Descubrimientos

Los pulpos siguen sorprendiendo a los científicos: cada tentáculo actúa como si tuviera cerebro propio

Pulpos, animales, curiosidades
Pulpo. Foto: Pixabay
  • Ana López Vera
  • Máster en Periodismo Deportivo. Pasé por medios como Diario AS y ABC de Sevilla. También colaboré con la Real Federación de Fútbol Andaluza.

La naturaleza nunca deja de asombrarnos, y los pulpos son prueba de ello. Estas criaturas marinas, conocidas por su inteligencia y habilidades únicas, guardan secretos.

Un reciente estudio publicado en la revista Nature ha revelado que cada uno de sus 8 tentáculos opera con una sorprendente autonomía, actuando casi como si tuviera su propio cerebro. Esta peculiaridad, producto de la evolución inspira avances en campos como la robótica.

¿Cómo es el sistema nervioso de los pulpos?

A diferencia de los vertebrados, cuyo sistema nervioso se centra en el cerebro y la médula espinal, los pulpos poseen un sistema distribuido. Más de dos tercios de sus 500 millones de neuronas se encuentran en sus tentáculos, permitiéndoles funcionar de manera independiente.

Esta autonomía se debe al cordón nervioso axial, que recorre el interior de cada extremidad. Cada segmento de este cordón actúa como un centro de control local, procesando información sensorial y ejecutando movimientos sin necesidad de la intervención directa del cerebro.

Esta organización permite que un tentáculo explore el fondo marino mientras otro manipula un objeto, todo al mismo tiempo y sin una supervisión centralizada.

El diseño segmentado del sistema nervioso es una maravilla. Cada segmento del cordón nervioso axial está conectado a músculos y ventosas específicas, permitiendo un control muy preciso.

Las ventosas no sólo sirven para agarrar, sino que también funcionan como sensores táctiles y químicos, permitiendo al pulpo «oler» y «saborear» lo que toca. Esta capacidad sensorial es fundamental para su estilo de vida exploratorio y de caza en entornos oscuros o con poca visibilidad.

Este sistema nervioso segmentado permite al pulpo realizar movimientos complejos sin la necesidad de una supervisión constante del cerebro. Por ello, el cerebro queda libre para procesar información más general y estratégica.

Un descubrimiento excepcional: un ‘mapa nervioso’ en cada tentáculo de los pulpos

Un hallazgo adicional, tal y como informa el medio Muy Interesante, es el descubrimiento de un «mapa nervioso» dentro de cada tentáculo, que organiza las conexiones entre las ventosas y el cordón nervioso axial.

Este mapa permite coordinar movimientos complejos, como pasar un objeto entre ventosas o explorar espacios estrechos.

La complejidad de este sistema es tal que ha sorprendido a los investigadores y ha generado nuevas interrogantes sobre cómo se comunican los segmentos del cordón nervioso axial para coordinar movimientos más amplios.

Implicaciones de este hallazgo sobre los tentáculos de los pulpos

Los investigadores de la Universidad de Chicago han comparado los tentáculos de los pulpos con las estructuras nerviosas de los calamares, sus parientes evolutivos.

Mientras que los calamares también tienen segmentos en sus apéndices, la complejidad en los tentáculos de los pulpos es mucho mayor. Esta diferencia se atribuye a la necesidad de los pulpos de controlar movimientos precisos y complejos en sus apéndices con ventosas, debido a su hábitat en el fondo marino.

Los calamares, por otro lado, cazan en aguas abiertas y dependen más de señales del cerebro central para coordinar sus movimientos.

El descubrimiento del sistema nervioso segmentado de los pulpos tiene importantes implicaciones en la robótica blanda. Los ingenieros se inspiran en la destreza de los pulpos para diseñar robots flexibles capaces de realizar tareas complejas.

La segmentación del cordón nervioso axial ofrece un modelo para desarrollar sistemas de control más eficientes, especialmente para robots destinados a operaciones submarinas o la manipulación de objetos delicados.

Por último, el mapa nervioso de las ventosas puede inspirar la creación de sensores robóticos que detecten tanto el tacto como las composiciones químicas, lo que ampliaría las aplicaciones de estas máquinas en entornos hostiles o desconocidos.

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