Katy Perry llena el Palau Sant Jordi de coloridos y estrambóticos personajes pero se olvida del Orgullo Gay
Katy Perry sacudió este jueves al Palau Sant Jordi de Barcelona en la única parada de su gira ‘Witness The Tour’ en España. La cantante californiana ofreció un espectacular concierto con nuevos y viejos éxitos con una impresionante puesta en escena y una escenografía abrumadora. Mientras ella deleitaba a sus fans con sus canciones y algún que otro baile, el escenario se convirtió en un desfile de gigantescas mascotas y diversos personajes que conforman el colorido imaginario característico de esta cantante a la que acudieron a ver casi 12.500 personas.
Con las entradas casi agotadas, la cantante emergió en un despampanante mono rojo con casi 20 minutos de retraso dispuesta a mostrar a su audiencia su quinto álbum ‘Witness’, saliendo en una plataforma voladora tras un hipnotizante audiovisual espacial e interpretando la canción insignia ‘Witness’, seguida de ‘Roulette’.
En la que está siendo su cuarta gira internacional, Perry cantó desde la soledad de una plataforma sobre la pista su emblemática ‘Dark Horse’ con la que después se unió a sus ocho bailarinas, antes de interpretar junto a éstas su ‘Chained to the Rythm’, que también han bailado dos enormes títeres sobre el escenario.
Un breve cambio de vestuario –un traje chaqueta a cuadros que escondía un top con leds incorporados– permitió a la cantante seguir con su vitalista ‘Teenage Dream’ y sus versos de eterna juventud; después de ésta, en su top de colores se podía leer ‘Hot n Cold’ avisando de su siguiente canción, que ha acabado de introducir pidiendo al público la traducción de ‘hot’ y ‘cold’ en castellano, y que ha bailado con dos gigantescos y erráticos flamencos sobre el escenario.
Sin apenas pausa, la cantante empalmó con su tema emblemático ‘California Gurls’ acompañada de distintos motivos radiantes desde los leds de su top luminoso y en esta ocasión con la compañía de un tiburón danzante a su lado como emblema de California.
Esta mascota la acompañó para introducir su canción de debut en el éxito ‘I Kissed a Girl’, que ha interpretado bajo la influencia de unos enormes labios que se iban abriendo y cerrando durante el concierto –e incluso acabaron por engullirla literalmente– y con los que las bailarines fueron a conjunto al bailar con gorros icónicos de bocas.
Tras este derroche de energía, la cantante se retiró para un nuevo cambio de vestuario –salió enfundada en un body de cuero con cola de flamenca– y de escenografía –aparecieron rosas gigantes en los márgenes del escenario– antes de lanzarse a cantar ‘Déjà Vu’ y una intimista ‘Tsunami’, acompañada sólo por un bailarín.
Un hombre libélula-araña de más de dos metros tomó el escenario después para apoyar a la cantante en la interpretación de la hipnotizante ‘E.T’, mientras que unas enormes y punzantes plantas carnívoras precedieron a la gastronómica ‘Bon Apétit’, que terminó con la artista siendo salpimentada por un salero y un pimentero de grandes dimensiones y después engullida por la planta.
Con la versión acústica de ‘Wide Awake’ salió Perry tras volver a cambiarse –ésta vez enfundada en un traje de tachuelas plateadas– con la que voló por el Palau alegrándose de las buenas vistas sentada sobre Saturno y con un sistema solar improvisado sobre las cabezas del público.
La cantante invitó después a la fan Sofía de Tarragona, de 11 años, a subir al escenario, y que confesó que su deseo era conocer a la artista y paz en el mundo, a lo que Perry añadió: «Podemos ser más iguales, aceptarnos más, y vamos a pedir paz en todo el mundo. Si lo decimos quizás sucede».
Después dijo que, tras numerosos conciertos en Europa, tenía pensado «algo distinto» para Barcelona, pasando a interpretar la canción de los años 90 ‘One of Us’, de la norteamericana Joan Osborne; que enlazó con la canción de su último disco ‘Power’ antes de retirarse para un nuevo cambio de vestuario, del que salió con aires deportivos.
«¡Esto todavía no ha terminado!», exclamó Perry entonando ‘Part of Me’, antes de regalar la pegadiza y discotequera ‘Swish Swish’, a la que acompañaron gigantes pelotas de baloncesto sobre el escenario.
Acto seguido la conocida ‘Roar’ trajo una enorme cabeza de león sobre el escenario y decenas de pelotas emulando ojos, que el público fue pasando de unos a otros; dejando paso después a la canción ‘Pendullum’ en la que la artista cantó sobre un péndulo móvil sobre el público hasta terminar posándose sobre una gigantesca mano abierta en escena; posada sobre esa misma e imponente mano, Perry se despidió de Barcelona con un participativo ‘Firework’.
Pese a ser una activista de los derechos homosexuales, la cantante no incidió en que esta semana se celebra el Día Internacional del Orgullo LGBTI, ni realizó referencias al movimiento feminista del que es abanderada; pero sí desplegó un espectáculo vitalista y lleno de color que, no obstante, fue casi idéntico en repertorio –y en el orden de éste– a los anteriores conciertos de su gira.
Tras empezar en Montreal (Canadá) el pasado 19 de septiembre esta gira, la cantante desembarcará en Lisboa (Portugal) y Johannesburgo (Sudáfrica), antes de adentrarse en su gira por Australia con parada en Perth, Adelaide, Brisbane, Sydney; Auckland (Nueva Zelanda) y San Diego (Estados Unidos), culminando más de un centenar de conciertos por todos los continentes.
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