El misterioso refrán que todo el mundo dice sin parar en España: hay varias teorías sobre su verdadero origen
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En España, pocas expresiones se repiten tanto como «estar a dos velas». Este refrán se usa para referirse a alguien que no tiene dinero, aunque también ha adquirido un segundo sentido más reciente: el de no mantener relaciones sentimentales o sexuales desde hace tiempo.
Pero, aunque muchas personas lo usan, casi nadie sabe cuál es su verdadero origen. Ni siquiera eruditos dedicados al estudio profundo de los modismos, como José María Sbarbi o José María Iribarren, lograron ofrecer una teoría definitiva que convenciera a la mayoría.
Origen del refrán «estar a dos velas»
Una de las teorías más conocidas sobre el origen de este dicho viene del siglo XIX. La propuso el sacerdote y filólogo gaditano José María Sbarbi (1834-1910), quien dedicó gran parte de su vida a recopilar y analizar locuciones españolas.
En su obra, explicó que «estar a dos velas» se relacionaba con la imagen de los antiguos templos cristianos tras una misa. Cuando la iglesia quedaba vacía, sólo permanecían encendidas dos velas junto al altar. Esta imagen solitaria y sombría se asoció con la pobreza y el abandono.
Otro especialista en modismos, el lexicógrafo navarro José María Iribarren (1906-1971), planteó una hipótesis distinta en su libro El porqué de los dichos (1955).
Según Iribarren, la expresión tenía origen en los juegos de cartas. En algunas partidas, el banquero se iluminaba con una vela a cada lado para evitar trampas. Cuando perdía el dinero de la banca, quedaba únicamente entre esas dos luces. La escena simbolizaba la ruina económica.
Otra teorías sobre la expresión popular «estar a dos velas»
Algunos investigadores apuntan al ámbito marítimo. Según esta versión, los barcos pequeños y humildes, dotados sólo con dos velas, representaban a los marineros de escasos recursos. En comparación con los grandes navíos de guerra, estos parecían pobres, lo que habría dado pie a esta expresión.
Otra de las explicaciones que resulta más sugerente y que algunos consideran con potencial de estar más cerca del origen real es la que propone Gregorio Doval en su obra Del hecho al dicho (2014).
Esta teoría recurre a la acepción coloquial de «vela» como un moco que cuelga de la nariz de los niños. Doval plantea que es fácil imaginar a un niño pobre de épocas pasadas, de los que se veían en las calles, con un par de mocos colgando sin que nadie los limpiara constantemente. Esta imagen de descuido y necesidad se habría convertido en sinónimo de no tener «ni un duro».
Otra versión ubica su origen en los funerales. Antiguamente, el número de velas junto al difunto reflejaba el estatus económico de la familia. Si sólo había dos (una a cada lado del féretro), era señal de escasos recursos. Esta interpretación refuerza el vínculo entre las velas y la pobreza.
A día de hoy, no hay consenso entre los expertos. Ni siquiera Sbarbi o Iribarren ofrecieron pruebas definitivas. No obstante, eso no ha impedido que el refrán «estar a dos velas» siga muy presente en el habla popular. Y tú, ¿cuál piensas que es el verdadero origen de esta expresión?