Fortes: «Me importa más dejarme el alma toreando que hacerme rico»

Fortes
Fortes pasea la oreja conquistada en Las Ventas (Foto: Efe).

Uno de los nombres propios del comienzo de temporada es el del malagueño Saúl Jiménez Fortes, torero al alza tras la gran actuación del 25 de marzo en Madrid y también por la notable evolución mostrada en sus formas, en un momento en el que dice: «Me importa más dejarme el alma toreando que hacerme rico».

«Antes buscaba avanzar en mi carrera fuera como fuese. No me importaba tanto el cómo si los números eran buenos, ni siquiera si sentía que engañaba a mi ética artística y a mis propios sentimientos. Pero ahora noto que el toreo nace más de dentro de mí, que lo que busco es satisfacerme toreando y satisfacer a los demás», confiesa el propio Fortes en una entrevista con Efe.

Valor y pureza son dos virtudes que caracterizan el toreo de Fortes (Málaga, 1980), cualidades que ha ido trabajando y puliendo poco a poco hasta dar lugar a un concepto cada vez más en desuso, especialmente entre la nueva hornada de toreros que, precisamente en ese afán de ir escalando puestos, buscan un toreo más comunicativo con los tendidos, más bullidor y efectista, y menos verdadero.

«Mi idea es la de ser lo más puro posible. Buscar el toreo de adentro, la transmisión a través de la despaciosidad, la naturalidad y la verdad. No soy de los de los que buscan el aplauso fácil. Los reconocimientos hay que ganarlos siendo lo más auténtico posible. Es verdad que ese es el camino más largo, pero a la vez es el más reconfortante cuando se empiezan a recoger los frutos», dice Fortes.

Y parte del resultado de esa siembra la obtuvo el pasado domingo en Madrid, cuando cortó una oreja de ley a un toro nada claro de Victorino Martín, aunque después acabara cerrándose la Puerta Grande al marrar con la espada otra notable faena al segundo de su lote.

«Fue una tarde de mucha emoción y satisfacción personal, aunque ‘pinchara’ al sexto. Sé que esto de la espada forma también parte del aprendizaje y sé también que gracias a haber fallado como lo hice la próxima vez me tiraré a matar con mayor determinación», asegura el malagueño.

«Lo importante -añade- es que la valoración de la afición ha sido unánime. Es estremecedor ver la plaza de Madrid, con 14.000 personas ahí metidas, disfrutando de una faena con mucha vida, mucha alma, llena también de imperfecciones pero, a su vez, con mucho sentimiento y con momentos creo que excelentes».

Y eso que tuvo que bregar también con el viento, un hándicap que, sin embargo, no le hizo volver la cara en ningún momento a la situación.

«No estaba dispuesto a dejar que el viento echara al traste con la tarde. Había que ponerle cabeza, y, aunque había momentos que el toro estaba para ‘crujirlo’, era preferible parar y volver a ponérsela (la muleta) y esperarle para embarcarlo y acabar logrando naturales de ensueño, de esos que pegas a dos por hora y pasándote al animal por la misma barriga», asegura.

 

 

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