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La Fiscalía pide 10 años de cárcel para un ex profesor del Colegio de la Salle de Barcelona acusado de agredir sexualmente en repetidas ocasiones desde 2006 a un alumno de quien buscó el acercamiento desde el principio, hasta el punto de iniciar una relación sentimental con su madre para instalarse en su casa.
En su escrito de acusación, la Fiscalía atribuye al procesado, Víctor P.G., un delito continuado de agresión sexual, por el que también solicita una prohibición de acercarse a la víctima a menos de mil metros durante otros cinco años, la libertad vigilada durante ocho años y que indemnice al menor con 20.000 euros por el daño moral causado, ya que sufre estrés postraumático.
Los hechos se iniciaron en 2006, cuando el acusado conoció al menor, ya que era su entrenador de fútbol, y desde el inicio mostró un «cierto interés» hacia él, que se tradujo en atenciones personales, en protección y en su cuidado personal, en un momento de vulnerabilidad del chico, ya que sus padres se estaban separando.
Según la Fiscalía, el acusado intensificó su relación con el menor en el curso siguiente, ya que además de entrenador también le hacía de profesor en La Salle, momento en que le convenció de que su padre biológico no le quería ni se preocupaba con él y le prometió que él sería su padre, le cuidaría y le protegería, ante lo que el niño sintió «verdadera pasión» por el procesado y se negó a ver a su padre.
Una vez constatada la «dependencia emocional» del niño hacia el procesado, éste le propuso viajar con él, lo que la madre aceptó «extrañada» aunque puso como condición que también viajara ella.
Tras el viaje, el procesado, «en ejecución de un elaborado plan», según la Fiscalía, inició una relación sentimental con la madre del niño, lo que le permitió en septiembre de 2010 instalarse a vivir con ellos en Barcelona.
Según la Fiscalía, en ejecución del plan «que llevaba pergeñando ya largo tiempo», el acusado le propuso en 2010 al niño que fuera segundo entrenador del equipo de benjamines, al que entrenaba él mismo, a partir de lo cual empezó a controlar todas sus actividades, tanto académicas como personales, le restringió las salidas con sus amigos y le aisló de sus compañeros de colegio.
Si el niño se negaba a desobedecer sus órdenes, el acusado se enfadaba y le apartaba de los entrenamientos, con lo que logró que éste sintiera «temor» a ser rechazado por la persona que creía que le quería y le cuidaba, por lo que logró crear un estado emocional de dependencia e intimidación.
En este contexto, el acusado protagonizó entonces varios episodios en que hizo tocamientos y le ordenó masturbarse en su presencia, mientras él también lo hacía, y cuando el niño se negaba -en ocasiones quedaba «petrificado», según la Fiscalía-, le castigaba e incluso le llegó a golpear.
Cuando el menor se quejaba, el acusado le decía que se trataba de una conducta totalmente normal, que entre amigos se hacía y que además él era como su padre y que debía enseñarle a hacerlo, con lo que confundió al niño de tal modo que éste optó por callar, esperando, sin éxito, a que estas agresiones sexuales no se repitieran más.
De hecho, el niño se llegó a enfrentar al acusado, que le agredió físicamente para doblegar su voluntad, mientras le decía a la madre, que no sabía lo que pasaba pero notaba la tensión entre ambos, que intentaba reconducirle como un buen padre porque andaba con malas compañías, se drogaba, no estudiaba y le faltaba al respeto.
Según la Fiscalía, las «dotes de persuasión» del acusado hicieron que la madre le creyera y le apoyara, frente a su hijo, que veía «impotente» lo que ocurría.
Las agresiones sexuales prosiguieron hasta principios de 2013, cuando la víctima le dijo que había empezado a salir con una chica y que no iba a consentir nunca más que le siguiera haciendo los tocamientos. En 2020, tras abrirse la investigación por este caso, el juez de instrucción prohibió al procesado aproximarse a la víctima y mantener actividades con menores de edad.
Este profesor, que también ha sido investigado por presuntamente agredir sexualmente a un segundo menor en la misma época, anotó los supuestos abusos en unas libretas de cuyo relato se desprenden que existen más víctimas.