Ni con 2 ni con 5 meses: la edad a la que los expertos aconsejan llevar a tu bebé a la piscina por primera vez
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El verano ya está aquí, de modo que seguro que estaremos pensando en uno de los mejores planes familiares: pasar una jornada de piscina. Para muchos padres primerizos, esto también plantea una pregunta clave: ¿cuándo es el momento ideal para llevar por primera vez al bebé a la piscina? La imagen de un bebé flotando con una sonrisa en brazos de mamá o papá puede parecer entrañable, pero la realidad es que no todos los momentos son igual de seguros o adecuados para iniciarse en el agua.
Al igual que ocurre con otras primeras veces, esta decisión debe estar basada en el bienestar del bebé y no tanto en el deseo de que se divierta o como suele decirse, para que se vaya acostumbrando. La piel, la temperatura corporal o incluso la exposición solar son factores que hay que valorar con atención antes de decidirse a dar el paso. Lo que puede ser inofensivo para un adulto o un niño mayor, puede representar un riesgo para un recién nacido.
Y aunque cada bebé es un mundo, hay una edad concreta que los expertos consideran la más segura para este tipo de experiencias. A continuación te explicamos cuál es, por qué se recomienda esperar y qué precauciones debes tener si decides estrenar la temporada de piscina con tu pequeño.
La edad para llevar a tu bebé a la piscina por primera vez
Aunque algunos padres se aventuran con su bebé al agua con apenas unas semanas, la mayoría de especialistas coinciden en algo: no se recomienda llevar a un bebé a una piscina antes de los 6 meses de edad. La razón principal es la fragilidad de su piel, que todavía es extremadamente delicada y reactiva a elementos como el cloro, habitual en las piscinas públicas o privadas. Esta sustancia, aunque necesaria para desinfectar, puede causar irritaciones o reacciones cutáneas no deseadas.
Además, no debemos olvidar que en las piscinas también puede haber microorganismos que suponen un riesgo para un sistema inmunológico que aún está en formación. Por tanto, aunque el agua pueda parecer limpia, no siempre lo está del todo desde el punto de vista de la salud de un bebé. Este motivo por sí solo ya es suficiente para entender por qué no es buena idea lanzarse a la piscina demasiado pronto.
La temperatura del agua y el riesgo de hipotermia
Otro aspecto fundamental a tener en cuenta es que los bebés no regulan su temperatura corporal igual que los adultos. Incluso un baño corto puede provocar que su cuerpo se enfríe más rápido de lo que imaginamos. Por eso, si decides meter a tu bebé en el agua, asegúrate primero de que la temperatura del agua sea adecuada (idealmente entre 32 y 34 ºC) y limita el tiempo del baño a menos de 10 minutos.
Esta es una de las razones por las que las clases de matronatación, aunque suelen empezar antes de los 6 meses, se desarrollan en entornos muy controlados. Allí, tanto la temperatura del agua como su composición están específicamente adaptadas a los bebés. No es lo mismo un centro especializado que una piscina al aire libre a mediodía en pleno julio.
Debemos tener mucho cuidado con el sol
Cuando pensamos en piscina, también pensamos en sol. Y aquí se plantea otro problema: los bebés menores de 6 meses no deben exponerse directamente al sol, ni siquiera durante periodos breves. Su piel, además de sensible, todavía no puede ser protegida con cremas solares convencionales, ya que los filtros químicos están contraindicados a esas edades.
Entonces, ¿qué opciones quedan? En caso de que el bebé tenga que estar en exteriores, lo recomendable es utilizar filtros físicos, como ropa con protección solar, sombrillas o iglús de sombra, y siempre acompañarlo con un gorrito y gafas que lo protejan del reflejo del agua. Si se expone sin estas precauciones, el riesgo de quemaduras o insolación es alto, incluso en días nublados.
Principales recomendaciones
A partir del cuarto o quinto mes, muchos padres empiezan a considerar la posibilidad de ir preparando el primer baño en la piscina. En este sentido, desde Suavinex, marca especializada en el cuidado infantil, se insiste en esperar a que el bebé cumpla al menos 6 meses como ya hemos mencionado, para garantizar una experiencia segura. Además, recomiendan priorizar siempre piscinas poco concurridas, con agua tratada específicamente y preferiblemente tibia.
También hacen hincapié en los cuidados posteriores al baño: una ducha con agua dulce para eliminar cualquier resto de cloro o suciedad, y una hidratación adecuada con lociones suaves para restaurar la barrera cutánea natural. Esto es especialmente importante si tu bebé tiene tendencia a la piel seca o sufre dermatitis atópica.
Los beneficios de la piscina para tu bebé
Una vez pasada la barrera de los 6 meses y tomando las precauciones adecuadas, llevar al bebé a la piscina puede convertirse en una experiencia muy positiva. Estos son sus principales beneficios:
- El agua le proporciona libertad de movimiento, lo que favorece su desarrollo psicomotor, especialmente en coordinación y equilibrio.
- Además, el ejercicio en el agua fortalece el sistema cardiovascular y respiratorio del pequeño, mientras que su capacidad de juego y exploración se estimulan notablemente.
- También hay beneficios afectivos: compartir tiempo en el agua refuerza el vínculo emocional con los padres y ayuda a que el bebé se relacione con otros niños si el entorno lo permite.
- Incluso los ejercicios básicos en el agua pueden iniciar el aprendizaje de habilidades de supervivencia, como flotar o girarse.
Precauciones clave para el primer chapuzón
Cuando llega ese gran día, hay que estar preparados. Aparte de confirmar que el agua está limpia y a buena temperatura, es importante no alargar demasiado el baño: con 5 o 10 minutos bastará las primeras veces. También es preferible utilizar vasos infantiles o piscinas de chapoteo, que suelen ser menos profundas y más controladas.
Durante todo el tiempo que el bebé esté en el agua, debe estar bajo supervisión directa. Aunque sepa flotar o esté usando un pañal de agua, tu presencia y atención son fundamentales. Evita las horas punta para que el entorno no sea abrumador, y al terminar, sécalo bien y abrígalo, incluso si hace calor.
Qué llevar en la bolsa de la piscina
No necesitas una maleta, pero sí una buena preparación. Los imprescindibles para ese primer día de piscina son:
- Protector solar de filtros físicos, como los minerales, que son más seguros para su piel.
- Gorro y gafas de sol, para cubrir su cabecita y proteger los ojos.
- Toalla y ropa de recambio, para mantener la temperatura corporal al salir del agua.
- Camiseta o bañador con protección UV.
- Pañal para el agua, para evitar escapes y mantener al bebé cómodo.
- Loción hidratante, para aplicarla después del baño.
Con estos elementos y mucha calma, el primer contacto del bebé con la piscina puede ser una experiencia bonita, segura y memorable.