La historia detrás del descubrimiento del ADN: Watson, Crick y Rosalind Franklin
La historia del descubrimiento del ADN es una rica mezcla de colaboración y competencia, de innovación y lucha por el reconocimiento.
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El descubrimiento de la estructura del ADN representa uno de los hitos científicos más importantes del siglo XX. El hallazgo de la doble hélice revolucionó la biología, pues los científicos comprendieron cómo podía replicarse y transmitirse la información genética.
Este conocimiento abrió las puertas a la genética molecular moderna, la biotecnología y grandes avances médicos. Sin embargo, la historia de este descubrimiento está llena de intrigas, rivalidades y una injusticia que tardó décadas en ser reconocida.
El contexto
En la década de 1950, había una feroz competencia entre los científicos por descifrar la estructura del ADN. Varios equipos de investigadores querían ser los primeros en resolver este misterio. Entre ellos destacaban dos grupos.
Por un lado, estaba el joven biólogo estadounidense James Watson y el físico británico Francis Crick. Ambos trabajaban en la Universidad de Cambridge construyendo modelos moleculares teóricos. Por otro lado, estaba la cristalógrafa Rosalind Franklin y su colega Maurice Wilkins, en el King’s College de Londres; utilizaban la técnica de difracción de rayos X para estudiar la molécula.
Franklin era una científica formada en Cambridge y con experiencia en París. Era experta en esta técnica que permitía «fotografiar» moléculas a nivel atómico. Mientras Watson y Crick especulaban con estructuras basadas en teorías, Franklin obtenía datos experimentales concretos.
Un trabajo pionero
Después de meses de arduo trabajo, en mayo de 1952 Franklin logró capturar la célebre Fotografía 51. Hoy es considerada como una de las imágenes más importantes en la historia de la ciencia.
Esta radiografía mostraba con claridad el patrón de difracción del ADN. Revelaba de forma inequívoca que tenía una estructura helicoidal. Los análisis indicaban que la molécula tenía dos cadenas y no tres, como algunos especulaban. Las bases nitrogenadas se ubicaban hacia el interior y los grupos fosfato hacia el exterior.
Sin embargo, Franklin era una científica cautelosa y rigurosa. Optó por acumular más evidencia experimental antes de publicar conclusiones definitivas. Esto, finalmente, desató una serie de acontecimientos confusos.
La controversia
A principios de 1953, Maurice Wilkins le mostró la Fotografía 51 a James Watson durante una visita casual, sin consultar con Franklin. Watson relató más tarde que ese fue un momento revelador. Paralelamente, Francis Crick tuvo acceso a un informe interno de Franklin que contenía mediciones sobre la simetría de la molécula.
Con esa información privilegiada, Watson y Crick construyeron rápidamente su famoso modelo molecular. El 25 de abril de 1953 publicaron en la revista Nature su histórico artículo de apenas una página que describía la estructura en doble hélice del ADN.
En el mismo número, Franklin y Wilkins publicaron sus propios trabajos experimentales. El artículo de Watson y Crick mencionaba datos “no publicados” del King’s College, pero no reconoció explícitamente la contribución fundamental de Franklin.
Injusticia histórica
Rosalind Franklin murió en 1958, a los 37 años, víctima de un cáncer de ovario causado probablemente por la exposición a radiación durante sus investigaciones. Nunca supo que sus datos habían sido compartidos sin su consentimiento ni que habían sido decisivos para el descubrimiento.
En 1962, Watson, Crick y Wilkins recibieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por el hallazgo. El nombre de Rosalind Franklin ni siquiera fue mencionado. Durante años, su papel fue sistemáticamente minimizado.
En su libro “La doble hélice”, Watson la describió de manera poco halagadora. Presentó a Wilkins como su supervisor, cuando en realidad Franklin era una investigadora independiente de primer nivel.
Reivindicación póstuma
Solo hasta finales del siglo XX algunos historiadores comenzaron a reevaluar la verdadera contribución de Rosalind Franklin en el descubrimiento del ADN. Sus cuadernos de laboratorio mostraban que estaba mucho más cerca de resolver la estructura por sí misma de lo que se creía.
Sus mediciones eran extraordinariamente precisas. De hecho, Watson y Crick inicialmente propusieron un modelo erróneo, que solo corrigieron gracias a los datos experimentales de Franklin.
Hoy la comunidad científica reconoce unánimemente que fue el trabajo experimental de Franklin lo que proporcionó la evidencia decisiva para el descubrimiento.
La controversia del reconocimiento
La historia del descubrimiento del ADN es, en gran medida, un relato de reconocimiento y olvido. Rosalind Franklin, quien falleció en 1958 a causa de un cáncer de ovario, no fue incluida en el Nobel, ya que las reglas del premio estipulan que no se otorga póstumamente. En años posteriores, muchos han argumentado que su contribución fue esencial y que su legado debería ser reevaluado.
La historia detrás del descubrimiento del ADN resalta la importancia de la inclusión y el reconocimiento en la ciencia. Las contribuciones de Franklin fueron fundamentales para el avance del conocimiento, y su historia ha sido reivindicada en los últimos años, convirtiéndose en un símbolo de la lucha por la igualdad de género en la ciencia.
Un legado perdurable
Hoy en día, la estructura del ADN no solo forma la base de la biología molecular, sino que también ha dado lugar a avances en la medicina, la biotecnología y la genética. La secuenciación del genoma humano, la terapia génica y las técnicas de edición de genes, como CRISPR, son solo algunas de las aplicaciones que han surgido de este descubrimiento fundamental.
A medida que reflexionamos sobre la historia detrás del descubrimiento del ADN, es crucial reconocer el trabajo de todos los involucrados, especialmente el de Rosalind Franklin. Su dedicación y habilidad científica no solo ayudaron a desentrañar el misterio del ADN, sino que también abrieron la puerta a un mundo de posibilidades en la investigación biológica.
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