La cosecha de Ortells y sus jefes

La cosecha de Ortells y sus jefes

Aun sin considerar la clasificación, los puntos y resultados, me atrevo a decir que el Mallorca es, sino el peor, uno de los más malos de la categoría. Lo sabía Arrasate desde la mitad del pasado campeonato, pero lo más graves es que Pablo Ortells era muy consciente de ello y no ha hecho nada para solucionarlo. No solo ciertos políticos se aferran a sus sueldos o mordidas.

Tampoco lo ignoraban el presidente Andy Kohlberg y su protegido, el CEO Alfonso Díaz, sin que su desconocimiento del fútbol, tanto del deporte en si como del negocio que lo sustenta, les exima de responsabilidad. Recogen lo que han sembrado y regado con sus proyectos ajenos al objeto social de la SAD que compraron con dinero, pero sin alma ni sentimiento.

Lo peor de la situación del equipo no es solamente su condición de colista, que haya ganado únicamente un partido de ocho y la imagen interna y externa que transmite, sino que ha abonado cualquier especulación posible. Desde la incapacidad del entrenador para revertir los hechos, el veneno esparcido por Dani Rodríguez, la complicidad de más jugadores, la división entre el vestuario y la planta noble , lo único tangible pero no aislado, es la manifiesta debilidad anímica, física, táctica y técnica de la plantilla en pleno.

Soplan vientos huracanados porque suena a chino que en los once partidos que restan para el final de la primera vuelta se puedan sumar al menos veinte puntos, que tampoco garantizan nada si pensamos lo difícil que es repetir a vuelta de calendario. Aguardar como agua de mayo la reincorporación de Kumbulla o descargar tanta presión sobre Jan Virgili a sus 19 años no hace sino agravar un ambiente cuyo entorno, de mínima exigencia mediática y engaño permanente, oscurece el paisaje.

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