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¿Padeces una enfermedad crónica?: claves para viajar y disfrutar sin poner en riesgo la salud

Los diabéticos, cardíacos o inmunodeprimidos deben tomar precauciones en desplazamientos nacionales e internacionales

Se debe transportar la medicación en el equipaje de mano, en sus envases originales y etiquetada con claridad

Padecer una enfermedad crónica no impide salir de vacaciones, siempre que se planifique el viaje con antelación y se sigan unas pautas básicas de prevención. Cuando se padece una patología crónica como diabetes, EPOC, insuficiencia cardiaca o inmunodepresión, es aconsejable realizar una revisión médica previa, así lo aconsejan desde el Ministerio de Sanidad. Si además,  implica trayectos largos o destinos con altitudes elevadas o temperaturas extremas, se recomienda acudir entre cuatro y ocho semanas antes a una consulta de medicina del viajero. 

Para minimizar riesgos, lo ideal es evitar zonas remotas sin acceso a hospitales. Una buena estrategia es elegir alojamientos céntricos o bien comunicados, y reservar las excursiones más alejadas como actividades de un solo día, según explican desde el Ministerio de Exteriores. Además, recomiendan llevar la tarjeta sanitaria y contratar un seguro de viajes de manera rutinaria y declarar cualquier condición de salud subyacente, sobre todo fuera de la Unión Europea. También conviene consultar si existen acuerdos sanitarios bilaterales entre España y el país de destino y tener a mano la localización de centros médicos cercanos, idealmente con personal que hable español, puede marcar la diferencia en una urgencia.

Desde la Fundación del Corazón indican que viajar es posible siempre que la enfermedad esté estable y controlada. En casos recientes de diagnóstico o ajustes farmacológicos, es preferible posponer el viaje o el desplazamiento. Las zonas de más de 2.000 metros sobre el nivel del mar o con climas muy cálidos pueden suponer un riesgo añadido para personas con problemas cardiovasculares o respiratorios.

Vuelos y traslados 

Quienes viajan en avión deben tomar ciertas precauciones para minimizar el riesgo de trombosis o síndrome de la clase turista, tal y como detallan en Mapfre Salud. Optar por un asiento de pasillo facilita levantarse con frecuencia y estirar las piernas. No cruzar las piernas, usar ropa holgada e hidratarse correctamente, preferiblemente con agua, ayuda a prevenir complicaciones. Bebidas como el café, el té y las bebidas alcohólicas conviene evitarlas, ya que favorecen la deshidratación.

De la misma manera, al volar los pacientes con alto riesgo cardiovascular podrían beneficiarse del uso de medias de compresión o incluso tomar aspirina preventiva, siempre bajo indicación médica. Además, los cambios de presión en cabina pueden afectar a quienes padecen enfermedades pulmonares o hipertensión pulmonar, por lo que conviene extremar la vigilancia.

Desde Mapfre Salud también indican que un informe médico actualizado, una lista con el nombre genérico y comercial de los medicamentos, las dosis y los horarios de toma, puede evitar problemas. Todo esto debe estar también en formato digital, para facilitar el acceso desde el móvil en caso de extravío. Las personas con dispositivos como marcapasos o bombas de insulina deben informarse con antelación sobre cómo pasar los controles de seguridad en aeropuertos sin dañar el equipo.

Uno de los errores más frecuentes en un viaje es olvidar parte de la medicación o no llevarla correctamente, sobre todo si los pacientes crónicos son menores. Desde la Fundación Quirón hacen hincapié en supervisar bien que se lleva toda la medicación y que se la tomen con la frecuencia habitual. Se debe transportar en el equipaje de mano, en sus envases originales y etiquetada con claridad. Además, conviene llevar una cantidad extra por si surgen pérdidas o contratiempos inesperados.

Alimentación y ejercicio adecuados

Salir de la rutina no debe traducirse en descuidar la alimentación ni la hidratación. Elegir opciones sanas en restaurantes, pedir platos con poca sal y evitar los fritos o dulces ayuda a mantener los niveles estables, especialmente en pacientes diabéticos. Llevar snacks saludables como fruta deshidratada o frutos secos puede evitar bajadas de azúcar inesperadas.

Beber suficiente agua, evitar el alcohol y no exponerse al sol en exceso son pautas especialmente importantes en destinos calurosos que aportan desde la Fundación del Corazón. Durante el viaje hay que practicar ejercicio ligero, como caminar o nadar en aguas templadas, que ayudan a mantener la circulación y el estado físico, pero hay que evitar esfuerzos bruscos o entrenamientos intensos si no se está acostumbrado. Bañarse en aguas muy frías puede desencadenar anginas o arritmias, por lo que se recomienda que el agua esté por encima de los 25 ºC.

Altitudes elevadas, cambios bruscos de temperatura y niveles altos de humedad pueden afectar al organismo, sobre todo en personas con problemas respiratorios o del corazón, tal y como recalcan desde la Fundación del Corazón. Asimismo, algunos medicamentos pueden aumentar la sensibilidad al sol, por lo que se aconseja consultar previamente con el médico y protegerse con ropa, gafas y crema solar de amplio espectro.

En países con riesgo de enfermedades transmitidas por agua o alimentos, como la diarrea del viajero, se debe evitar el hielo, consumir sólo agua embotellada y extremar la higiene. Llevar un pequeño botiquín con suero oral y medicamentos básicos puede ser muy útil. Para evitar picaduras de mosquitos, se recomienda usar repelente, mosquiteras y prendas que cubran brazos y piernas.