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La visión de un pediatra tras el caso Anabel Pantoja: «Zarandear al bebé puede afectar su desarrollo»

Con la intención de calmar a los bebés, a veces, se recurre al zarandeo excesivo, pero puede acarrear graves consecuencias para su salud

  • Diego Buenosvinos
  • Especialista en periodismo de Salud en OKDIARIO; responsable de Comunicación y Prensa en el Colegio de Enfermería de León. Antes, redactor jefe en la Crónica el Mundo de León y colaborador en Onda Cero. Distinguido con la medalla de oro de la Diputación de León por la información y dedicación a la provincia y autor de libros como 'El arte de cuidar'.

La investigación de Anabel Pantoja y su pareja, David Rodríguez, continúa su curso en el Juzgado de Instrucción número 3 de Las Palmas de Gran Canaria, tras el ingreso de su hija en estado grave. Aunque aún no hay conclusiones definitivas y será necesario esperar la decisión de la justicia, este presunto incidente ha puesto de relieve importantes cuestiones sobre el cuidado infantil. En particular, ha generado un debate sobre el síndrome del niño zarandeado, proporcionando a muchos padres información valiosa sobre lo que no se debe hacer en situaciones de estrés o desesperación porque un niño llore en exceso y se encuentre mal.

Y es que, a veces, con la intención de calmar a los bebés, se recurre al zarandeo excesivo, pero este tipo de acciones bruscas pueden acarrear graves consecuencias para su salud, tanto a corto como a medio y largo plazo.

La investigación de Anabel Pantoja y su marido David Rodríguez aún no es concluyente. Por ello, el pediatra social Jesús García, nos adelanta cómo es el protocolo ante este tipo de casos.

El doctor, Jesús García, explica que lo primero que se hace es seguir un protocolo que comienza con la revisión de la historia clínica, en la que se incluye información sobre los progenitores custodios. A partir de ahí, se procede a la exploración complementaria del bebé. Si, tras una serie de pruebas, se detectan signos de daño o riesgos sociales, se notifica inmediatamente al fiscal y al juez. «Normalmente, esta notificación se realiza durante la primera o segunda exploración. En ese momento, si se identifica un posible síntoma, se habla de un presunto caso de daño infantil, nunca como un hecho confirmado. Como profesionales, no somos jueces, sino informadores sobre lo que observamos», aclara.

A continuación, intervienen el trabajador social y el psicólogo, quienes realizarán una valoración inicial. Posteriormente, será el médico forense y el psicólogo del juzgado quienes confirmarán o desmentirán sus hallazgos. Por ello, la situación se clasifica como alerta. A partir de ahí, el juez solicita una investigación más exhaustiva sobre el bienestar del niño.

En ocasiones, se confunden a menudo situaciones de los bebés, por ejemplo con cólicos del lactante y ahí es cuando se trata de calmar «zarandeado erróneamente al bebé». «Cuando se le intenta calmar moviéndolo, es importante recordar que, en esta etapa, su cuello, cabeza y otras áreas aún no están completamente desarrolladas. Por lo tanto, se debe tener mucho cuidado al manipularlos», afirma el pediatra.

Los médicos tienen el deber de exponer en el juzgado si ven cualquier tipo de daños de un bebé, porque si no puede ser acusados por negligencia por omisión de deber, «somos prescriptores clínicos, nada más, luego son otros los que deberán decidid ir lo que ha ocurrido o no. A veces puede haber incongruencia de unos y otros y se debe aclarar», ha señalado Jesús García en Y a ahora Sonsoles de Antena 3 Televisión.