Violencia de género

El marroquí que degolló a su mujer frente a sus hijos en Almería: «Un no enfermo no haría lo que hice»

La víctima se encontraba en la cocina preparando un biberón para su bebé de tres meses cuando Youssef extrajo un cuchillo y la degolló

La Fiscalía reclama 25 años de prisión para Youssef J. por el asesinato con alevosía y ensañamiento

Los hijos de la víctima, de 8 y 9 años, alertaron a los vecinos tras presenciar el crimen en Almería

El acusado de acabar con la vida de Zouhr B. A su llegada al juicio con jurado.
El acusado de acabar con la vida de Zouhr B. A su llegada al juicio con jurado.
Borja Jiménez

Youssef J., el hombre marroquí acusado de degollar a su mujer, Zouhr B., delante de sus propios hijos en Almería, ha roto su silencio al término del juicio celebrado en la Audiencia Provincial. En el ejercicio de su última palabra, el acusado ha tratado de justificar su brutal actuación asegurando: «Una persona que no está enferma nunca haría eso, perder la vida de su mujer y su vida. Perdimos todo». Unas palabras con las que Youssef ha insinuado una posible alteración mental, aunque durante el proceso no se ha acreditado desorden psicológico alguno.

La magistrada-presidenta, Alejandra Dodero, dio por concluida la vista oral tras esta intervención. Hasta ese momento, el acusado había mantenido que no recordaba lo sucedido la tarde del 7 de agosto de 2021, cuando, según la acusación, atacó de forma sorpresiva y violenta a su esposa en la cocina de su vivienda del barrio de Pescadería, en Almería.

La Fiscalía, que solicita para él 25 años de prisión por asesinato, ha sostenido que el crimen fue premeditado y cometido con alevosía y ensañamiento. Para el Ministerio Público, el ataque fue «súbito e inesperado», y ejecutado bajo un «plan preconcebido», ya que previamente el acusado telefoneó a su esposa para pedirle que cerrara ventanas y puertas, dificultando cualquier intento de huida o petición de auxilio.

El relato de los hechos presentado ante el jurado describe cómo Zouhr B. se encontraba en la cocina preparando un biberón para su bebé de tres meses cuando Youssef extrajo un cuchillo de once centímetros de hoja de un cajón y la degolló por la espalda. Según la fiscal Déborah Díaz-Jiménez, el acusado sujetó a la mujer por la cabeza para levantarle el cuello y así asestar el corte mortal. La agresión fue de tal brutalidad que dañó incluso las vértebras por la parte frontal del cuello.

«No cabe ningún tipo de piedad», subrayó la fiscal, recordando que el acusado no ha pedido perdón ni ha mostrado arrepentimiento alguno ante los familiares de la víctima ni ante sus propios hijos, presentes en el domicilio en el momento del asesinato. Asimismo, recalcó que Youssef «estaba en sus cabales», ya que no se ha presentado ninguna prueba que evidencie una enfermedad mental que le afectara en el momento de los hechos.

Aunque la víctima presentaba algunos cortes en los dedos de una mano, considerados por la defensa como «heridas defensivas», la fiscalía los ha interpretado como una reacción instintiva más que como un forcejeo, reafirmando que la mujer no tuvo oportunidad real de defenderse o esquivar el ataque. Además, se describieron varios «cortes de tanteo» en el cuello de la víctima, previos al degollamiento final.

La defensa, ejercida por el letrado Carlos Valverde, ha tratado de rebajar la gravedad de los hechos encuadrándolos como un homicidio y no como un asesinato. A su juicio, las heridas defensivas demostrarían que hubo cierta posibilidad de reacción por parte de la víctima, lo que eliminaría el factor de sorpresa. Asimismo, ha negado que existiera ensañamiento, al considerar que la muerte de la mujer se produjo en «apenas un minuto» por el desgarro de la carótida, lo que le provocó un shock hipovolémico y fallecimiento rápido.

Otro de los puntos de debate ha sido la supuesta confesión del acusado. Mientras la defensa la esgrimía como un atenuante, la Fiscalía ha negado su valor al señalar que Youssef no confesó los hechos ante un juez ni facilitó la investigación. En cambio, fueron sus hijos de 8 y 9 años quienes, en un acto de valentía, salieron a la calle gritando «papá ha matado a mamá» para alertar a los vecinos, mientras el acusado permanecía en el interior de la vivienda junto al bebé de tres meses.

La letrada de la Junta de Andalucía también ha incidido en el «daño moral» causado a los menores, pidiendo un veredicto de culpabilidad que «dignifique la muerte de Zouhr». La acusación particular, ejercida en representación de los padres de la víctima por la letrada María Isabel Vals, ha reclamado igualmente justicia para la familia de la fallecida, que ha tenido que desplazarse desde Marruecos para hacerse cargo de los nietos huérfanos.

Las acusaciones han solicitado la aplicación de dos agravantes: el de parentesco y el de género. Según el Ministerio Público, existía una situación de «desigualdad» en la relación, en la que el acusado habría limitado la capacidad de decisión de su mujer. Testimonios de familiares han señalado que Youssef «se obsesionó» con la idea de que Zouhr le era infiel y que pretendía denunciarle para quedarse con la vivienda familiar.

Aunque no se ha llegado a acreditar un control sistemático sobre la vida de la víctima, sí se ha expuesto que la convivencia se había deteriorado gravemente y que el acusado temía una denuncia que pudiera afectarle, entre otros motivos, por la compra de un teléfono móvil robado que había originado una visita policial al domicilio.

El tribunal popular deberá ahora decidir si considera culpable a Youssef J. de asesinato con las agravantes solicitadas o si, como plantea su defensa, se trató de un homicidio sin ensañamiento ni premeditación.

Sea cual sea el fallo, el caso de Zouhr B. vuelve a poner de manifiesto la brutalidad de la violencia machista y su impacto devastador, no solo sobre las víctimas directas, sino también sobre los menores que quedan huérfanos y marcados para siempre por el horror de haber presenciado el asesinato de su madre.

El trágico episodio de Almería se suma a la larga lista de crímenes por violencia de género que siguen golpeando a la sociedad española. Un drama que sigue reclamando justicia, memoria para las víctimas y protección real para quienes aún hoy viven bajo la amenaza de sus agresores.

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