La historia de las dos únicas cererías que todavía conserva Palma
Las cererías de La Real y La Milagrosa, ubicadas en el corazón de Palma, son las únicas de toda la ciudad que siguen en pie
La Semana Santa es el momento del año en el que este tipo de negocio puede conseguir más ventas
Los propietarios de los locales aseguran que el descenso de la facturación en los últimos años no es por la pérdida de fe


La Semana Santa de Palma ya ha dado el pistoletazo de salida, con miles de fieles y cofrades que se imbuyen en esta festividad cristiana cargada de historia, simbolismo y tradición. Los cirios y demás elementos ornamentales tan característicos de estas fechas son los protagonistas en las procesiones y las iglesias, pero eso no sería posible sin la existencia de las cererías.
Estos establecimientos contribuyen con su granito de arena a llenar de autenticidad y fe estos días con un significado religioso tan marcado.
Si uno pasea por la ciudad de Palma puede pensar que las cererías están en peligro de extinción. En 2010 echó el cierre la emblemática cerería palmesana Can Picornell, la más antigua de España. Y si uno no recorre los recovecos de la capital balear, las cererías brillan por su ausencia.
Sin embargo, todavía resisten al paso del tiempo y a la secularización de la sociedad dos cererías en Palma, las únicas en pie de la ciudad. Ambas conviven en la Plaza del Hospital General, a escasos metros la una de la otra, en pleno corazón de la ciudad. La cerería La Milagrosa y la cerería La Real tienen la misión de suministrar en estos días de fervor religioso todo tipo de cirios, uno de los elementos ornamentales más característicos de esta festividad.
Se trata de un tipo de negocio que, como es lógico, tiene unas fechas señaladas para vender en gran cantidad sus productos. Y uno de esos momentos es ahora, en Semana Santa, que arrancó este viernes con la procesión de los Estandartes. Así lo admiten los propietarios de los dos establecimientos.
«Tenemos más venta en la Semana Santa y en el Davallament del Crist de la Sang. El resto del año aguantamos como podemos. Realmente podemos decir que vivimos gracias a la Semana Santa y al Crist de la Sang», asegura tajantemente Guiem Ramis, el dueño de la cerería La Real.
En este punto también coincide la propietaria de La Milagrosa, Rosario Duarte. «Siempre recibimos estas fechas con ilusión ya que es cuando más vendemos. Son días de mucha ilusión, devoción y ambiente muy bonito», afirma la comerciante.
La cerería La Real, que el año pasado cumplió 125 años de vida, es la única de toda Mallorca que fabrica sus cirios a mano a través de una fábrica propia. Un oficio casi olvidado y en desuso pero que gracias a él esta cerería vende sus velas a buena parte de las cofradías que salen en las procesiones de Semana Santa.
«Vienen muchos jóvenes»
A pesar de ello, la facturación de este negocio ha ido bajando con el paso de los años. Pero, al contrario de lo que se pueda pensar, el motivo no es la crisis de fe de los más jóvenes. «Una de las causas del descenso de las ventas es que las iglesias ya no queman cera. La únicas ceras de vela que encienden actualmente las iglesias son los cirios pascuales. Eso obviamente ha afectado mucho a nuestras ventas», cuenta Guiem Ramis.
De hecho, Rosario Duarte considera que los jóvenes de hoy en día son más fervorosos. «Durante estos días siempre viene a la tienda mucha gente joven que compra por devoción, incluso más que la gente mayor, que viene más por costumbre o herencias que nos dejan nuestros padres», asegura.
Otra de las cosas a las que tienen que hacer frente estas dos cererías de Palma es el relevo generacional. Y parece que eso todavía no se ha convertido en un problema serio que amenace la existencia de ambos negocios. En el caso de la cerería La Real, son cuatro las generaciones familiares que se han hecho cargo del local y que han hecho posible la supervivencia de un local tan auténtico que el Ayuntamiento de Palma lo incluyó en el catálogo de establecimientos emblemáticos de la ciudad.