Ni vinagre ni limón: el truco infalible para limpiar por fuera las persianas de PVC que estén muy sucias
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Con la primera ola de calor, bajar las persianas deja de ser un gesto ocasional y pasa a ser parte de la rutina diaria. Las bajamos por la mañana y no las volvemos a subir hasta que cae el sol. Y en ese momento, justo al atardecer, es cuando descubrimos la cruda realidad: lo que antes era blanco ahora parece gris, casi beige.
No queda otra, hay que limpiarlas. Pero la solución no está en esos vídeos virales con vinagre o limón. Para la grasa y el polvo acumulado, lo que realmente funciona es algo mucho más simple y efectivo: el amoníaco.
Este es el sencillo truco para que las persianas de PVC queden como nuevas
El truco se basa en una mezcla potente pero fácil de preparar: agua y amoníaco. Sólo hace falta un litro de agua y un tapón de amoníaco. Esta proporción permite deshacerte incluso de las manchas más rebeldes sin dañar las lamas de PVC. Además, no deja residuos ni olores pesados si se ventila bien.
Para aplicarlo, basta con mojar una esponja suave o un paño de microfibra en la mezcla. Lo ideal es ir lama a lama, sin apretar demasiado, pero insistiendo en las zonas más sucias.
Si hay acceso al exterior, mucho mejor: bajas la persiana por completo y trabajas desde fuera. Si no hay forma de llegar, puedes abrir el cajón superior, retirar la tapa y limpiar desde dentro, tramo a tramo. Es más lento, pero va a quedar limpio.
Otra opción muy recomendable si quieres evitar productos químicos es el vapor. Un limpiador tipo vaporeta te servirá para aflojar la suciedad sin esfuerzo. El calor arrastra el polvo y desengrasa al mismo tiempo. Después solo hay que pasar un trapo húmedo.
¿Por qué se ensucian tanto las persianas?
Las persianas son ese lugar que nadie limpia normalmente. ¿La razón? Están fuera de nuestra vista y muy expuestas. Son el primer filtro entre la calle y tu casa. Polvo, humo, partículas en suspensión… todo se queda pegado en las lamas.
En ciudades con mucha contaminación, la suciedad se acumula aún más rápido. Las partículas del aire se van quedando pegadas, y si además da el sol directo, ese polvo se seca y se incrusta. No es raro ver un tono amarillento que no se va a ir con agua. Ni aunque llueva por 3 días… eso no vale
A eso hay que sumar el tipo de material. Las persianas de PVC, que son muy comunes, tienden a captar más polvo que las de aluminio, que resisten un poco mejor. Pero incluso las de aluminio terminan manchadas si no se limpian durante meses.
El tiempo también es un factor relevante. Cuanto más pasa, más difícil es quitar la suciedad. Y si además la persiana está en una ventana que nunca se abre, o en una fachada con tráfico, el efecto se multiplica.
Limpiar las persianas no es una tarea agradable, pero sí necesaria. Y la buena noticia es que con este truco, al menos, funcionará.
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