la tala indiscriminada.
  • Atropellos en carreteras que atraviesan sus territorios.
  • Ataques de perros salvajes o domésticos.
  • Impacto del cambio climático sobre los ecosistemas selváticos.

Ante esta situación, existen iniciativas de conservación activas tanto en Oceanía como en zoológicos europeos. Por ejemplo, el Zoo Aquarium de Madrid participa en programas de preservación en colaboración con entidades internacionales.

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