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Cómo tratar el asma en el embarazo

Cuando descubres que estás esperando un bebé, además de la alegría, a menudo se suman algunos miedos, sobre todo si padeces esta enfermedad respiratoria. En realidad, si se maneja bien y los síntomas están bajo control, la futura mamá y el bebé en el vientre no enfrentan problemas. He aquí cómo tratar el asma en el embarazo.

Tratar el asma en el embarazo

El término asma proviene del griego antiguo y literalmente significa «respiración difícil». De hecho, cuando se produce un ataque de asma, los músculos bronquiales se encogen y aumenta la secreción bronquial: el resultado es que el flujo de aire se obstruye y es difícil respirar. Generalmente, la enfermedad se caracteriza por ataques esporádicos, intercalados con momentos de bienestar. Sin embargo, los pulmones de los asmáticos están sujetos a un estado de inflamación perenne que los hace cada vez más susceptibles a los agentes externos y modifica la estructura de los bronquios.

¿Qué tipos de asma hay?

El asma puede ser de dos tipos: alérgica o no alérgica:

¿Cómo reconocer la tos del asma?

En todos los casos, la crisis de asma se presenta de forma característica. El síntoma más común es la dificultad repentina para respirar, acompañada de tos y sibilancias. Durante un ataque de asma, la musculatura de los bronquios se contrae, lo que significa que pasa menos aire. Como resultado, el cuerpo aumenta el ritmo de la respiración, tratando de tomar la mayor cantidad de aire posible. Esto se traduce en disnea y falta de aire.

¿Qué sucede con el asma en el embarazo?

El cuerpo de una mujer embarazada sufre cambios importantes debido a diversos factores, entre ellos, las fluctuaciones hormonales, los intercambios constantes con el feto y el agrandamiento del útero. Entre los diversos órganos, los pulmones y los bronquios también pueden sufrir consecuencias. Basta pensar en el aumento de peso y la compresión que ejerce el útero, que por sí solos pueden dificultar la respiración, dejando a la mujer cansada y sin aliento. Esto no significa, sin embargo, que si la mujer embarazada sufría de asma preexistente, sus condiciones estén necesariamente destinadas a empeorar. Normalmente, durante los nueve meses, en un tercio de los casos el asma empeora, en otro tercio permanece sin cambios y en el tercio restante mejora.

Es muy importante mantener el asma bajo control durante el embarazo. De hecho, en el caso de que los síntomas empeoren, no solo la mujer está enferma, sino que también el bebé en el vientre corre peligro. En la práctica, si la futura madre tiene dificultad para respirar, el flujo de oxígeno dirigido al feto puede disminuir y si se reduce el suministro de oxígeno que llega al feto, su desarrollo podría verse obstaculizado. No es casualidad que el empeoramiento del asma en el embarazo se asocie a un crecimiento fetal deficiente y bajo peso del recién nacido . Si el asma empeora, aumenta el riesgo de preeclampsia ( gestosis ) y parto prematuro.

Precisamente porque la evolución del asma, la frecuencia y la intensidad de las convulsiones durante los nueve meses son impredecibles, es importante que la futura madre se someta a controles regulares y más estrictos de lo habitual: los expertos sugieren una visita cada cuatro-seis semanas, para controlar los cambios repentinos que sufre el cuerpo durante el embarazo. En el caso de que la mujer sea propensa a un recrudecimiento de los síntomas, es bueno programar una visita de seguimiento dentro de una semana.

¿Qué tomar para el asma en el embarazo?

Es difícil predecir cómo evolucionará el asma durante el embarazo. En general, sin embargo, es muy probable un empeoramiento si se han sufrido formas graves incluso antes de la concepción. La interrupción brusca del tratamiento habitual también puede provocar un agravamiento de los síntomas. Desafortunadamente, sin embargo, la mayoría de las mujeres embarazadas son reacias a usar medicamentos contra el asma durante los nueve meses porque están convencidas de que pueden dañar al bebé. De hecho, muchos de los que se utilizan son inocuos para la salud del bebé y, lo que es más importante, sus beneficios superan a los posibles efectos secundarios. En definitiva, es mucho peor suspender el tratamiento (tanto para la mujer como para el feto) que continuarlo.

Los datos disponibles hasta la fecha demuestran que los medicamentos comúnmente utilizados para tratar el asma son seguros durante el embarazo. Estos son agonistas beta adrenérgicos y corticosteroides inhalados. En cuanto a los antagonistas de los leucotrienos o la inmunoterapia específica de alérgenos, si la mujer ya está en tratamiento, por lo general puede continuar durante el embarazo. Por el contrario, se prefiere no iniciar su uso durante la gestación.

En cualquier caso, si la mujer sigue correctamente el tratamiento habitual o la cura reajustada por el médico en relación con el embarazo y sigue las indicaciones del especialista, el riesgo de que el asma empeore es muy bajo. En general, las mujeres con síntomas de asma esporádicos o de corta duración no necesitan terapia diaria. Sin embargo, para aquellas que sufren convulsiones más graves, corresponde al médico determinar el tipo de tratamiento (generalmente a base de corticosteroides o agonistas beta2), la dosis y la duración.

La estrategia correcta es tomar regularmente la terapia prescrita (siguiendo la técnica de inhalación adecuada) precisamente para prevenir ataques agudos. Sin embargo, en caso de una crisis repentina, es necesario intervenir de inmediato incluso con esteroides generales (generalmente tabletas), por períodos limitados al mínimo y bajo supervisión médica, para evitar consecuencias en la salud de la mujer y su hijo.

¿Qué sucede durante el parto?

Por lo general, el asma no empeora durante el trabajo de parto: el cuerpo produce hormonas esteroides naturales que ayudan a prevenir los ataques. No obstante, es recomendable informar al personal sanitario y llevar el inhalador a la sala de partos en caso de necesidad. Las técnicas de relajación, como el yoga y el entrenamiento autógeno, pueden ser útiles para aliviar el estrés antes del parto y disminuir aún más el riesgo de una crisis de asma.