Sólo el 19% de los españoles recurre a un profesional para gestionar su salud mental
El 30% de los encuestados prefiere gestionar sus emociones haciendo ejercicio y comiendo y durmiendo bien
Adoptar una actitud negativa o la incapacidad para concentrarse, algunos de los signos que reflejan la necesidad de pedir ayuda profesional
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La sensibilidad hacia la salud mental despierta en España. Cada vez hay más personas decididas a buscar ayuda, aunque todavía no se ha eliminado del todo el estigma que supone recibir apoyo profesional para reforzar el bienestar psicológico. Prueba de ello es que, tal y como muestra el estudio Cigna 360 Well-being Survey, solo el 19% de los españoles acude a un especialista en la materia para aprender a gestionar sus emociones.
En su lugar, 3 de cada 10 encuestados prefieren optar por opciones saludables como hacer deporte, llevar una dieta equilibrada o rutinas para mejorar el descanso. Estas cifras reflejan que la población española es proactiva a la hora de buscar soluciones a sus problemas de salud mental. Y es que este pilar es considerado por el 81% de los encuestados como el más importante para el bienestar integral, según el mismo informe. Por sexos, se aprecian diferencias entre hombres y mujeres a la hora de cuidar su salud mental. Las mujeres son las que más se decantan por gestionar sus emociones a través de iniciativas saludables como practicar ejercicio. Un 34% frente al 25% de los hombres. También hablan más con sus amigos y familiares sobre sus problemas (25% frente al 22% en el caso de los varones) y acuden más a terapia (20% las mujeres en comparación con un 18% los hombres).
Un problema visibilizado por la pandemia
«La pandemia ha visibilizado un problema de salud mental que ya estaba ahí, rebajando el tabú que existe a su alrededor. La vida de la población en general se ha visto sometida a muchas presiones que, si no se controlan, pueden tener graves consecuencias para su bienestar integral. No hay que olvidar que los trastornos que producen una inestabilidad emocional continuada afectan directamente a nuestra forma de pensar, actuar y percibir todo lo que nos rodea, además de determinar la forma en que nos relacionamos», destaca María Sánchez, e-Health Medical Manager de Cigna España.
Con el objetivo de ayudar a prevenir o mejorar cualquier alteración en el bienestar mental, la aseguradora de salud Cigna identifica cinco señales fundamentales que reflejan la necesidad de pedir ayuda profesional:
Adoptar una actitud negativa, obsesión por detalles sin importancia. Una forma de proceder excesivamente crítica produce tensión, agitación emocional y un estrés relevante. Hay que tener en cuenta que los pensamientos negativos afectan a nuestro funcionamiento emocional y cuando la crítica se convierte en un hábito, puede conducir a graves disfunciones emocionales. Ciertamente, puede convertirse en un factor importante de trastornos como la depresión o la ansiedad.
Comenzar a comer en exceso o perder el apetito. Los trastornos alimentarios son, también, un síntoma de enfermedad mental. Hay quienes de repente empiezan a comer sin control, sin importarles el deterioro de su cuerpo y de su salud. Por el contrario, hay quienes dejan de comer porque tienen una imagen distorsionada de sí mismos que les hace pensar que tienen sobrepeso. Así es como comienzan los problemas relacionados con la distorsión de la realidad.
Perder el interés por las actividades que solía disfrutar. Nuestro nivel de motivación puede variar en cada momento. No obstante, perder la ilusión por las cosas con las que antes se disfrutaba puede desencadenar en una carencia de interés por pensar en el futuro. Esta sensación puede dificultar la realización de las actividades diarias, propiciar un sentimiento de indiferencia y sin interés por hacer casi nada. Esta actitud de desgana es una señal que indica necesidad de acudir a un profesional.
Evitar socializar o relacionase con los demás. Cualquier persona ha podido experimentar miedo o ansiedad al juntarse con otras personas. Pero las personas que sufren fobia social viven este temor en exceso y de forma persistente. Cuando este miedo interfiere en las actividades diarias, es decir, en las relaciones con otras personas y en su rendimiento laboral, será necesario acudir a un psicólogo o psiquiatra.
Ser incapaz de concentrarse. Hay múltiples factores que contribuyen a desviar la atención. No obstante, la ansiedad, sentirse deprimido o triste, o los trastornos del estado de ánimo pueden dificultar la gestión de los pensamientos. Trabajar con un profesional es la mejor manera de abordar los problemas subyacentes, como la depresión o la ansiedad, que dificultan la concentración incluso en tareas sencillas. Ante cualquiera de estos síntomas, es importante diferenciar entre una mala salud mental y una enfermedad mental. Una persona puede experimentar muchas emociones negativas y no ser diagnosticada con una patología mental. Sin embargo, para evitar cualquiera de los escenarios es crucial poner en marcha medidas de prevención que ayuden a estar atento a las señales y a cómo los cambios del día a día afectan al bienestar emocional individual.