Ola de Frío

¿Cómo afecta al cuerpo humano el frío extremo?

El frío extremo que estamos experimentando estos días puede afectar a nuestro cuerpo a corto y largo plazo con riesgo de sufrir catarros, hipotermia y mucho peor...un infarto.

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Cómo, a corto y a largo plazo, nos afecta el frío extremo

Parecía que la ola de frío que llegó a nuestro país tras la borrasca Filomena iba a comenzar a disolverse desde ayer jueves, pero lo cierto es que el tiempo no nos da tregua y de hecho, existe una alerta en comunidades como Castilla-La Mancha y Castilla y León que siguen en riesgo extremo por las heladas, o en Madrid que permanece en riesgo importante, pero ¿de qué modo nos afecta el frío extremo como el que estamos experimentado? ¿qué le sucede a nuestro cuerpo cuando se enfrenta a temperaturas muy bajas a las que tal vez no está acostumbrado?.

¿Cómo afecta el frío extremo al cuerpo humano?

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Es evidente que durante el invierno, la sensación térmica de frío es algo bastante molesto. De hecho basta que baje un poco la temperatura por debajo de los diez grados para que comencemos a notar como nuestro cuerpo no está a gusto y necesita cubrirse, o también, encender la calefacción, pero ¿qué le ocurre verdaderamente a nuestro cuerpo cuando llega una ola de frío extremo como la que estamos viviendo estos días?.

Nuestra temperatura corporal media suele establecerse entre los 36,3 y los 37, 1 º C, de modo que en cuanto esta temperatura comienza a descender es cuando nuestro cuerpo comienza a «rebelarse». El frío que sentimos se traduce en que tiritemos o temblemos e incluso que nos resfriemos, pero eso no es todo ya que en el interior de nuestro organismo también se producen una serie de cambios, que pueden afectar a órganos como el corazón y también como no, al sistema nervioso, lo que puede suponer un riesgo para nuestra salud, especialmente cuando hablamos de bebés, de niños muy pequeños y como no, de ancianos.

La piel de gallina y el tembleque que experimentamos al sentir el frío corriendo por nuestro cuerpo, que nos castañeen los dientes o que la piel se ponga roja, no dejan de ser de alguna manera, los mecanismos de defensa «naturales» que tienen nuestro cuerpo para poder mantener el calor o de hecho, para evitar que perdamos más calor del que ya estamos perdiendo en cuanto bajan las temperaturas.

Pero cuando llega el frío, es a veces inevitable que nuestro cuerpo acabe sucumbiendo a su efecto. De ahí que una de las primeras cosas que nos pase es que se nos congeles las extremidades, algo que sucede debido a que nuestro cuerpo se centra en «proteger» los órganos vitales por lo que comienza a reducirse la circulación o flujo de la sangre. Por ello, al no producirse una buena circulación, zonas del cuerpo como pies y manos y especialmente los dedos, son los primeros que notan los efectos del frío, dado que los tejidos se congelan y se acaban rompiendo.

Riesgos a corto plazo del frío extremo

Lo más inmediato que nos puede pasar cuando sometemos a nuestro cuerpo al frío extremo es que acabamos sufriendo un catarro, o mucho peor que enfermemos y que acabemos necesitando atención médica por sufrir una bronquitis, una amigdalitis o que nos contagiemos de la gripe dado que además, ante el frío nuestro sistema inmunológico también se debilita.

Por otro lado, otras de las consecuencias a corto plazo de sufrir frío extremo serían la fiebre o sentir dolor o malestar general en el cuerpo, como una respuesta de los vasos sanguíneos que se contraen debido al frío.

Y en caso de haber sufrido realmente de frío extremo, porque nos hemos expuesto de forma repentina o por un periodo muy largo a una temperatura realmente baja, existe un riesgo que es inmediato y que consiste en que notemos que perdemos la fuerza, que nos desorientamos o mucho más grave, que acabemos perdiendo el conocimiento. Es lo que se conoce como hipotermia, que es un estado en el que la temperatura de nuestro cuerpo desciendo por debajo de los 35 ºC, por lo que se trata de una urgencia médica que debe ser tratada cuanto antes.

Riesgos a largo plazo del frío extremo

A medio y largo plazo, el frío extremo puede hacer por ejemplo que disminuya la respuesta inmunológica : como ya hemos comentado, cuando hace mucho frío, existe un menor suministro de sangre a las extremidades para preservar el calor corporal en el centro del torso y la cabeza. Esta reducción en el flujo sanguíneo significa que hay menos glóbulos blancos disponibles para combatir enfermedades. Este efecto parece resultar en una mayor susceptibilidad a enfermedades invernales como los resfriados que también hemos mencionado, pero además, a que sea más vulnerables a padecer de futuros virus.

Por otro lado, el frío extremo puede ser también un riesgo de sufrir un infarto, especialmente si la persona ya tiene una patología previa. Esto se debe a que una caída en la temperatura concentra el flujo sanguíneo en el núcleo del cuerpo, aumentando la presión arterial, lo que ejerce más presión sobre el corazón, además, el cuerpo trabaja más para generar calor adicional cuando hace frío.

De este modo, el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial con la actividad, junto con el efecto del frío en la constricción de las arterias para reducir el suministro de sangre, es un riesgo particularmente peligroso para las personas mayores (mayores de 55 años), que además tengan enfermedades cardíacas o circulatorias. Por ello, deben evitar hacer demasiados esfuerzos en los días de frío extremo.

Por otro lado, las personas que tienen enfermedades respiratorias también pueden sufrir con el frío extremo un verdadero riesgo de salud. El mayor porcentaje de personas que sufren de estas enfermedades son las personas mayores o ancianas, por lo que se hace mucho más necesaria protegerlas de forma especial cuando caen los termómetros, manteniendo el calor de su cuerpo con ropa de abrigo y estando en lugares en los que la temperatura no sea inferior a los 20 ºC.

Y por último no podemos olvidarnos del riesgo que existe de forma particular para las personas que padecen de asma, dado que el aire frío que se produce en muchos días del invierno, es de hecho, un desencadenante particular de los ataques de asma. La única forma de evitarlo es evitar el aire frío quedándose en el interior o usando una bufanda sobre la boca para que el aire muy frío no se respire tan rápidamente. Respirar por la nariz en lugar de la boca también puede ayudar a calentar el aire.

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