Televisión, cine y series
Los influencers invaden Amazon Prime Video y otras plataformas

El triste devenir de la TV: ¿Quién es Marta Díaz para que le dediquen una serie en Amazon?

¿Quién es Marta Díaz para que le dediquen una serie en Amazon? ¿Era necesario? ¿Tiene algo que contar esta chica para gastar cuatro horas en verla? Este el el triste devenir de la TV, de las redes y de las plataformas: venerar a personajes que no influyen, sólo venden lo se les pide y se dan la vida padre. Producida por Mediaset en colaboración con Amazon Prime Video, La vida de Marta Díaz inquieta por lo innecesaria que es. Se sigue el día a día de una influencer que poco tiene que aportar a cualquiera que no sea fan suyo. Además, el docureality ha quedado antiguo nada más estrenarse. ¿Por qué? Porque se basa, sobre todo, en la relación de la joven con el futbolista Sergio Reguilón cuando, en realidad, ya han roto. En todo caso, la serie es una oportunidad para reflexionar sobre aquellos que llamamos influencers, sobre este fenómeno social tan amado y odiado y sobre las nuevas formas narrativas que parten de la nada más absoluta.

Todos tenemos una historia que contar. Esta frase es cierta pero con matices. Para narrar hay que saber hacerlo y, lo primero de todo, hay que saber qué se quiere decir, cuál es el tema. Da igual que utilices a Madonna, a Beckham, a Putin o a cualquier hijo de vecino anónimo, cualquiera puede ser vehículo de una historia siempre y cuando se sepa qué contar. Este fin de semana, en Amazon Prime Video, se ha estrenado La vida de Marta Díaz y habrán sido muchos espectadores quiénes se pregunten quién rayos es esta muchacha y por qué merece una serie. A la primera pregunta; es una influencer de 23 años con 3,2 millones de seguidores en Instagram y 2,08 millones en YouTube. A la segunda cuestión: ni idea (o quizá sea por lo primero).

Marta Díaz.

Este es el enésimo ejemplo de serie sin rumbo que es creada para mayor gloria del protagonista y para deleite de sus fans. Es el típico producto low cost y de rápido consumo que no cuenta nada. Qué ideal sería que la vida de esta muchacha pudiera interesar a cualquiera, de cualquier origen y edad. Pero esto es imposible si no hay una tesis. No es tan difícil escoger a un personaje así y crearle un tema. Por ejemplo: ¿Qué es la fama? ¿Sirven para algo los que ahora van de referentes? ¿Hasta cuando va a durar la burbuja de los famosos de redes? ¿Por qué les siguen? ¿Por qué no se habla con algún fan o seguidor de, en este caso, Marta Díaz para saber otro punto de vista? Hubiese sido interesante ver estas exposiciones en este y otros muchos docurrealities sobre influencers pero no esasí. Aquí solo vemos a esta chica viviendo con su novio, haciéndose fotos guapísima y con vestidos imposibles, hablando con su familia y poco más. Y encima hay algo de estafa en tu su show. Gran parte del documental se sostiene en la relación de Marta con el futbolista Sergio Reguilón pero cuando la serie se estrenó (el 20 de octubre de 2023) la pareja ya había roto. Menos mal que le meten un pelín de humor (que viene sólo de la postproducción gracias a la música y al montaje) pero sin llegar, jamás, a la ironía. Qué lastima, con lo difícil que es sacar adelante una proyecto audiovisual en este país, que al final vean la luz productos tan vacíos como efímeros. Pero esto es un negocio y hay una razón.

Marta Díaz y Sergio Reguilón.

¿Influyentes de nada?

La moda de que cada famoso tenga su docuserie tiene que parar. Estos productos se han convertido en algo así como el  circulito azul de Instagram (el llamado Meta Verified), si no tienes uno, eres nadie. Es absurdo malgastar dinero y talento de creativos en documentales tan vacíos y destinados a pelotear a su estrella. Pero si se hacen es porque funcionan, porque tienen su público, porque hay ganancias detrás.

Hay una postura muy popular en contra de los llamados influencers: ¿Cómo convencemos a los jóvenes de que estudien o trabajen duro cuando otros, por colgar una foto en redes, ganas miles de euros? Pero tampoco es justa esta cuestión. Si fuese tan fácil ser una estrella de Instagram, todos lo seríamos. No todos valen para todo.

Marta Díaz.

Ahora bien, habría que analizar por qué son tan importantes estas figuras. Para empezar, llamar influyente a alguien a quien pagan para venderte algo es una perversión lingüística. Hablamos, obviamente, de los que trabajan en el llamado life style (Hay influencers de humor, de libros, de cultura…) que basan su éxito es ser guapos y en hacerse fotos bonitas con ropa de lujo. La culpa de su poder, lógicamente, no es de ellos, es de sus seguidores, de los influenciados. ¿Y por qué sucede esto? Porque las Marta Díaz o María Pombo de turno venden aspiración disfrazada de cercanía. Lo que ha hecho la publicidad toda la vida pero en un engañoso cara a cara con el consumidor.

El fenómeno fan es curioso. Uno debería admirar el trabajo de un artista y no al artista en sí. Aquí el problema es que ni siquiera hay un artista al que adorar. Dice Marta Díaz en su serie que su trabajo como creadora de contenido es “entretener”. De acuerdo ¿Cómo? ¿Poniéndose guapa y posando?

Tampoco podemos menospreciar la moda. Es importante, nos identifica y nos define ante los demás y ha sido motor de muchos cambios sociales (desde la minifalda y el biquini al maquillaje masculino, por ejemplo) pero, estos logros, en todo caso, son gracias a los creadores. Que lo que diga un maniquí influya en la vida de cualquiera es algo peligroso. Ganan mucho dinero los influencers, es verdad, pero las marcas que promocionan más. Venden un producto a un público muy concreto y en muy poco tiempo. Eso, en publicidad, es oro. El problema es verles cómo algo más que un anuncio y que ellos se crean que están por encima del bien y del mal y que merecen una docuserie como si fuesen Marie Curie. Pues va a ser que no.