Crisis del coronavirus

El coronavirus lastra a los católicos: las funerarias ocultan muertes a la Iglesia para evitar que sacerdotes oficien su despedida

Un cura oficia una misa.
El padre Hamel, en un oficio religioso en Saint Etienne du Rouvray. (Reuters)

El coronavirus está propiciando que muchos fieles no puedan despedirse de una forma cristiana. El motivo: las funerarias no avisan a sacerdotes, para de este modo agilizar una situación de saturación provocada por la crisis del Covid-19.

El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ha lamentado que, en el vigente estado de alarma por el Covid-19, las funerarias «en estos momentos tienen la tentación de no colaborar, quizá por la saturación del servicio», y ahora no dan aviso a un sacerdote cuando se produce un deceso, para que, con las restricciones pernitentes, se pueda dar una despedida cristiana al finado.

Así lo ha señalado el obispo en su carta semanal, recogida por Europa Press, indicando que «normalmente hemos contado siempre con la colaboración de las funerarias», pero ahora dicho «cauce ordinario se ha trastocado», y por eso Demetrio Fernández se ha dirigido «a todos los fieles, para rogarles que oren especialmente por los difuntos que mueren en estas circunstancias de pandemia e insistir a todos los familiares que llamen al párroco, para que atienda esos momentos del sepelio con la oración de la Iglesia».

«Más tarde podrán celebrarse -ha proseguido- los actos comunitarios debidos, pero ahora, en el momento de la muerte y del sepelio, reclamemos la presencia del sacerdote, como nos reconoce la legislación del estado de alarma».

Es más, «si en algún lugar de nuestra diócesis el párroco tuviera especiales dificultades para asistir al sepelio de sus feligreses, comuníquelo a su arcipreste o vicario, y rogamos a los familiares y a todas las personas interesadas llamen al Obispado de Córdoba, al teléfono 957-496.474, o escriban un ‘e-mail’ a la siguiente dirección: [email protected], solicitando esa presencia de un sacerdote. Se nos han dado ya varios casos».

En consecuencia, para el obispo, «vivimos una situación inédita en relación con los difuntos, en la que la caridad cristiana no puede inhibirse, quitándonos el muerto de cualquier manera. Atendamos a los enfermos, a los que pasan hambre, a los niños, a todos los que sufren. Pero no descuidemos a los difuntos y a sus familiares en un momento tan imborrable para la conciencia personal y colectiva, como es la despedida de un ser querido».

Demetrio Fernández ha argumentado que «la situación actual de la pandemia ha multiplicado el número de muertos, que además de morir en la soledad y sin familiares cercanos, son conducidos aprisa al cementerio para su sepelio o cremación, sin apenas acompañamiento de la familia. En cualquier caso, la legislación del estado de alarma prevé que al momento del sepelio asista el ministro del culto correspondiente, entre nosotros el sacerdote católico».

Además, según ha recordado, es preciso «consignar en el Libro de Difuntos a cada uno de los enterrados, y para eso hemos de ser solícitos en recabar la licencia de sepultura que expide el Registro Civil para su enterramiento y, según el mismo, asentar la correspondiente partida en el archivo parroquial».

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