EL CUADERNO DE PEDRO PAN

Esa constante anomalía

Se ha creado la RESIB, red que viene a representar a los centros de creación de Baleares

Esta entidad recuerda que el Govern dedica menos del 0,4% del presupuesto de la Comunidad Autónoma a la cultura

resib
Los miembros de la recién fundada RESIB.

Aparecía recientemente en los papeles la creación de RESIB, red que viene a representar a los centros de creación de Baleares, al menos según lo que he podido leer, y digo al menos, porque acto seguido se comprueba que entre sus representantes también los hay de Cataluña, Francia e incluso de Occitania, imagino en la línea de lo afirmado por la delegada de TV3 en las Baleares, que en declaraciones en IB3 Ràdio defendía con vehemencia que les Illes se llaman así porque forman parte de los Países Catalanes. ¡Qué huevada! Lo que sí me interesa de la RESIB es lo que viene a continuación.

Porque la RESIB también nos ha recordado que Baleares dedica menos del 0,4% del presupuesto de la Comunidad Autónoma a Cultura cuando resulta que los estándares europeos indican que se debe llegar al 2%. Es decir, que los 27,4 millones de euros invertidos anualmente, andarían lejos de los 140 millones que recomendaría la Unión Europea para Baleares, ya que a fecha de hoy el presupuesto de la CAIB se instala en los 7.000 millones de euros.

Hago constar que la izquierda –bueno, la extrema izquierda- ha ocupado el poder en Baleares 12 años de los últimos 16. Siendo la izquierda defensora de la cultura, al menos se llena la boca con ello, resulta complicado llegar a entender cómo es posible que no hayan hecho los deberes para incrementar el porcentaje de manera progresiva. Eso sí, dando por buenos los datos de la RESIB, que no tengo por qué ponerlos en entredicho puesto que nuestros centros de creación andan bastante ahogados y conocen bien las salidas.

Puedo entender que el PP, en tiempos de Gabriel Cañellas, no estuviera por la labor, aunque fuera –como le escuché decir en un descanso del pleno del Parlament- porque «la cultura no da votos» (sic), lo que temprano ya daba síntomas de que el PP no estaba por la labor de luchar en la batalla de las ideas, siendo la cultura parte integral de esa lucha y motivo por el que en la actualidad se menosprecie la figura del intelectual conservador. Un facha.

Si hoy dispusiéramos de 140 millones del presupuesto destinados a Cultura estaríamos hablando de multiplicar, casi por 6, la asignación vigente. Es un dineral, obvio. ¿Y para qué? ¿Para seguir con la cultura de subvenciones?

Hablando de ayudas a la cultura, tenemos el ejemplo de los países al norte de Europa, en especial Escandinavia y sus prácticas socialdemócratas en el apoyo a los creadores. Pongamos por caso, el proyecto de un escritor que se dirigía a la administración demandando apoyo para escribir un libro. Se le concedía tiempo, pagándole un salario, a condición de presentar en tiempo y forma el texto. Aquí en cambio, nos hemos acostumbrado a la cultura de las subvenciones y en la práctica sin contraprestación alguna.

Cuando a inicios del año 2010 se sospechaba que la policía económica iba a buen ritmo investigando las prácticas corruptas de UM, recibí la llamada de INESTUR (Institut diEstratègies Turístiques) para darle el visto bueno a las subvenciones a entidades culturales, no fuera a ser. No niego la sorpresa que me llevé al ver el listado interminable de entidades culturales, de rango menor, cuando en aquellos días la Conselleria de Turismo disfrutaba de un holgado presupuesto para potenciar una cultura acorde con destino turístico de calidad. Vayamos por partes. En aquella segunda legislatura del Pacte de Progrés el presidente Francesc Antich había confiado a UM la Conselleria de Turismo, para no vérselas con el sector después del fiasco de la ecotasa.

Conocía a Antoni Oliver desde que era regidor de Cultura en el Ayuntamiento de Pollença. Yo me había significado como el autor del libro de los 40 años del Festival Internacional de Música de Pollença, y en un intermedio de los conciertos del Claustro de Sant Domingo me invitó a visitarle en INESTUR la semana siguiente, entidad de la que había sido nombrado gerente.

Fue un encuentro providencial, porque el resultado puso en marcha lo del proyecto de la A invertida, consistente en crear una web en seis idiomas para dar a conocer al mundo las actividades de artes escénicas en Baleares, al tiempo que repartir el presupuesto disponible entre las ofertas atractivas que tenían lugar en el archipiélago. Viví una experiencia maravillosa en el tiempo que duró, cerca de dos años. Antoni Oliver siempre confió en mí y lo que acabó perdiéndole fue responder disciplinadamente a las exigencias de su conseller, Francesc Buils, quien por cierto acabó en prisión.

El proyecto de la A invertida era inédito en Baleares. Por primera vez, la apuesta era poner en alza ofertas de artes escénicas como valor añadido de un destino turístico de calidad y como consecuencia de ello destinatario de un programa igualmente de calidad. Fueron años de gran actividad, en los que se sucedían reuniones con responsables de las principales citas con las artes escénicas que tenían lugar en Baleares mientras el INESTUR acudía a ferias internacionales de turismo cultural con nuestras propuestas.

Curiosamente, fue Jaume Cladera (PP), siendo Conseller de Turismo en los años 80 con Gabriel Cañellas de presidente, quien decidió inyectarle dinero para darle visibilidad a ofertas de artes escénicas acordes con un turismo de calidad. Su lamento era, como le escuché decir en una comida de trabajo en el Club Náutico de Palma: «Aquí hay mucho dinero, pero no saben invertir en cultura». De aquella iniciativa se benefició el Festival de Pollença, hasta el punto de ser reconocido como el pequeño Salzburgo del Mediterráneo, y años después la Temporada de Ballet de Mallorca, reconocida como la de mayor envergadura en el conjunto de la Unión Europea.

Pero el año 2010 no solamente se apagó UM por su corrupción; también se manifestó la aplastante crisis económica, cerrándose todos los grifos desde la nueva titularidad, ahora en manos del PSIB. Desapareció la Temporada de Ballet y drenando severamente el presupuesto del Festival de Pollença.
Parece que la apuesta del PP para la legislatura que se acerca es defender la cultura con palabras mayores. Y lo primero que deben hacer es alcanzar los 140 millones de euros, recomendados por la Unión Europea, y distribuir de manera racional el presupuesto sin caer de nuevo en las reparticiones que a nada conducen, si no hay detrás un proyecto de envergadura.

Ahora, nace RESIB, la red que representa a los centros de creación de las Baleares. Lo que me importa de esta reedición de la cultura repartidora es que aportan un dato que cabe interpretar significativo: quieren mejorar su financiación, solo que el momento dibuja ampliar la repartición a Cataluña y Occitania. ¡Qué carajo significa eso! ¿Alimentar económicamente a los territorios de los Países Catalanes con dineros baleares? ¡Ni hablar!

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