Larin sigue sin justificar su fichaje

Larin sigue sin justificar su fichaje. El papel del delantero canadiense en las nueve jornadas de Liga que llevamos disputadas ha sido totalmente intrascendente. No ha participado en ningún gol -más bien los ha fallado- y tampoco ha sabido aprovechar la única titularidad de la que ha disfrutado, ante el Athletic. El club pagó por él 7,2 millones de euros al Valladolid el pasado verano y empieza a estar preocupado por su rendimiento.

Javier Aguirre aseguró el pasado viernes en la rueda de prensa previa al partido ante el Valencia que le había gustado el trabajo de Larin en los entrenamientos y dijo varias veces que el canadiense ya estaba bien físicamente. Sin embargo en los 30 minutos que le dio el entrenador el pasado sábado volvió a mostrar un estado de forma bastante inferior al de sus compañeros, tal y como había sucedido la semana anterior ante el Barcelona.

Larin hizo una espectacular segunda vuelta con el Valladolid, al que llegó procedente del Brujas en el mercado de enero. Su verano fue agitado porque además de negociar su traspaso al Mallorca estuvo tramitando su nacionalidad jamaicana a fin de evitar ocupar plaza de extracomunitario. Se incorporó muy tarde a los entrenamientos del equipo castellano y lo hizo físicamente muy por debajo. Cuando llegó al Mallorca ese hándicap se hizo patente desde el primer día, pero todos creían que sería sólo cuestión de tiempo que recuperara la forma. Sin embargo han pasado dos meses desde el inicio de la competición y todo sigue igual.

El delantero ha participado en todos los partidos de Liga salvo el jugado en Vallecas, en el que Aguirre le dejó en el banquillo y no le utilizó. Sólo ha sido titular en una ocasión, ante el Athletic, pero normalmente suele tener cerca de media hora en las segundas partes. Su saldo hasta ahora ha sido una tarjeta amarilla y un penalti provocado por él mismo en el área del Mallorca. A años luz de lo que se esperaba de él.

Recuperar a Larin es imprescindible para el equipo y en eso está el cuerpo técnico, que sigue creyendo en él aunque de cara a la afición cada vez le queda menos crédito a un jugador cuyo fichaje fue un culebrón y cuyo rendimiento está siendo también mucho más enrevesado de lo esperado.